Chan le dedicó una mirada seria e intimidante antes de ponerse de pie.
—¿Con permiso de quién?
Seungmin entre cerró los ojos.
—¿Qué?
—¿No escuchas o te haces el idiota? Te pregunté a quién carajo le pediste permiso para salir de aquí.
—¿Y tú a quién le pediste permiso para andar con otros omegas?
—Pero Seungmin-
—No. Responde, Chan.
Mierda.
Esta vez fue Bang quien entre cerró los ojos, frunciendo el ceño.
—Es mi derecho. —dijo finalmente.
—No, claro. Tú tienes derecho de ir a revolcarte con otros omegas pero yo no tengo derecho de salir a tomar algo de aire. —Seungmin de cruzó de brazos, sarcástico.
Entonces Chan se acercó, tomándolo de la barbilla.
—No importa con cuántos omegas me haya revolcado, mi deseo siempre vas a ser tú, Kim Seungmin.
—Ninguno de esos prostitutos con los que te acuestas va a estar a mi altura, Christopher Bang Chan. —Seungmin se rió mentalmente de sí mismo al escucharse decir esas palabras, sabiendo que en realidad no se consideraba la gran cosa y que solo estaba jugando a tentar a Bang, queriendo ver hasta donde podía llegar su paciencia.
—Tenlo por seguro, cosita.
Finalmente ambos pares de labios se estamparon el uno con el otro. Seungmin sintió cómo su estómago daba vueltas y sus mejillas ardían, posando sus pequeñas manos en los anchos hombros de su alfa. Las manos de Chris, que descansaban sobre la cintura de su omega, comenzaron a acariciar suavemente la zona.
Al romperse el beso, lo único que se escuchaba en aquella habitación eran los leves jadeos y los suspiros de la pareja.
Y volvieron a unir sus labios.
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—¿Estás s-seguro de que el rey no va a descubrirnos?
—Silencio, Minho.
—No puedo estar tranquilo cuando estamos prácticamente escapando del castillo, Changmin.
El delta mayor rodó los ojos sin dejar de alumbrar el camino con la antorcha, tratando de aguantar las ganas de darse vuelta y darle una patada voladora en la cara al chico tras él.
Y bueno, eran Deltas.
Deltas.
Deltas.
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en Joseon donde Deltas, alfas, omegas, betas y Gammas convivían juntos en armonía. Sí, un tiempo donde no importaba a qué casta pertenecieras, podías ser feliz.
Hasta que él llegó.
«—Quiero que los Deltas sean encerrados bajo el castillo, y los Gammas sean expulsados de Joseon. Son especies que no pueden continuar reproduciendose.»
Vaya viejo con cero porciento de conocimientos sobre reproducción sexual.
Bueno, sigo.
«El omega a su lado se cubrió la boca, atonito ante la orden que había dado el rey, haciendo que el anterior mencionado desviara su atención hacia él.
—Me parece que los omegas se ven más lindos cuando no hablan.»
Nueva ley, la ley de los omegas y sus velos.
Ese día surgieron más de cien leyes nuevas, pero solo voy a nombrar las más importantes.
- Los omegas solo pueden quitarse su velo si un alfa se lo ordena.
- Los Deltas no pueden estar sueltos, ellos deben ser encarcelados para no seguir reproduciendose si no queremos que la historia se repita.
[Para los que no saben, existen historias donde los Deltas antiguamente se alimentaban de carne omega. Esto está presente en nuestra historia]
- No se permiten Gammas en Joseon. De encontrarse uno, será eliminado.
Y la última ley y más ridícula.
- Los reyes alfas pueden tener más de tres omegas a su servicio, el primer o la primera omega que le dé un heredero tendrá el privilegio de casarse con el rey. Los otros omegas serán simplemente concubinos. Llamado como Harem.
En cuanto a los Gammas qué fueron desterrados...
Eso lo vamos a dejar para otro momento.
—Changmin...
—¿Qué mierda, Minho?
—¡Veo un guardia!
Ambos Deltas entraron en pánico, sin saber por donde escapar al estar en un pasillo estrecho y oscuro.
Changmin apagó rápidamente la antorcha y empujó a Minho contra la pared, susurrando con urgencia.
—No te muevas ni hagas ruido, ¿entendido?
Minho asintió frenéticamente, tratando de controlar su respiración agitada. El pasillo oscuro parecía volverse más estrecho, y ambos Deltas intentaron mezclarse con las sombras mientras escuchaban los pasos del guardia acercarse.
El corazón de Minho latía tan fuerte que temía que el guardia pudiera oírlo, por lo que maldijo en voz baja.
El guardia pasó por el pasillo, sus ojos ajustándose a la oscuridad. Minho contuvo la respiración, sintiendo como si todo su cuerpo se congelara. Pero, para su alivio, el guardia siguió de largo, aparentemente sin percatarse de su presencia.
Changmin esperó unos segundos más, asegurándose de que el guardia había pasado antes de volverse hacia Minho.
—Vamos, rápido.
Minho asintió nuevamente, antes de comenzar a correr en dirección a la puerta de madera que estaba al final del pasillo.
—¿A dónde piensan que van?
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Holaaa, soy Hia.
Lo siento por traerles un capítulo tan corto y pedorro pero tenía un bloqueo y lo único que se me ocurrió fue esto.
