La alarma del celular de Nycholas me despierta a las seis de la mañana, en algún punto de la conversación que tuvimos ayer nos quedamos dormidos en el sofá en posiciones que ahora nos pasaban factura. No recordaba haberme dormido, no recordaba nada después de que Nycholas me agradeciera.
—Auch.
—Agg, ¿qué hora es?
—No lo sé, Nycholas. ¿A que hora programaste tu alarma?
—Que se yo, quiero seguir durmiendo.
Nycholas se da la vuelta para seguir haciendo lo que prometió, y poco le importa tener la mitad de la cara babeada. Lo único positivo era que él no roncaba.
—Nycholas.
—¿Mmh?
—Apaga esa cosa.
Él estira el brazo hacia el morral, saca el celular, aprieta un par de botones y por fin tengo un descanso de ese horrible sonido que no paraba.
—Gracias, creí que nunca se detendría.
—Y no lo iba a hacer —guarda el teléfono y se sienta—, estaba programada para sonar cada cinco minutos hasta las ocho.
—¿No se supone que entramos a las siete?
—Es mejor llegar tarde que no llegar.
Buena filosofía de vida, evito decir.
—¿Me prestas tu baño? —dice poniéndose los zapatos—. Necesito lavarme la cara antes de ir al colegio.
No hace falta que lo digas, evito decir, por segunda vez.—Creo que está en el segundo piso.
—¿Qué? ¿No conoces tu propia casa?
—No, llegué la noche del asesinato de Marcus.
Decirlo era más fácil que recordarlo, y al hacerlo, solo escucho el sonido de su voz pidiéndome ayuda... Y el disparo, la mirada que traía al morir. Todo en ese orden que me recordaba mi fracaso, me pidió una sola cosa y fracasé: no pude ayudarlo, no pude salvarlo, solo lo contemplé morir desangrado en el suelo. No soy capaz de pensar en nada más que no sea en esa imagen que escarapelaba mi cuerpo.
—Oh.
Se queda estático, mis palabras le han despertado y quitado el sueño en cierto porcentaje. Creo que es muy temprano para tener esta conversación.
—¿Lo viste? ¿A mi padre?
—¿A Marcus?
—Él es el único padre que tengo —afirma—. No tengo ningún otro.
Respiro hondo y suelto un suspiro.
—Lo vi —presto atención a la expresión que pone, de eso depende si puede tolerar el resto, pero él permanece tranquilo aunque angustiado—, me pidió ayuda antes de que le dispararan dos veces.
Dos lágrimas caen por sus pecosas mejillas, no era tan gesticular como Handres —lo que entorpecía que pudiera adelantarme a saber que era lo que podría decir o sentir—, con él, era lo contrario. Lo que me llevaba a la conclusión de que en una situación de riesgo, Handres haría gestos, Nycholas estaría impávido y yo me quedaría petrificada del miedo: nunca sobrevivíamos, de hecho, no lo hicimos. Evadimos la muerte y la inmortalizamos en un cuadro de tiempo que detonará en cualquier momento.
Se levanta del sillón con apuro. —Necesito cinco minutos.
No iría a ver como estaba, ni invadiría su espacio como Handres, solo lo dejaría estar y llorar lo que quisiera llorar a su manera. Saco las cosas que no me servirían llevar a la escuela y dejo las más relevantes dentro de la mochila, pero todo era importante para mí y lo necesitaría para la huida que nunca concretaría. No poder irme era agobiante y desesperante, pero tampoco quería tentar mi suerte y ver que pasaría si salía del pueblo.
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MY DARK LIGHT© #PGP2024
Mystery / Thriller| finalizada | - historia registrada en Safe Creative (2403197373496) completamente prohibido la reproducción total y/o parcial de esta obra sin mi consentimiento previo. Celes Wright ha vivido mudándose de un lado debido al trabajo de sus padre...