Capítulo 5

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Eran alrededor de las ocho de la noche cuando terminé de cenar con mis padres y subí a mi cuarto

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Eran alrededor de las ocho de la noche cuando terminé de cenar con mis padres y subí a mi cuarto. Estaba haciendo un esfuerzo enorme por no morderme las uñas, que ya tenía muy lastimadas, pero cuando tenía una idea dando vueltas en mi cabeza lo hacía. Y, por desgracia, siempre parecía haber algo listo para quitarme el sueño.

Esa noche se trataba del nombre que había leído en el mural de la escuela secundaria. Ronan Alexander. Pero no podía tratarse de mi Ronan, eso era imposible. Sí, imposible, tenía que metérmelo en la cabeza de una buena vez.

—¿Qué estás haciendo?

Di un salto al escuchar la voz de Ronan. Eso no solía ocurrirme con frecuencia, así de distraída estaba. Noté entonces que había estado estrujando con ambos puños la parte baja de mi camiseta con tanta fuerza que al soltarlos quedaron dos marcas en la tela.

—Eh... solo estaba pensando... No es nada.

—¿Tu padre insistió con el tema de la universidad? —me preguntó y se sentó en el borde de la cama.

Negué con la cabeza. Honestamente, no estaba segura, tampoco había prestado mucha atención durante la cena.

—Tal vez ya se dio cuenta de que ese tema te afecta. Y bien, ¿me leerás un poco hoy?

—Sí, pero más tarde, ahora necesito estudiar —me excusé.

—Oh, de acuerdo —dijo Ronan mientras se levantaba—. Te dejo entonces, regresaré cuando me llames.

—Ey, espera —me apresuré a decir.

—¿Sí?

—Ronan, tú... ¿acaso tienes un segundo nombre?

—¿Qué? —Mi pregunta lo tomó por sorpresa—. Yo... no lo sé, no lo creo. Si lo tuviera lo sabría, ¿no?

—¿Y cómo sabes que te llamas Ronan? Fuiste tú quien me lo dijo aquel día en el hospital. ¿Cómo lo sabes?

Se tomó un momento para responder. Parecía confundido.

—No estoy seguro, solo lo sé. A veces... solo sé las cosas.

—Uhm... —Asentí—. De acuerdo, puedes irte, nos vemos más tarde.

Él asintió con la cabeza y se esfumó en la nada. Yo lo dudé por un momento, pero luego decidí que llevaría a cabo mi plan inicial: buscaría a ese chico, Ronan Alexander. Solo así me quedaría tranquila a respecto.

Tomé mi laptop y me senté en la cama. Como en la mañana, mis dedos comenzaron a temblar solo de pensar en que debía buscar algo relacionado con el accidente. Pero en eso Ronan tenía razón, aunque no quisiera reconocerlo: no podía seguir huyendo por siempre.

Con mucha calma, tecleé el nombre del puente donde todo había ocurrido. Lo borré de inmediato. No podía hacer eso, me llevaría a imágenes directas de ese día, me agité solo de pensarlo.

Lo que susurran los peces ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora