11: Eras más atrevido antes.

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Este va a ser el último extra

   SOFÍA



— Que boluda que sos —reclamó Enzo negando con la cabeza mientras se iba a buscar un botiquín al baño de la casa que habíamos alquilado para el fin de semana en Argentina.

Yo sentada encima de la mesada de la cocina riéndome sin entender mucho. Me dolía la rodilla sí, me había caído hace nada cuando entramos, pero bueno era para tanto. Nos habíamos fumado uno a escondidas ya que en la casa estaban varios familiares de Enzo de visita. Cuatro de la mañana pasadas marcaba el reloj de la cocina. Me quedo mirando un punto fijo hacia fuera en el jardín en donde las luces led de la piscina reflectaban el color azul que alumbraba todo. La verdad me dejaba bastante colgada los efectos del porro y no estaba acostumbrada tampoco, la última vez que probé terminé cogiéndome a mi ex, todo eso antes de escaparme a Italia medio año.

Una risa abandona mi boca recordando todas y cada una de las locuras que pasaron antes de que finalmente me pusiera en algo serio con Enzo. La verdad era bastante promiscua ahora que me pongo a pensar, que bueno que senté cabeza de una vez por todas.

— ¿De qué te reís amor?

Desvío mi vista hacia Enzo que venía con una cajita en mano mirándome con curiosidad. Me encojo de hombros con una sonrisa.

—De las cosas que me pasaron —murmuro mirándome la rodilla en la que el morocho ya me estaba pasando un algodón con alcohol. Frunzo las cejas al sentir el ardor pero no me quejo, me mira invitándome a seguir contándole y ladeo la cabeza—, Como esa vez que viniste a casa y vimos...

— ¿Esa película de trolos y que me comí todos los pochoclos? —me interrumpe con una sonrisa mientras me pone una curita.

Asiento.

—Eras más atrevido antes igual —agrego mirándolo cuando se pone entre mis piernas y me acaricia los muslos con las yemas de los dedos. Aprovecho para rodearle el cuello con mi brazos y mirarle brevemente la boca.

Está cada día más lindo, es una cosa increíble. Con los rasgos las duros, más hombre, ya no tan nene como cuando lo conocí. Y ahora mío.

—¿Ah sí? —se ríe chasqueando la lengua —, Vos también, estás re pichi.

Frunzo las cejas fingiendo indignación. Hay q admitir q ya no estamos tan hormonales como cuando nos conocimos, señal de que ya estábamos madurando como pareja. El sexo no dejaba de ser algo fundamental para nosotros de todos modos, cogíamos cada vez que podíamos y no era precisamente poco. Pero se estaba volviendo algo repetitivo, ya no hacíamos las mismas cosas q antes.

Y bueno pero porque siempre hacemos lo mismo.

La cara de Enzo fue un poema. Se le borró automáticamente la sonrisa de la cara. ¿Lo dije o lo pensé?. A mi también se me borró la sonrisa. El ambiente de bromas se había esfumado casi de repente y me tuve que soltar de él de lo tenso q se puso. Fumar me ponía más sincera de lo normal.

La tensión que se formó era tan filosa q empezaba a incomodar. Nos miramos a los ojos y por primera vez en mucho tiempo me volvía a sentir como cuando estaba en mis últimas instancias con Julián o peor, como cuando todo se volvió monótono con Lisandro.

Enzo asintió. Lo sentí como una respuesta silenciosa. La manera en la que se rascó la nuca y sus ojos buscaban alguna expresión de vacilo en lo que había dicho. Abrí mi boca pero no salió ni un "a".

— Yo también siento que esto se está volviendo repetitivo —acota alejándose un poco de la mesada, abandonando su tacto sobre mi piel. Me quedo callada pero trago saliva y en empieza a latir fuerte el corazón. Como si ese tema me hubiese estado persiguiendo la cabeza todos estos meses. No era un tópico que quería tocar, mucho menos porque me estuve haciendo mucho la cabeza con otras cosas y actitudes de él, que me llevaban a desconfiar.

Y me parecía raro porque; yo nunca desconfiaba de él sobre ese tema.

— Hace meses que estás raro, tampoco es como que me puedo soltar cuando lo hacemos —me encojo de hombros haciendo una mueca.

— Vos estás rara —acota apenas termino de hablar.

— ¿Yo? —hago una montañita con los dedos riéndome con un deje de ironía—, No me hagas hablar. —ruedo los ojos mirando para otro lado.

— ¿Qué?, Decime —murmura haciendo que vuelva mi atención a él, me encojo de hombros.

— Que se yo, estás re distante, me coges distinto no sé, no quiero indagar —no le sostengo mucho la mirada al decirlo y me muerdo la mejilla interna.

Nada que ver, Sofía









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