|08|☽༓☾|

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—Sun...

—Dime.

—Aún lo conservas. —Susurró Seungmin, viendo el collar que rodeaba el cuello del otro omega. Sunoo asintió.

—Fuiste y siempre serás una parte muy importante de mi vida, Minnie. Te extrañé demasiado.

El pelirrojo estiró su brazo hacia Seungmin, aguantando las lágrimas cuando el menor lo rodeó en un abrazo.

—¿Aún...? Ya sabes... —Preguntó el pelinegro.

—Aún me siguen gustando los omegas. Sunghoon no sabe de eso y preferiría que no supiera nunca, nadie sabe lo que es capaz de hacer ese alfa.

Seungmin suspiró antes de soltarse del abrazo al escuchar tras ellos los pasos de Chan.

—Kim, ha sido solicitada tu presencia por la costurera.

—Enseguida voy.

—Ahora.

—Dije que ense-

Y yo dije que ahora.

—Ma-jestad...

Y cuando yo doy órdenes, me gusta que se cumplan.

—A-alteza... —murmuró Sunoo.

Chan miró hacia abajo y levantó las cejas al ver a ambos omegas en el suelo, temblando y tapando sus oídos. Y era obvio, él era un alfa de raza pura usando su voz de mando en omegas jóvenes y débiles.

Sonrió de lado y se agachó lentamente para tomar a Seungmin en sus brazos de forma delicada.

Ahora te vas a callar y vas a obedecer, ¿entendido, omega?

Seungmin apoyó su frente en el pecho del alfa para ocultar las lágrimas que resbalaban por sus sonrojadas y —ahora— húmedas mejillas, soltando suaves e inaudibles sollozos de vez en cuando.

El pelirrojo que seguía en el suelo juntó fuerzas para ponerse de pie y acercarse a Chan, sus piernas seguían temblando, sus oídos producían un constante zumbido y su vista estaba nublada pero estaba decidido a revelarse, quería hacerle entender a Chan que no le hiciera daño a Seungmin.

—Majestad... —susurró con su respiración entrecortada. El rey hizo una mueca y arrugó el entrecejo, aún sin apartar la vista del collar que se encontraba en el delicado y lechoso cuello del omega pelirrojo.

—Vete de aquí antes de que me enfade de verdad y Sunghoon se entere de tu engaño.

—¿Qué? ¿Cómo?

El alfa abrió la boca, preparándose para hablar, sin embargo sintió un toque en su pecho y bajó la vista, viendo a un Seungmin completamente sonrojado, con sus ojos llorosos y mareado. Lo primero que pensó fue que se veía hermoso en ese estado, tan débil y vulnerable, justo como a él le gustaba.

—M-me duele mucho la cabeza... —murmuró el pelinegro.

El zumbido de sus oídos se hacía cada vez más agudo y constante, sus párpados pesaban y el mareo aumentaba.

Eso no había sido nada más por usar su voz de mando.

—Seungmin, ¿qué pasa?

El omega se mantuvo en silencio, haciendo frustrar al mayor.

—Habla, Kim.

—No me siento bien...

—¿Has estado comiendo correctamente?

Seungmin negó.

Bang, frustrado, comenzó a caminar hacia dentro del castillo llevando al omega en sus brazos y dejando solo a Sunoo.

El pelirrojo suspiró y puso una mano en su frente tratando de calmar el horrible dolor de cabeza que había dejado aquel alfa al usar su voz de mando.

La preocupación en su interior no lo dejaba calmarse, comenzó a caminar por el jardín, pensando en cómo había sido que Bangchan se enteró de su engaño hacia Sunghoon. Sunghoon no podía enterarse, y menos de que su amante era nadie más ni nadie menos que Niki.

Tampoco podía saber que el pequeño bebé que Sunoo había dado a luz hacía solo tres meses era hijo de Niki.

El pelirrojo conocía demasiado a su esposo y sabía lo que era capaz de hacer; sería capaz de ejecutar a su propio hermano por el solo hecho de haberlo traicionado, de eso no tenía duda.

Mientras tanto Seungmin se encontraba parado sobre un pequeño banco, dejando que la costurera tomara las medidas de sus brazos y cintura para acabar de confeccionar el traje de bodas.

El dolor de cabeza y el zumbido ya no estaban, una doncella le había entregado unas vitaminas —por orden del rey— y le dio las indicaciones de cuándo ingerirlas.

Cuando la costurera real acabó de coser el traje le pidió al omega que se lo probase, y así lo hizo el menor.

Chan, que se encontraba también ahí observando, sintió cómo perdía el aliento al ver el precioso traje que llevaba puesto su omega.

Seungmin salió de detrás de las cortinas, viéndose completamente encantador con su traje que se adhería a su cuerpo como una segunda piel, marcando su diminuta cintura y sus gruesos muslos.

—¿Me veo bien? —Preguntó en voz baja, más para sí mismo que para alguien más.

—No.

El pelinegro hizo un puchero y se volteó para quitarse el traje, pero fue interrumpido por Chan.

—Te ves perfecto. No puedo creer que en este mundo exista una criatura con semejante belleza, Dios mio, Seungmin, me encantas. —Suspiró. —No puedo esperar a que mañana acabe la boda.

—¿Quiere que acabe la boda?

—Cuando todos nuestros invitados se vayan y por fin pueda tocar tu hermoso cuerpo a gusto, sin interrupciones ni distracciones.

Seungmin se sonrojó como nunca antes y fijó su mirada en el rey.

—Majestad, con todo respeto, pero, ¿y sus cachorros?

—Ellos tienen a su cuidadora, no te preocupes por eso.

—Pero son bebés... Necesitan pasar tiempo con su papá...

—Mjm. También necesitan pasar tiempo con su mamá, pero el inútil ese se murió.

Seungmin frunció el ceño, incrédulo ante las palabras de Chan.

—¿Qué está diciendo? ¿Sabe usted lo difícil que es vivir siendo omega?

—No quiero discutir ahora, Seungmin.

—Pero n-

—No me obligues a volver a usar mi voz de mando contigo, y ve a cambiarte el traje. Nos veremos mañana en la boda. —se puso de pie, caminando hacia la puerta y abriendola. —Por cierto —se volteó. —, no quiero que te acerques al omega del rey de Thalassia, no me da buena vibra.

Y con eso, salió, cerrando la puerta con fuerza.

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