No puede ser el mismo

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      Habían pasado los meses y el rubio decidió ir de nuevo al mundo humano para buscar a aquel castaño que seguía en su corazón, debía verlo al menos una vez más.

Llegó al mundo humano y fue al restaurante donde sabía que podría estar, o al menos obtener información sobre él.

Estaba con su apariencia humana, manteniendo sus cabellos rubios, y ojos tan azules como el cielo.

Entró y se sentó en una de las mesas mientras con su mirada buscaba a aquel castaño intentando encontrarlo.

Vaya... No creía encontrarte por aquí después de tanto tiempo. — Una voz lo hizo reaccionar y voltear hacia aquella dirección. Se trataba del dueño de aquel lugar.

Si... Bueno... Estuve ocupado por mi trabajo... — Replicó el rubio mientras desviaba su mirada.

Pero mírate... No has cambiado en nada... Te ves igual de joven. — Dijo aquel hombre quién claramente los años habían marcado su rostro.

Sí, bueno... Es lo que todos me dicen... Por cierto... Has visto a... — Se quedó callado al darse cuenta que ni siquiera sabía el nombre real de aquel hombre que se había enterrado en su corazón.

Te refieres a Alastor? Bueno, pasaron muchas cosas... Él murió hace tiempo... Lo siento. — Dijo aquel hombre haciendo que el rubio abriera sus ojos como platos.

Sabes donde está su tumba? — Pregunto intentando averiguar algo más, el escuchar que su nombre era similar a ese ser tan despreciable.

...  Quieres que te lleve? — El rubio solamente asintió mientras desviaba su mirada y era llevado al cementerio de aquel pequeño pueblo de Nueva Orleans, Louisiana.

Vió aquella tumba y se quedó contemplando la fecha de su muerte en el invierno de 1933, unos años después de que él decidiera no regresar al mundo humano.

Aún tenía esa duda, había ido al cielo o al infierno, no quería aceptar la similitudes que tenía con aquel pelirrojo.

Utilizó su poder para ver la apariencia que tendría después de su muerte.

Mierda... — Pronunció al darse cuenta de que se trataba de aquel pelirrojo que tanto odiaba.

En ese instante comenzó a toser, tapó su boca con su mano y se dió cuenta que estaba sangrando de nuevo, tenía su color habitual dorado.

Se dió cuenta que había pasado demasiado tiempo en el mundo humano y debería regresar lo antes posible debido a su maldición.

Rápidamente regreso al Inframundo, apareció en su habitación, se sentía realmente débil, seguía tosiendo sangre.

—  Mierda... No volveré a ir al mund... — Ni siquiera pudo terminar su frase puesto que volvió a toser sangre dorada.

Cayó de rodillas en su habitación y sintió como unas manos intentaban sostenerlo.

Levantó su mirada y vió a aquel pelirrojo.

Al... — Murmuró el monarca antes de desvanecerse y perder el conocimiento.

Lucifer... Lucifer... Majestad... — Podía escuchar la voz lejana del pelirrojo quien lo llamaba claramente preocupado.

Pasaron los minutos y al abrir sus ojos se dió cuenta que estaba recostado en su cama.

Fiu... Solamente fue una pesadilla... — Dijo el rubio mientras suspiraba aliviado.

Si fue una pesadilla, no sé majestad, pero usted se desmayo en su habitación. — El escuchar la voz del pelirrojo lo hizo saltar del susto.

Mierda... Qué haces en mi habitación, cervatillo de mierda? — Dijo el rubio claramente molesto, pero ni siquiera podía verlo a los ojos, cómo podría hacerlo después de haber descubierto tales cosas.

Maldijo por lo bajo el hecho de haber sido tan curioso como para intentar averiguar qué había sido del amor de su vida, esperaba tener otra oportunidad para verlo pero ahora era quién menos soportaba.

Qué sucede? Acaso vió algo que lo incómodo en el mundo humano? — El escuchar a Alastor decir esas palabras lo hizo abrir sus ojos como platos, lo habría descubierto?

Qué quieres decir, cabrón? — Dijo el monarca mientras lo miraba fijamente a los ojos.

Nada, su majestad... — Dijo el demonio de la radio mientras se convertía en sombras y salía de la habitación del rubio.

Aquellas palabras lo dejaron intrigado, vió hacía el lugar donde aquella sombra había desaparecido.

Se recostó de nuevo, su cuerpo aún se sentía débil debido a su maldición.

Vió el techo e intentó cerrar sus ojos, aquella escena aún estaba presente en su memoria.

Soltó un suspiro mientras dejaba que el sueño lo venciera quedando profundamente dormido.

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Creo que estoy enamorándome de tí, Sam... Sé que somos hombres y tú tienes una hija. — Escuchó la voz de quién era su mejor amigo humano quien lo llamaba por su antiguo nombre angelical, el cual le había dado cuando se conocieron.

Sintió la caricia en su mejilla y volteó a verlo y se sorprendió al ver a Alastor frente a él con la ropa del castaño.

A-Alastor? — Dijo el rubio claramente confundido.

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Abrió sus ojos dándose cuenta que había solo un sueño más recordando su pasado, cuando él castaño se le había declarado y él había decidido no volver al mundo humano.

Sin lugar a dudas ese Alastor y el enamorado del mundo humano eran la misma persona.

No pueden ser el mismo... — Dijo mientras se sonrojaba y tapa su rostro.

Dulce Pecado (RadioApple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora