6. LA PRIMERA VEZ

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El invierno llegó, la situación no había variado mucho entre Jeno y Renjun; seguían viéndose a escondidas, seguían llevándose como perro y gato y, sobre todo, seguían ocultándose, mutuamente y a ellos mismos, que sus sentimientos habían ido cambiando con el paso de las semanas.

Todo seguía igual hasta que, un día, Renjun encontró un sobre en su lugar. Miró a su alrededor, se extrañó de encontrar algo así y lo abrió con prisas, en su interior había una foto y una nota:

«¿Qué crees que pasaría si esto sale a la luz? Mándame un mensaje y te daré las instrucciones para que esto se quede donde está y nadie se entere. Mi número es...».

¿Qué...?

Renjun contempló la foto instantánea, que parecía tomada desde el exterior de una ventana: Jeno se encontraba de pie, con los pantalones abajo, apoyado en la pared con una mano y con la otra sobre la cabeza de Renjun, éste estaba agachado, practicándole una felación mientras le agarraba los muslos.

Con prisas escribió al número de la nota:

«He visto la foto. Di, ¿qué quieres?».

La respuesta llegó con rapidez:

«Nos vemos en el baño del exterior; zona oeste. Hablaremos ahí. No le digas nada a nadie o la imagen correrá por todos los móviles del instituto».

Renjun cerró su mochila con rabia. Pensó en hablar con Jeno, pero era demasiado impulsivo e irascible, haría alguna locura y no quería que la foto se diera a conocer porque, si eso ocurría, pondría en un aprieto a Jeno.

Tenía miedo de que lo acusaran de acoso, tenía miedo de que lo expulsaran, de que su padre, un hombre de mal carácter por lo que sabía, lo repudiara o le hiciera daño, Renjun temió nada más por Jeno, y se convenció de que, pasara lo que pasara, él solo debía lidiar con el problema, de que el debía proteger a su compañero.

A la hora de comer se dirigió al baño exterior; un rincón apartado donde no entraban más que los «adictos», esos que se dedicaban a fumar hierba y se saltaban las clases a casi todas horas, estudiantes que nadie sabía cómo seguían en el instituto si no aparecían nunca por clase, aunque, irónicamente, no aparecían por el baño ahí a la hora de comer.

Entró con el corazón acelerado, miró a un chico un año mayor, y lo conocía bien porque era la estrella del equipo de fútbol americano, era alto, de piel blanca, con el pelo corto, apuesto y de penetrantes ojos cafés. Se llamaba Mark, era autoritario, popular y muy engreído.

—Te has dado prisa — dijo sonriente.

—Si vienes solo es que no le has dicho nada a ese imbécil de Jeno, ¿verdad?

—¿Vas a decirme que quieres? — preguntó Renjun, intentando mantener los nervios a raya.

—Has hablado con tu «noviecito» sobre lo de la foto, ¿sí o no? — Se acercó con arrogancia.

—No es mi novio y, no, no le he dicho nada —respondió inquieto.

—¿No es tu novio? Así que solo se la chupas, ¿no? — rió como si fuese un chiste.

—¿Eres bueno? — preguntó acercándose más.

Levantó la mano y le acarició la mejilla, Renjun le apartó la mano asqueado.

— Con ese carácter no creo que le gustes a Jeno, suele preferir a chicos más... sumisos.

— Empiezo a impacientarme, ¿qué quieres?

ATÍPICO amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora