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(Lean el mensajito que está al final ✨)

Joven y delicado, un precioso omega digno de la corona de Thalassia.

Bueno, así sería si no fuera omega.

Mientras tanto, su función solo era ser la máquina creadora de engendros.

Habían pasado menos de diez años pero él había cambiado mucho, aunque obviamente sin perder su encanto.

Sus ojos color miel seguían siendo los mismos de apariencia sumisa que hacían a cualquier alfa babear, su voz seguía siendo tan suave y delicada como la de un mismísimo ángel y ni hablar de su corazón tan puro y sincero. Su cuerpo era tan delgado y delicado aún después de haber dado a luz a un bebé.

Todo eso le pertenecía a Park Sunghoon, alfa de raza pura y rey legítimo de Thalassia.

-Majestad, ha llegado esta carta desde Joseon. -Dijo uno de los donceles, entregándole aquel sobre de papel al omega.

-No tengo ganas de leer, Heesung. ¿Podrías leerlo por mi, por favor? -Pidió amablemente, su delicada voz sonando como una melodía de arpa.

-Es una invitación a la boda del rey de Joseon, se llevará a cabo mañana. Pide disculpas por avisar de forma tan repentina, pero es importante tener el honor de contar con su presencia allí.

-¿Mi esposo sabe de esto?

-Él carruaje los está esperando, el rey ha dado la orden de que se aliste y lo encuentre en diez minutos.

-Gracias, Heesung. Puedes retirarte.

El doncel hizo una reverencia antes de salir de la habitación, dejando solo al pelirrojo, quien comenzó a alistarse.

Al cabo de unos cuantos minutos, Sunoo ya estaba sentado en el carruaje junto a su esposo Sunghoon, frente a ellos se encontraba Niki, hermano menor del rey y omega. El pelirrojo le dirigió una mirada cómplice al otro omega antes de que comenzaran su viaje.

El camino fue algo largo pero se pasó volando de todos modos, llegaron a Joseon en lo que se sintió como un abrir y cerrar de ojos.

Sunoo contuvo el aire en su pecho al reconocer el lugar donde estaban; toda su infancia la había pasado allí, en un reino precioso donde bellas flores decoraban cada rincón, los comerciantes regalaban dulces a los niños que corrían jugando por las calles y podías oler a kilómetros el delicioso pan que horneaban los omegas de cada casa.

Ahora todo era distinto, los niños no jugaban, los comerciantes estafaban y los omegas pasaban más tiempo trabajando que horneando pan.

Sunoo hizo una triste mueca al pasar por aquellas calles donde tan feliz había sido, hasta que algo llegó a su cabeza.

Seungmin.

Seungmin estaba aquí, en este reino.

Seungmin podría estar en alguna de esas casas.

Podría pedirle a Sunghoon que lo sacara de ahí.

-Majestad. -Llamó de inmediato.

-Dime, cariño.

-Hay aquí un omega... Era mi mejor amigo antes y es como un hermano para mi, su situación no es buena. ¿Existiría la posibilidad de llevarlo con nosotros a Thalassia?

-¿Cómo es el nombre de ese omega?

-Seungmin... Kim Seungmin.

Sunghoon cerró sus ojos un momento, pensando.

-"Kim Seungmin"... ¿No es el omega del rey?

-¿Qué?

Palideció.

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