Capitulo 14

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No es como si luego de ese beso fuesen algo, o como si aun fuesen un nada.

Estaban en la muy incomoda y despreciable mitad.

Estaban justo en el limbo de las relaciones afectivas.

-. No quiero pintarte aun -, murmuro mientras caminaban hacía el corredor tomadas de las manos, el destino siendo la puerta del fondo.

-. ¿Sabes que eso significa que no me veras desnuda?

-. Sí -, afirmo -. Y realmente no me importa -, agrego con cierta indiferencia.

-. No puedo creer que hayas dicho eso, Lucero…

-. Yo tampoco -, dijo con una dulce sonrisa, su mirada avergonzada fijándose unos segundos en el suelo -. Tal vez me estoy volviendo loca -, se burlo.

-. Ya lo estabas…

Lucero se detuvo ante esta afirmación y se giro repentinamente para ver a Itatí directamente a los ojos.

Una sonrisa nació en los labios de la pintora en cuánto sus miradas se encontraron, y en el momento en que una de sus manos acaricio la mejilla de la tatuadora antes de alejarse lentamente este pareció haber sido un acto inconsciente.

-. Tienes razón -, confirmo -. Tendré que buscar otra explicación coherente, supongo.

Y sin más sujeto aun con más fuerza la mano y la arrastro al interior de la habitación que ya la tatuadora sin tatuajes conocía.

-. ¿Que haremos ahora, Lucero? -, quiso saber con cierto nerviosismo -. Si quieres ir directamente al próximo paso debe saber que no estoy lista y…

-. ¡Tati! -, la reprendió -. Solo quiero hablar… No quiero tener sexo contigo… Ni siquiera yo me siento preparada para eso, y créeme que era de las que se desvestían ante el primer idiota que representase un buen modelo para una grandiosa obra de arte.

-. ¿Acaso jamás has estado con mujeres? -, pregunto mientras se sentaba en la cama, adoptando la seductora pose típica que usaba para sus sesiones con Lucero casi de inmediato. Y no lo hacía para provocar a la pintora sino porque ya estaba acostumbrada a esto -. Siempre te refieres a ellos… Jamás a ellas.

-. Hubieron varias. La mayoría eran prostitutas… Pero con ellas era distinto, pues me acostaba con esas mujeres porque me atraían… Me arrepiento de haber estado con ellos, Tati, pero no con ellas.

-. Lo comprendo… -, murmuro, y era cierto.

Y dolía aunque aquellas viejas relaciones hubiesen sido pasajeras.

Dolía porque alguien más había besado a Lucero, y alguien más la había abrazado, y alguien más la había tocado, y a Lucero le había gustado.

-. La primera fue Mary, la prostituta por la cual mi tío pago para subirme el animo. Luego, al empezar a pintar, iba al prostíbulo y seleccionaba a mis modelos. Si me gustaban lo suficiente les pagaba el doble para que me concedieran sus favores al terminar…

-. ¿Eso quiere decir que jamás has tenido novia?

-. No realmente… Al principio iba al prostíbulo todos los días y siempre pagaba por el servicio de Mary. Le contaba cosas, y ella escuchaba e intentaba hacerme sentir mejor. Pensé que teníamos algo, pero una noche la vi bailándole a un chico y abrazándolo como lo hacía conmigo, y me di cuenta de que ella realmente no me escuchaba ni me consolaba. Ella estaba allí por el dinero, y yo estaba allí por ella, porque necesitaba sentirme querida de alguna forma… Luego salí con Jessy, una universitaria que trabajaba todos los sábados en un club de striptease. Duramos una semana… Finalmente salí con Isabelle, quien también trabajaba en un prostíbulo. No me importaba con quienes se acostara, pues yo solo necesitaba sentir que tenía a alguien… Me dejo por un tal Peter que tenía dinero y la follaba en un callejón…  Termino embarazada según escuche.

La chica de las libélulas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora