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El invierno llegó, la situación no había variado mucho entre Jeno y Renjun; seguían viéndose a escondidas, seguían llevándose como perro y gato y, sobre todo, seguían ocultándose, mutuamente y a ellos mismos, que sus sentimientos habían ido cambiando con el paso de las semanas.
Todo seguía igual hasta que, un día, Renjun encontró un sobre en su lugar. Miró a su alrededor, se extrañó de encontrar algo así y lo abrió con prisas, en su interior había una foto y una nota:
«¿Qué crees que pasaría si esto sale a la luz? Mándame un mensaje y te daré las instrucciones para que esto se quede donde está y nadie se entere. Mi número es...».
¿Qué...?
Renjun contempló la foto instantánea, que parecía tomada desde el exterior de una ventana: Jeno se encontraba de pie, con los pantalones abajo, apoyado en la pared con una mano y con la otra sobre la cabeza de Renjun, éste estaba agachado, practicándole una felación mientras le agarraba los muslos.
Con prisas escribió al número de la nota:
«He visto la foto. Di, ¿qué quieres?».
La respuesta llegó con rapidez:
«Nos vemos en el baño del exterior; zona oeste. Hablaremos ahí. No le digas nada a nadie o la imagen correrá por todos los móviles del instituto».
Renjun cerró su mochila con rabia. Pensó en hablar con Jeno, pero era demasiado impulsivo e irascible, haría alguna locura y no quería que la foto se diera a conocer porque, si eso ocurría, pondría en un aprieto a Jeno.
Tenía miedo de que lo acusaran de acoso, tenía miedo de que lo expulsaran, de que su padre, un hombre de mal carácter por lo que sabía, lo repudiara o le hiciera daño, Renjun temió nada más por Jeno, y se convenció de que, pasara lo que pasara, él solo debía lidiar con el problema, de que el debía proteger a su compañero.
A la hora de comer se dirigió al baño exterior; un rincón apartado donde no entraban más que los «adictos», esos que se dedicaban a fumar hierba y se saltaban las clases a casi todas horas, estudiantes que nadie sabía cómo seguían en el instituto si no aparecían nunca por clase, aunque, irónicamente, no aparecían por el baño ahí a la hora de comer.
Entró con el corazón acelerado, miró a un chico un año mayor, y lo conocía bien porque era la estrella del equipo de fútbol americano, era alto, de piel blanca, con el pelo corto, apuesto y de penetrantes ojos cafés. Se llamaba Mark, era autoritario, popular y muy engreído.
—Te has dado prisa — dijo sonriente.
—Si vienes solo es que no le has dicho nada a ese imbécil de Jeno, ¿verdad?
—¿Vas a decirme que quieres? — preguntó Renjun, intentando mantener los nervios a raya.
—Has hablado con tu «noviecito» sobre lo de la foto, ¿sí o no? — Se acercó con arrogancia.
—No es mi novio y, no, no le he dicho nada —respondió inquieto.
—¿No es tu novio? Así que solo se la chupas, ¿no? — rió como si fuese un chiste.
—¿Eres bueno? — preguntó acercándose más.
Levantó la mano y le acarició la mejilla, Renjun le apartó la mano asqueado.
— Con ese carácter no creo que le gustes a Jeno, suele preferir a chicos más... sumisos.
— Empiezo a impacientarme, ¿qué quieres?
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ATÍPICO amor
Romansa«¿Y si dejo de golpearte y te hago algo muy distinto?» Con esta pregunta la vida de Renjun cambiará por completo. Un matón de instituto, llamado Jeno, le hará aceptar su verdadero ser. Entre los dos nacerá una extraña relación que ni ellos mismos p...