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Son alrededor de las 2 de la mañana cuando una de mis pesadillas me despierta. Sobresaltada me incorporo y observo las calles solitarias. Las gotas de lluvia resbalan por el frío cristal de mi ventana, dejando tras de ellas serpenteantes caminos que se cruzan para formar el más fascinante de los laberintos. Distraída, paso mi mano por el vidrio, dibujando en el vaho garabatos sin sentido.

Es uno de esos días donde los recuerdos son demasiado fuertes y demasiado dolorosos como para fingir que no me importa.

En mi mente, se repiten una y otra vez diálogos hirientes y comentarios desgarradores que me hicieron pensar que no valía la pena. Flashbacks tan letales como los rayos que cruzaban el cielo me atravesaban el corazón sin piedad.

Sé que no he sido ni la primera ni seré la última a la que le romperán el corazón, pero nunca olvidaré realmente las cosas que me decían mis fallidos intentos de romance al rechazarme.

"No eres bonita."

"No eres interesante."

"No te lo tomes a mal, pero es que no haces nada bien. Apenas y puedes dar bien un beso."

"Nadie te va a querer nunca."

"Me gustas, pero solo para un rato."

"Nunca podré amarte, o ser algo más para ti que lo que soy ahora."

Me he sentido insegura desde entonces sobre prácticamente todo en mi vida. Era sumamente inexperta y solo trataba desesperadamente de que alguien me quisiera, aunque fuera lo más mínimo.
Incluso en mi relación con Anthony, podía haberle rechazado, podía haberle dicho que se fuera, que yo merecía más que una relación a medias. Pero no lo hice y traté de convencerme a mi misma de que eso era lo que quería.

Me iría lejos en pocos meses, menos lío así.

Ahora es que me doy cuenta de que yo aceptaría cualquier migaja de amor que él tuviera para ofrecerme porque así de poco me valoraba.

Cuando empecé a salir con Scott, mis miedos seguían ahí. Las viejas heridas todavía arden a veces.

Temía el momento en el que una de aquellas desgarradoras frases saliera de su boca, confesando que todo aquello había sido una mentira. Trataba de no sentirme insegura, o bueno, trato. Pero no ayuda precisamente que Scott sea lo opuesto a la palabra anónimo.

A su lado, soy prácticamente una niña. Cada experiencia nueva para mí, él ya lo ha vivido. Todo lo que a mí me parece maravilloso y deslumbrante, a él le aburre de todas las veces que lo ha hecho ya. Aunque trato de ignorar cómo me siento respecto a ello todo el tiempo me doy cuenta de lo inexperta que soy a su lado. Nunca podré llegar a su nivel de madurez, por mucho que me esfuerce.

En parte no quiero hacerlo, porque dejaría de ser yo. Lo amo y admiro a partes iguales, pero a veces pienso que mis temores me impedirán disfrutar plenamente mi relación, que nunca llegarán a desaparecer del todo y solo aumentarán con el tiempo.

Las lágrimas corren por mi rostro sin control mientras las inseguridades se apoderan de mi cabeza, asfixiándome y lanzándome de vuelta a la oscuridad. Observo a Scott dormir y una vez más me doy cuenta de lo mucho que lo amo y no puedo entender cómo puedo gustarle. ¿Quién puede amar a semejante desastre de persona? ¿Por qué? Es ilógico.

Alguien como él merece a una chica mejor, una que no esté apenas averiguando cómo no desmoronarse por la vida y que pueda darle lo que se merece. No soy suficiente para alguien como él.

Mientras la lluvia arrecia, abundo más en lo que sé sobre él.

Sé que su nombre completo es Thomas Scott Alvarez, sé que tiene 21 años y que su cumpleaños es el 3 de abril. Sé que sus padres viven bien y que no ha pasado muchas necesidades en su vida. De hecho, es un niño mimado en muchísimos aspectos. Sé que tuvo un pasado donde prácticamente se llevaba a la cama una diferente cada día, el número total de ligues que tuvo nadie lo sabe con certeza. Otra cosa que sumar a mis inseguridades.

Pero también sé que oculta dentro de sí una fortaleza inigualable y que los verdaderos secretos de su alma son desconocidos incluso para mí.

Estuvo un tiempo vagando sin rumbo por la vida, cuando huyó de casa hace ya unos años, hasta que un señor lo encontró y lo devolvió a sus padres.

No sé por qué escapó, ni quién era ese señor y en realidad, es un total misterio. Scott es extremadamente cerrado y le cuesta abrirse incluso más que a mí, poco a poco me va revelando cosas de su pasado, pero si le hago alguna pregunta demasiado personal se cierra instantáneamente.

"Algún día te contaré, te lo juro, pero... "

Cuando dice eso, sé que es momento de dejar de insistir. Ojalá me dejara estar para él de la misma forma que él ha estado para mí.

Se remueve en sueños y yo lo abrazo y deposito un beso en su frente.

-Te amo- le digo mientras acaricio sus abundantes rizos- más de lo que pensé que se podría llegar a amar a alguien. Quiero ser suficiente para ti, que nunca te arrepientas de estar conmigo y quiero brindarte el futuro que te mereces.

Suspirando, regreso a dormir.

Historia para una chica rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora