Capitulo 9

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Habían pasado once días desde que Lucero le había dicho que estaba enamorada de ella, y esta seguía sin responder sus mensajes.

-. Te estas comportando como una idiota, Lucero -, cada día, debido a su frustración, los mensajes se hacían más bruscos -… Y como una cobarde también.

Era domingo.

Lo bueno de los domingos para Itatí Cantoral era que no debía trabajar, lo cual significaba un corto alejamiento de los calurosos suéteres y un descanso para su mano. Lo negativo era que, al tener más tiempo libre, tenía más horas para pensar en Lucero.

-. Deberías dejar de actuar como una loca desesperada e ir a su departamento de una buena vez, Ita -, sugirió Diana desde la cama de arriba. Por los ruidos que escuchaba supo de inmediato que su hermana adoptiva estaba viendo alguna presentación en vivo de Beyonce.

Y la sola mención del departamento de Lucero le hizo recordar que había pasado un mes desde la llamada, y que ese día, si sus cálculos no fallaban, era el día en el que había acordado para que la joven de ojos ámbar pudiese comenzar a pintarla.

No tenía esperanzas de que Lucero le abriera

Lo más seguro es que la pintora viera su rostro a través de la mirilla y decidiera ignorarla, como siempre.

Pero aun así sentía que debía estar allí porque ella y Lucero tenían un trato, y Itatí no quería romperlo.

Luego de que ascensor subiera hasta el piso trece, que era en dónde Lucero vivía, Itatí busco la letra D. Fue así como se encontró frente a la puerta del departamento de la chica.

Era blanca como las demás puertas y estaba tallada de la misma forma. Río ante esto. Los fabricantes querían dar la impresión de que todos los hogares eran iguales, pero Itatí estaba segura de que ningún departamento se parecía al de Lucero, o al 12-B, o al 4-F, o al 15-C.

Estaba a punto de golpear aquella puerta idéntica a las demás cuándo escucho los gritos provenientes del interior, lo que la hizo detener la acción.

-. ¡PÁGAME AHORA! -, decía una voz masculina desconocida.

-. ¡YA LO HICE! -, se escuchaba increíblemente furiosa.

-. ¡NO ME REFIERO A ESO!

-. ¡NO VOY A ACOSTARME CONTIGO, BRAD!

Excelente. Ahora el desconocido tenia nombre, pero seguía siendo un desconocido.

-. ¡PERO LO HACES CON TODOS!

Itatí se sobresalto al escuchar el ruido de cristales rompiéndose, pasos apresurados que se hacían cada vez más audibles y luego el chirrido de la puerta al ser abierta.

Lo primero que vio fue el cuerpo de quien debía ser Brad. Tenía el cabello ondulado y un hilo de sangre le bajaba por la frente. Parecía mareado.

Lo siguiente que pudo notar fue a Lucero Hogaza sujetándolo por el cuello de la camisa y empujándolo hacía el corredor.

Itatí Cantoral jamás había visto enojada a Lucero Hogaza… hasta ese día.

Observándola en ese estado pudo jurar que si esa mirada cargada de odio fuese dirigida a ella posiblemente no viviría para contarlo.

Lucero hizo más presión en la camisa de Brad y lo obligo a mirarla fijamente. El hombre tembló de miedo.

Itatí Cantoral supo que ni siquiera el mejor de los escritores podría crear un villano más aterrador que en el que Lucero se había convertido en ese momento.

-. Yo no me meto contigo -, escupió, y finalmente lo empujo fuertemente a través del corredor.

Luego de esto el hombre solo corrió torpemente hacía el ascensor y presiono lo botones al azar. No parecía importarle a donde iba… El solo quería escapar de Lucero Hogaza.

La chica de las libélulas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora