Capítulo 4: Soledad

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Habían pasado horas desde que la princesa no salía de su cuarto, oculta entre las sábanas todavía pensando en que hacer, Alastor por su parte había solicitado un momento para cambiarse de atuendo y acicalarse, una excusa para alejarse del drama qu...

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Habían pasado horas desde que la princesa no salía de su cuarto, oculta entre las sábanas todavía pensando en que hacer, Alastor por su parte había solicitado un momento para cambiarse de atuendo y acicalarse, una excusa para alejarse del drama que la chica causaba, según él.

Suspiró rendida y se sentó sobre el colchón, giró la cabeza viendo un retrato de su mejor amiga y ella abrazadas, sonriendo felices de haber ido juntas a visitar Lu Lu World, el parque temático más grande del infierno, propiedad de su padre. Fue un recuerdo que la hizo sonreír y le dio las suficientes fuerzas para lavarse la cara e ir a por una buena charla de reconciliación, no echaría 3 años de amistad por el retrete así de fácil.


Salió de su recámara con lentitud y bajó las escaleras con apuro, algo tímida y apretando sus manos, tocó la puerta de la habitación de su amiga, esperando alguna contestación de su parte, aunque fuese la más débil, nada.

—¿Vaggie? —se encorvó pensando en que quizás no le quería abrir—. Lamento haberte gritado, estaba muy confundida, debí haber escuchado lo que me tenías que decir antes de sacar conjeturas sin sentido, ¿podrías abrirme, por favor? Prometo ser toda oídos.

Empujó un poco la puerta y entonces la vio abrirse, asomó la cabeza y notó que no había nadie dentro, de hecho, no había nada más que lo que ofrecía el hotel, una cama, estantes y roperos. Se sorprendió sin entender qué ocurría.

—¿Buscas a Vaggie? —preguntó una voz detrás de ella.

Dio un respingo y se volteó rápidamente, exhaló calmándose y poniendo una mano sobre su pecho para modular la respiración. Sonrió al ver que era su amigo.

—¡Angel! —se aproximó—. Sí, la busco, ¿sabes dónde está?

—Charlie, reinita... —rascó su nuca con pena—. Ella ya se fue.

Abrió los ojos como platos quedándose helada, no supo qué pensar y la culpa comenzó a pesarle, sus muñecas temblaron, así que las sujetó queriendo controlarse, respiró profundo y acomodó su cabello.

—¿C-Cómo que se fue? —tartamudeó—. ¿A dónde? ¿Por qué?

—Te voy a ser sincero, no sé a donde se dirigió, pero salió hace como unos 20 minutos —señaló la puerta—. Intenté convencerla de que se quedara, pero ya ves que todo me sale del carajo.

—No puede ser, f-fue por la pelea, ¿fue por eso? Y-Yo no quería, no q-quería que se fuera, esto es mi culpa —agarró su rostro con fuerza y se limpió el maquillaje que comenzaba a derramarse de sus ojos.

—Ay, no llores, no llores —agitó dos de sus brazos extra sin saber cómo reaccionar, con los superiores la agarró de los hombros y la escoltó suavemente al bar de Husk—. No soy bueno con los consejos, gatito ayúdame —imploró sentándola sobre los taburetes.

Fear [Charlastor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora