Y vaya que sí fue un día ocupado.
Clases de etiqueta, francés, inglés y hasta coreano, ¡¿por qué rayos ese loco le había puesto clases de coreano?! ¡Seungmin sabía perfectamente su idioma! ¡Era coreano!
Dio un paseo por el jardín junto a Chan. Fue el más aburrido de su vida.
La cena fue lo más tedioso de todo el día. Literalmente el rey no lo dejó ni moverse, había sirvientes por todos lados, por poco hasta le dan la comida en la boca. Ridículo, totalmente ridículo.
Ahora se encontraba en su habitación, con el torso sobre la cama y la cabeza casi tocando el suelo, sus pies le dolían por haber caminado tanto todo el día.
Su mente viajó unos años atrás, recordando la promesa que no pudo cumplir, la promesa que había hecho con aquel omega pelirrojo de rostro angelical; ojos grandes y expresivos, nariz pequeña y labios definidos decorando encantadoramente su delicada y lechosa piel.
"Prométeme que algún día escaparemos de éste asqueroso reino y seremos felices juntos" el joven pelirrojo alzó su meñique en dirección al pelinegro.
"Lo prometo, Sunsolecito" sonrió, entrelazando ambos meñiques.
Pero, no siempre se puede esperar que omegas de clase baja tengan un final feliz.
Aquel horrible día, el cielo derramó sus lágrimas a la par de un joven Seungmin, quien gritaba y rogaba desesperado que no se llevaran a su mejor amigo. Cruelmente, aquellos alfas musculosos y altos entregaron una buena cifra a los padres de Kim Sunoo antes de llevárselo fácilmente y sin mucho esfuerzo ya que al ser tan pequeño y delgado, no tuvo fuerzas para defenderse.
Seungmin presenciaba todo, tratando con todo su ser de que no se llevaran a la única persona en ese cruel mundo que lo comprendía, lo cuidaba y lo amaba...
Sin embargo, al igual que todo, fue en vano.
Finas gotas resbalaron delicadamente por las mejillas de Seungmin antes de que se sentara en la orilla de la cama con su espalda recta y secara sus lágrimas al escuchar pasos fuera de la habitación.
-Olvidaste tu- ¿Seungmin? ¿Qué haces? -Chan levantó las cejas, acercándose al omega y dejando sobre la cama un pequeño collar perteneciente al menor.
-N-nada... -se apresuró a decir, sorbiendo su nariz. -Gracias, alteza. -susurró, refiriéndose al collar.
Bang asintió, fijando sus ojos en aquella joya.
-¿Dónde lo conseguiste? -Preguntó.
-Ah... Alguien me lo obsequió hace mucho tiempo, es muy preciado para mi.
-¿Quién?
-Alguien.
-¿Cuál es su nombre?
-N-no lo recuerdo, lo siento. -Mintió.
-¿Cuál era vuestra relación?
Kim contuvo el aliento, negandose a responder. Pues no le diría a su casi esposo, rey de Joseon y prácticamente dueño que la persona que le había obsequiado ese precioso collar había sido su primer amor, mucho menos le diría que su primer amor fue...
-Te hice una pregunta, omega. -Habló, poniéndose de cuclillas frente al menor y viéndolo fijamente. -Y cuando hago preguntas, me gusta que respondan. -Añadió, forzando una retorcida sonrisa.
-Lo siento, era mi amigo. -Respondió de forma automática.
-Tú "amigo", ¿mh? -Levantó una ceja de forma burlona. Kim asintió, temeroso. -No necesitas ningún amigo teniéndome a mi.
-Pero-
-Déjame terminar. -Ordenó con voz firme. -¿Quieres amigos, cosita?
-S-si...
Chan se inclinó levemente hasta que su aliento encontró el oído de Seungmin y soltó una corta risa baja y rasposa antes de susurrarle: -El único amigo que necesitas, lo conocerás mañana después de la boda, cuando apaguemos las luces y la puerta de la habitación quede cerrada, cuando nadie pueda oírnos, ¿comprendes?
Luego de decir esto, no esperó una repuesta por parte de Seungmin. Simplemente tomó el collar, apretandolo entre sus largos dedos y saliendo de la habitación.
El omega se quedó atonito, respirando pesadamente y con sus ojos lagrimosos. Sus pensamientos lo aturdían al repetirle miles de veces la misma frase:
Se llevó el collar. Chan se llevó el único recuerdo que tenías de Sunoo. Se lo llevó.
Una vez más comenzó a temblar, se abrazó a sí mismo cayendo de rodillas al suelo.
Eres un imbécil, ¿no pudiste ser más cuidadoso? ¿Qué harás ahora? No lo olvidarás. Nunca. Una herida la cual pensaste que ya estaba cerrada se volvió a abrir.
Maldita sea.
Se recostó en el frío suelo sin dejar de abrazarse a sí mismo, soltando los sollozos que tenía retenidos. Mechones de su brillante cabello azabache cubrieron sus húmedos ojos y cerró los mismos, procurando poder llorar en paz.
Una vez más estaba atrapado, una vez más estaba sufriendo, una vez más ya no sabía que hacer con su miserable vida, una vez más lamentaba haber nacido, una vez más lamentaba ser un débil e inútil omega.
Una vez más quería morir.
Los torturosos recuerdos taladraban en su interior sin dejarle descansar. Un agudo sonidito se hizo presente en sus oídos, torturandolo aún más.
Una vez más estaba viviendo la misma escena.
Como el día en que se llevaron a Sunoo.
Un fuerte dolor apareció en su pecho al mismo tiempo que el frío recuerdo y su vista se nubló.
-¿Por qué las cosas tienen que ser así?
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𝕆𝕞𝕖𝕘𝕒 𝕂𝕚𝕟𝕘
Fanfiction-"Traedme al omega más bello de éste reino." Esa fue la orden que dio el rey Bang luego de la muerte de su esposo omega.