Capitulo 10

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Al llegar a casa Itatí se acurruco contra el pequeño cuerpo de Andy y lloro sobre su hombro. Diana y Eliz ya se habían ido a trabajar, pues no contaban con días de descanso, así que el único consuelo que encontró fue el de su hermana adoptiva mayor.

Y aunque sus abrazos podrían haber hecho feliz incluso a Myrtle la Llorona, ese día no surtieron efecto en la tatuadora y esta solo continuo empapando el hombro de Andy con sus lágrimas.

-. ¿Ella de nuevo?

Itatí asintió, pues no iba a mentirle.

Las lágrimas le quemaban las mejillas, pero estas eran bastante liberadoras, así que casi podría decirse que deseaba seguir llorando.

-. ¿Puedes contarme que sucedió?

Pero Itatí se negó porque no quería recordar a Parker ni la tristeza y humillación en los hermosos ojos de Lucero Hogaza. Tampoco quería pensar en ese estúpido y normal hombre adueñándose de su hermoso cuerpo ni en Lucero no haciendo nada para detenerlo.

No quería pensar que ella vivía de esta forma, y tampoco quería creer que ella no era tan perfecta como lo pensaba.

-. ¿Se marcho como la vez pasada?

Itatí volvió a negar y dejo escapar un leve sollozo de sus labios, pues no sabía si era peor que Lucero hubiese huido días atrás o que se hubiese acostado con Parker solo para protegerla.

Silencio.

-. Ita… -, un suspiro escapo por sus labios -. ¿Has considerado alejarte de ella?

La tatuadora no lo pensó durante más de un segundo.

-. No puedo alejarme de ella, Andy -, sollozo, y no mentía.

Tenía que seguir modelando, y Lucero tenía que seguir pagándole para que su familia tuviera una buena vida gracias a su indecoroso trabajo. Y regresar al departamento era enamorarse más, y el gran deseo de que su familia fuera feliz representaba un gran obstáculo ante todos sus intentos de no volver a verla.

-. ¿Te amenazo, Ita? -, se escuchaba verdaderamente preocupada por ella.

Itatí sorbió su nariz antes de responder.

-.;Ella no es de esas, Andy.  Es solo que -, lo medito un poco antes de terminar aquella frase -… estoy jodida ¿Bien?

Andy se abrazo a ella aun más y dejo escapar por sus labios una enorme exhalación. Y en ese momento Itatí supo que su hermana la entendía.

-. No tanto como yo -, admitió.

Por supuesto, Itatí había estado demasiado metida en su mundo como para darse cuenta de que Andy también estaba llorando y de que había un extraño tono melancólico en su voz.

No había notado sus palabras quebradas, ni su respiración irregular, ni el ligero temblor en su cuerpo. Y no lo había notado porque, en esos momentos, la tatuadora creía que no podían estar sucediendo en el mundo peores cosas que el hecho de que Lucero se hubiese acostado con aquel estúpido.

-. ¿Qué sucede, Andy? -, pregunto moviendo su cabeza ligeramente para mirarla a los ojos. Y por un momento sus miradas fueron igual de indefensas, y cualquiera habría creído que eran hermanas biológicas.

-. Estoy embarazada, Ita.

Itatí y Andy durmieron abrazadas esa noche, consolándose la una a la otra, y cuándo Diana y Eliz llegaron a las cuatro de la madrugada a la habitación ambas se levantaron sobresaltadas, pues, mientras las hermanas entraban bailando una canción de Beyonce, chocaron fuertemente contra las camas haciendo que el chirrido de estas se uniera a los exagerados gritos adoloridos de Diana y Elizabeth.

La chica de las libélulas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora