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- ¿Me estáis jodiendo?

- No es así, su majestad. Gunwoo acaba de morir, esta mañana.

- El único omega, de todos esos malditos inútiles, que me pudo dar herederos, ¿acaba de morir?

- Así es.

El rey hizo una mueca y se levantó de su trono, pasando por alto a los mensajeros y yendo a la habitación donde se encontraban sus bebés de apenas seis meses. Tomó cuidadosamente a la niña que se encontraba despierta en sus brazos, ella abrió como pudo los ojos, encontrando la mirada azul de su padre que sonreía con ternura.

- Lee, ven aquí.- Ordenó. Un caballero de cabello rubio y lindas pecas apareció al cabo de unos segundos y se inclinó ante el rey. - Organiza una reunión para ésta tarde.- El contrario asintió. - Puedes retirarte.

En cuanto estuvo sólo con la bebé, se sentó en la alfombra y comenzó a mecerla mientras cantaba una canción de cuna que algún omega, no recordaba quién, le había enseñado.

Luego de hacer dormir a su hija la colocó con mucho cuidado en su cunita junto a su hermano, tapándolos con el edredón para protegerlos del frío.

Salió de la habitación y le pidió a una de las sirvientas que le buscara el traje más elegante de su armario, pues ésta probablemente sería la reunión más importante del año.

Se metió al baño y se miró al espejo, admirando su propio rostro. Y es que hasta él mismo lo admitía, era tan bello que parecía esculpido por los dioses; sus ojos, sus labios, su nariz, sus cejas, toda su cara era perfecta. Y ni hablar de su cuerpo.

Aunque había algo que odiaba de él; su sonrisa. Su mirada era sumamente dominante, sin embargo al sonreír cualquier rastro del alfa intimidante que era desaparecía, dejando una sonrisa llena de ternura. "Sonrisa de omega" lo llamaba él.

Luego se bañarse, vestirse y maquillarse salió de sus aposentos, yendo hacia la sala del trono y sentándose en su lugar.

A cada lado del gran trono yacían dos cunitas, una perteneciente a su hija y la otra a su hijo. El trono del omega permanecía vacío.

Las horas pasaron rápido, para su suerte, y finalmente la tarde llegó. El rey convocó a la corte y a sus cortesanos, pronto todos se encontraban reunidos.

- Bien, todos sabéis la razón por la que estáis aquí, ¿cierto?

- Así es, su majestad.

- Os he convocado debido a la muerte de mi esposo, Kim Gunwoo. Como sabéis, hasta ahora ninguno de mis otros omegas ha podido concederme un heredero.- Todos asintieron en respuesta. Bang prosiguió;- Vale. Por lo tanto, necesito un nuevo omega, no puedo perder el tiempo. Traed al omega más bello de éste reino.- Ordenó.

- Majestad, no podem-

- Haced una lista con todas las familias que tengan hijos omegas y seleccionar a los más bellos. Éstos tendrán que presentarse aquí, ante mí.

- A sus órdenes.

La reunión acabó y todos se fueron.

Seo Changbin era uno de los caballeros que se encargarían de buscar a los omegas más bellos de todo el reino y de hecho ya se encontraba en camino a Joseon. Las calles estaban inundadas en calor, la gente caminaba y se empujaba entre sí, los comerciantes insistían en vender y varios niños corrían libremente por las veredas.

Se detuvo en una tienda, estaba llena de personas. Se adentró en ella y se dirigió al alfa dueño de ésta.

- Un saludo, ¿podría pedirle un favor?- Habló.

𝕆𝕞𝕖𝕘𝕒 𝕂𝕚𝕟𝕘 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora