—Arrodíllate —le dijo Jeno con la voz impaciente y una sonrisa lujuriosa.Renjun obedeció nervioso.
—Desabrocha el pantalón e imagínate que te toca servir — río con sutileza.
Las manos temblorosas de su compañero dejaron a la vista el miembro erecto; tal visión hizo que tragara inquieto.
— Acarícialo, como te lo harías a ti mismo; seguro que ya lo has hecho muchas veces —La voz de Jeno sonaba ansiosa.
Renjun se dio cuenta, que cada vez estaba más duro y él se ponía más nervioso, aún así, con la mano inquieta, agarró delicadamente la hombría de Jeno y, como le había dicho, la acarició como si se tratara de la suya.
Jeno intentó contener la voz, pero ver a Renjun ruborizado, con la respiración entrecortada y con su inocente mirada contemplando su erección lo excitaba como nadie lo había hecho antes. Sutiles gemidos nacieron de su garganta, las fuerzas se le escapaban, su consciencia se perdía allí donde la suave mano de Renjun lo tocaba. Con una mano se apoyó en el tronco del árbol, con la otra, acariciaba los finos cabellos de su compañero. Deseaba más, mucho más.
—Chupa; usa la lengua —ordenó impaciente.
Renjun abrió la boca y sacó la lengua.
«Hazlo de una vez», pensó Jeno contemplando la expresión avergonzada del muchacho. Cuando sintió la húmeda lengua en su falo, su cuerpo se estremeció. Gruñó de placer, apretó los dedos en la cabellera de Renjun y cerró los ojos; todo su ser hacía esfuerzos por no terminar.
—Métela... en la boca —suspiró, dándose cuenta que le costaba hablar —Vamos... quiero... más —Tan consumido estaba por la impaciencia que no pudo retener sus deseos y pensamientos dentro de la cabeza.
Renjun le concedió la petición.
Jeno no podía reprimirse, movía su cuerpo al son de sus gemidos, apretaba los cabellos de Renjun y le obligaba a moverse como él deseaba, intensificando la velocidad, perdido en la necesidad de llegar al orgasmo.
Un teléfono móvil sonó.
Renjun paró un segundo y habló:
—Es... el mío.
—¡No pares! Solo un poco más —indicó Jeno molesto.
Renjun lo miró sin creerse que semejante matón presentara algo parecido a interés en algo así. Ignoró la llamada, volvió a agarrar el miembro de Jeno, lo metió en la boca y prosiguió; tan excitado estaba al ver a Jeno impaciente que no pudo evitar agarrarle las nalgas.
«No aguanto más...», pensó Jeno terminando en la boca del chico, gimiendo deshecho en el placer.
Renjun se separó y tosió, escupiendo el semen.
Jeno lo miró con intensidad, preguntándose el motivo por el cual había perdido así la cabeza.
—¿Estás bien? — preguntó intentando sonar despreocupado aunque no lo logró.
Renjun asintió recuperando el aliento. Jeno se acuclilló ante él y le hizo mirarle posándole la mano bajo la barbilla. Con la manga le limpió la boca.
—He de... ver la llamada. —Apartó la mirada, nervioso y avergonzado.
—¿No quieres saber que nota te pongo? —sonrió Jeno sin poder evitar el gesto, puesto que algo en esa inocencia que acababa de corromper lo atraía a sobremanera.
—No te burles, por favor —pidió incómodo.
«¿Qué he hecho? Ahora estoy perdido, me tiene agarrado por lo huevos».
—No me estoy burlando —dijo serio
—¿Quieres saber la nota?—S ... sí.
—Vamos, mirame. —Cuando Renjun alzó la vista, Jeno cambió el gesto, la seriedad se volvió lujuria — Ha estado muy bien susurró sin poder contener sus palabras— tan bien que quiero repetir.
—Tengo que volver a casa —susurró mirando avergonzado el teléfono.
Jeno se puso en pie, colocándose la ropa.
—Te pagaré la lavandería — indicó mirando los pies descalzos del joven—Lo de antes... Lo de la cerveza... Se me ha pasado la mano; he tenido un mal día, lo siento.
—Déjalo, no importa —Se puso en pie, caminó con la cabeza gacha hasta su ropa, se puso la camiseta y se calzó los tenis. Dio media vuelta y se encaminó a casa, pasando a un lado de Jeno pero siendo incapaz de decirle nada, pasando de largo.
—Quiero verte de nuevo —susurró Jeno contemplando la espalda de Renjun, encendiendo un cigarrillo —¿Será que me estoy volviendo loco?
A medio camino Renjun se detuvo, su cuerpo nervioso, tembloroso y frío a causa de la humedad de su ropa, dejó de responder.
—¿Qué haré? ¿Qué haré ahora? —Se apoyó en un árbol y respiró hondo—. Me dejé llevar y ahora...
El teléfono sonó de nuevo. Descolgó.
—«¿Dónde demonios estás? Te has ido de casa sin decir nada».
—Lo siento, mamá, me apetecía salir a correr.
«Correr... ¡Él se ha corrido en mi boca!». —Tapó sus labios incómodo e incrédulo.— «Hijo, ¿me estás escuchando?»
—Mamá, ahora no... no puedo hablar.
— Renjun, ¿estás bien? Hijo...».
—Me he mareado, no te preocupes. Descansaré e iré ahora mismo.
—«Yo he de salir, hay una emergencia en el hospital».
—Estaré bien. «Llevo mucho tiempo bien estando solo».
—«Nos vemos a la hora de la cena».
—Claro. «Seguro que no».
La llamada se cortó. Renjun esperó unos minutos a que su cuerpo descansara, la tensión le había agotado y le costaba aguantar en pie. Poco a poco logró emprender la marcha y llegar a casa. Tras ducharse y cambiarse, se dejó caer sobre la cama.
—Me voy a terminar arrepintiendo de lo que he hecho — suspiró.
Pero tal como recordaba lo que había hecho se encendían sus entrañas, sus más bajos instintos le pedían más y, haciéndoles caso, se dio placer viendo en su mente la cara excitada de Jeno, oyendo los gemidos de éste, sintiendo en su cabeza los tirones que le había dado agarrando su pelo. Cuando llegó al clímax sólo pudo susurrar una palabra—: «JENO»...
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ATÍPICO amor
Storie d'amore«¿Y si dejo de golpearte y te hago algo muy distinto?» Con esta pregunta la vida de Renjun cambiará por completo. Un matón de instituto, llamado Jeno, le hará aceptar su verdadero ser. Entre los dos nacerá una extraña relación que ni ellos mismos p...