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¿Cómo un beso puede hacerte sentir como si te hubieras quitado todos los problemas de tu vida de encima? Llevamos horas en esa habitación, simplemente hablando y viendo una película, nos habíamos duchado y preparado para cuando llegara su familia, que seguramente sea un pocos minutos.
Justo hablando de eso, escuché la puerta principal abrirse y como varias voces se escuchaban, obviamente, ellos no sabían que habíamos llegado a Turquía ya.
—Ven.—Soltó Arda en voz baja, mientras abría la puerta con cuidado y se acercaba a la barandilla de la escalera, observando hacia la planta baja.
—¡Arda!—Escuché a una mujer prácticamente gritar su nombre, Arda se giró a mi y me agarró de la mano, bajando las escaleras conmigo y una vez abajo, una mujer de más o menos mi altura se tiró hacia el, abrazándolo.—Te he echado tanto de menos.—Agarró su cara y le dejo un beso en su frente para después soltarlo, dejando que se acerque a los que supongo serian sus padres, mientras esa mujer giro a verme, para después enseñarme una gran sonrisa.—¡Tú debes ser Judith!—Se acercó, dejando un beso en mi mejilla. ¿Puede ser este en momento más incómodo de mi vida? Si, bueno en realidad no, pero casi.—Bienvenida, soy Nurgül, la hermana de Arda.—
—Gracias Nurgül, un placer.—
—Eres más bonita de lo que nos había contado Arda, me alegro tanto de conocerte al fin.—¿Arda las había dicho que era bonita? Giré mia ojos hacia donde se encontraba el chico, que estaba hablando con sus padres con sus ojos levemente torcidos hacia nosotras.
—Gracias, tú también eres hermosa.—Me sonrió de nuevo, mientras se acercaba a darme un abrazo.
—No estés nerviosa, está es tu casa y nosotros somos tu familia, tranquila.—Se separó, aún con la sonrisa en su rostro.—Ven, mi madre tambien tenia ganas de conocerte.—Me agarro del brazo con delicadeza mientras nos acercabamos hasta donde estaban sus padres junto a Arda.—Mamá, ella es Judith.—
—Oh, un placer Judith, Arda nos habló mucho de tí.—Se acercó, dejando un beso en mi mejilla como lo hizo anteriormente Nurgül.—Soy Serap y el es Ümit, mi marido.—
—Un placer.—Les sonreí, notando como Arda se ponía a mi lado, colocando su mano en mi espalda al notar mis nervios, bueno, llevo nerviosa horas ya.
—Bueno, tenemos que terminar algunas cosas, ¿Por qué no salís? Supongo que Judith querrá ver la ciudad.—
—Esta bien, vamos a cambiarnos.—Me agarró de la mano, comenzando a subir las escaleras, hasta que paró volviendo a ver a su hermana.—Nurgül, ¿Vienes?—Ella asintió, antes de agarrar su bolso y comenzar a caminar hacia nosotros, para poder cambiarse también.
Entramos en la habitación de Arda, y nada más cerrar la puerta se acercó a mí, agarrando mi cara y juntando sus labios contra los mios.
—Dios, eres adictiva.—Me abrazo, dejando otro beso en mi cuello, mientras yo sentía mi rostro arder.—¿No te molesta que venga mi hermana, no?—
