Luego de un mes las cosas entre la tatuadora sin tatuajes y la pintora sin pudor estaban exactamente iguales.
Itatí siempre llegaba cinco minutos antes al trabajo, y Lucero entraba a las doce a la tienda. La dibujaba hasta las cinco. Salían a las cinco y diez minutos y subían al auto de Lucero para ir a algún lugar. A las nueve Lucero siempre se aseguraba de dejar a Itatí en las puertas de su casa. Se enviaban mensajes hasta la media noche. Finalmente se dormían.
Y el proceso se repetía.
Aun así, la jornada nunca llegaba a ser aburrida.
Ese día, por ejemplo, Itatí estaba recostada sobre el sucio sofá de la sala de estar de Lucero, quien se encontraba sentada en un sillón frente a ella con un lápiz y un cuaderno de dibujo entre manos.
Cuándo no la pintaba, Lucero Hogaza la dibujaba.
-. A veces me pregunto como haces para quedarte en esa tienda de tatuajes todo el día con ese suéter de cuello alto cuando estamos a más de treinta grados.
-. Todo por amor al arte, Luc -, aclaro con una sonrisa.
-. Tal vez deberías hacerte un tatuaje…
No era la primera vez que se lo decía.
-. Ya te lo he dicho, Lucero. No estoy lista.
-. ¡Vamos, Itatí! ¡No deberías pensarlo tanto!… Si quieres mi sugerencia: “Amo los pechos de Lucero” en tu frente no sería un mal tatuaje…
-. ¡Lucero! -, chillo divertida, y su mano se movió como si estuviese golpeando el hombro de la chica cuándo en realidad estaban tan lejos que ninguna de las dos podía tocarse.
-. Esta bien, lamento eso… -, pero realmente no lo hacía.
Itatí rió nerviosamente.
-. He terminado el décimo octavo libro de Howe -, informo con orgullo luego de algunos minutos.
Aunque Howe estaba loco, leerlo podía resultar ciertamente interesante algunas veces.
-. ¿Sigues sin comprenderlo?
-. Ni un poco -, afirmó con una enorme sonrisa en el rostro.
Lucero simplemente rió y negó con su cabeza varias veces, olvidando de esta forma el lápiz y el cuaderno de dibujo.
-. ¿Quieres salir a cenar? -, pregunto mientras miraba el reloj. Eran las seis y cuarto.
-. ¿Cómo es que pasamos de hablar de mi no-tatuaje a Howe y luego a que me invitarás a comer? -, interrogó burlonamente.
-. No lo sé, supongo que estamos locas -, resolvió con indiferencia -… Y si fuese tu aceptaría esa invitación. Es decir, vas a salir con Lucero Hogaza. Ya quisiera yo ser la afortunada -, agrego con cierta burla.
-. Entonces supongo que tendré que aceptar…
No fue sorprendente para Itatí que Lucero comenzara a conducir hacia el restaurante donde habían tenido su primera cita.
Siempre comían allí.
Lo que si fue sorprendente es que Diana llamo a la tatuadora justo en medio del viaje.
-. ¿Qué sucede, Diana? -, pregunto dulcemente.
Fue cuándo escucho los sollozos tras la linea.
-. Nela termino conmigo… Me dejo… Estoy sola… El cine… No sé como volver… Ita, por favor -, parecía desesperada -. Ven. Te necesito.
Y escuchar a alguien como Diana suplicar de esta forma le hizo entender que tenía que estar allí para ella tan pronto como pudiera.
-. Estaré allí en unos minutos Diana. Solo siéntate, respira e intenta calmarte.

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La chica de las libélulas
FanfictionItatí Cantoral marcaba las piel de las personas. Lucero Hogaza marco su corazón... Para siempre. Remake de "Sonata de media noche".