Capítulo 19

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[...] Mi cuerpo sigue temblando debido al nerviosismo, como si estuviera caminando sobre teclas de piano, mi cuerpo está inestable [...]

JungKook jamás se había sentido nervioso por salir con alguien mayor, ni había tartamudeado en su vida con una simple acción como mirarlo a los ojos. Nunca le latió el corazón con desesperación, a menos que estuviesen teniendo sexo, jamás se puso rojo por una sonrisa, ni jugo con sus dedos como un chiquillo de quince confesándose a su crush frente a todo el mundo. JungKook ama el sexo, eso no es un secreto, pero aquella canción que surge de sus audífonos le hace ver que él, claramente, tiembla cada que Park JiMin lo mira, cada que le sonríe o cuando sus cuerpos se tocan, aun así, sea un roce bobo de dedos. Él es una gelatina con piernas qué está dispuesto a ser comido por ese maravilloso hombre de trajes ajustados.

JungKook sintió la mano de JiMin apretarle la pierna, pero sin dejar de mirar la calle, parecía un simple reflejó de novios, y aunque le encanto la acción del mayor, también le asusto, porque él no podía, ni debía, sentirse tan especial para alguien, porque él sabía que jamás, desde ese día, se merecía sentirse así. Así que como pudo, ignoró el suave apretón y continuó mirando por la ventana, no pasó mucho cuando la camioneta entró en la cochera de la gran casa Park. JungKook vio a JiMin bajar y abrir la puerta de atrás para bajar a JiHyun, lo vio cargar la mochila del menor y no pudo evitar pensar que ese hombre era un magnífico padre. Se imaginó a ellos dos llegando a casa después del trabajo, entrando a casa y recibiendo un delicado aroma a familia.

Algo que no tiene desde los 10 años.

Bajo también, pero él no bajó nada y simplemente entró a la casa. Cerró la puerta y dejó sus cosas en la sala. Miró a los lados de la casa, en el lado derecho encontró el comedor, y unos pasos después una barra qué funcionaba como separador dejando a la vista la cocina. Al lado izquierdo encontró un pasillo algo largo qué giraba a la derecha, donde probablemente hubiese algo interesante qué a él no debía importarle. Frente a él está la sala y aun lado de esta unas escaleras qué llevan a la habitación de JiMin y JiHyun.

Esta casa, claramente no es la misma que él visitó una noche antes, esta probablemente sea la casa de JiMin y no la de sus padres.

─Te tengo un regalo, ven. ─ JungKook vio a JiMin bajar las escaleras con una pequeña bolsa negra con las palabras Louis Vuitton grabada en ella. Sus ojos viajaron al final del pasillo de lado izquierdo y luego a JiMin qué se acercaba a él. ─ Pero primero bésame. Quiero morder sus labios.

JungKook sintió el agarre en su pequeña cintura y luego los labios de JiMin sobre los suyos, besándolo con fuerza, muriendo y lamiendo cuanto le dio la gana. Y aunque no quería separarse de esos labios nunca, se alejó un poco, mordió su propio labio y luego pasó su lengua por ello sin mirar al mayor.

─Tus labios me fascinan, JungKook. ─ volvió a hablar el mayor mientras con su pulgar acaricia el labio inferior del menor antes de volver a besarlo y tirar de él con sus dientes. JungKook sintió sus piernas débiles y su corazón vuelto loco. ─ Son tan, deliciosos. Me encanta morderlos, ¿quieres que te muerda, JungKook?

─Hágalo, hágalo otra vez, por favor. ─ le respondió y JiMin volvió a besarlo, morderlo y enloquecerlo con sus labios, dientes y lengua. Porque ese chiquillo entre sus brazos es su perdición y lo sabe perfectamente bien. Un suspiro escapa de los labios de JungKook y una sonrisa se cuela entre sus besos proporcionada por JiMin.

─Quiero que te pongas tu regalo. Ahora. Y que no te lo quites nunca. ─ JungKook asintió aún perdido. ─ ¿Está claro?

─Póngamelo y nunca me lo voy a quitar.

JiMin tomó la mano de JungKook. Se sentó y sentó al menor sobre sus piernas, abrió la bolsa negra y sacó una caja naranja de Louis Vuitton. La abrió frente a JungKook y sacó la pulsera de ella. Esta tenía un candado qué unía ambas partes y se cerraba perfectamente bien a su muñeca, las letras LV grabadas en él y en un color tan bonito que cuando la pulsera fue colocada en su muñeca, JungKook no pudo dejar de verla en lo absoluto.

─¿Te gusta? ─ le pregunta el mayor mientras saca el collar y se lo pone. En él, cuelgan dos llaves y otro candado, solo que JiMin optó por quitarlo. A él no le iban los candados, porque él era el dueño y JungKook su propiedad, aunque todos estuviesen en desacuerdo. ─ Yo tengo la llave y solo yo puedo quitártelo, ¿está claro?

─Sí, me gustó y no se preocupe, no planeo pedirle que lo haga, soy suyo, JiMin, completamente suyo. ─ le sonrió antes de besarlo una vez al mismo tiempo que se acomoda sobre el mayor y JiMin no perdió el tiempo cuando ya tenía sus amplias manos sobre esas bonitas mejillas traseras.



director jimin › jikook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora