A través de una ventana se encontraba el demonio rojizo observando con plenitud a los pequeños niños juguetear en las pacíficas calles del Barrio Caníbal, podría decirse que era su lugar favorito en todo el infierno. Sin vulgaridades, todo era antiguo, como si se hubiesen quedado atrapados en la época de los años 30. Comían como él, eran como él. Más o menos.
Un lugar muy confortable a su parecer, sin mencionar que allí habitaba una de sus amistades más antiguas, y probablemente, la última que le quedaba.
—Ya vine, dulzura —dijo una voz suave adentrándose en la habitación en la que se encontraba—. Disculpa la demora.
Tenía en las manos dos tazas de café oscuro, ninguno con azúcar. Se sentó como toda una dama, remendando su largo vestido rojo para acomodar mejor sus piernas y poder cruzarlas mientras conversaba con su viejo amigo.
—No te preocupes, querida —aceptó la taza y sorbió un poco.
—¡Bueno, cuéntame! —exclamó con alegría—. ¿Qué has hecho en estos 7 años? Te fuiste de vacaciones y ni una carta me escribiste.
—Rosie, tranquila —suspiró manteniendo la sonrisa—. No fui de vacaciones, simplemente estuve atendiendo ciertos asuntos personales.
—¿Por 7 años? —arqueó una ceja dudosa.
—Es difícil de explicar, pero respondiendo a tu pregunta, sí.
—Esos... Asuntos, ¿son algo de lo que me tengo que preocupar?
Este se quedó callado por unos segundos, desvió la mirada pensando en las palabras que ya había planeado en decirle, pero sin mostrar algún titubeo, ella lo conocía muy bien, entonces era difícil mentirle.
—Nada de lo que tengas tú que preocuparte, estuve haciendo algunos planes y si todo sale como espero, podríamos conseguir a un aliado muy fuerte de nuestro lado.
—Entiendo, ¿eso está relacionado con tu estancia en el hotel de la princesa? —tomó la mitad de su café esperando una respuesta.
—A decir verdad, sí, mi objetivo está adentro —se encogió de hombros.
—¿Quieres a la princesa? —dejó a un lado su taza y acercó más la silla hacia la dirección del pecador.
—No me gusta alardear tanto, pero... —sonrió orgulloso y miró sus garras—. Podría decirse que ya la tengo en mi bolsa.
De un momento a otro el más alto sintió un golpe seco sobre la cabeza, haciéndolo bajar la mitad del cuerpo hasta el suelo y agachar las orejas por el repentino dolor, no se lo esperó.
—¡Alastor! —frunció notablemente—. Jugar con los sentimientos de una dama no es de caballeros, ¡qué mal educado!
—¡Oiga! —levantó la cabeza con el cabello desarreglado y dando con la silla varios saltos para atrás—. ¿A qué se debe tanta agresividad?
ESTÁS LEYENDO
Fear [Charlastor]
FanficEl corazón de un demonio, gélido y duro como hielo e impenetrable cuál metal, pero inclusive el hierro más fuerte es capaz de derretirse ante el calor suficiente. Perforando en su interior y destrozando sus defensas hasta quedar tan vulnerable como...