Capítulo 3: El Espejo de la Verdad.

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**Capítulo 3: El Espejo de la Verdad**

Los días se sucedían como hojas arrastradas por el viento. Cada trabajo que conseguía era un destello efímero antes de ser apagado por mi propia arrogancia. Mi orgullo herido se convertía en una cicatriz profunda, y la decepción se volvía mi compañera constante.

Una mañana, después de otra noche sin dormir, me miré al espejo. La imagen que me devolvió fue un golpe directo a mi ego. Mi piel ya no resplandecía con la luz divina. En su lugar, había arrugas y ojeras. Mi cabello, que solía ser como hilos de plata, estaba alargado y dañado por la negligencia. La barba crecía descontrolada, y mis ojos reflejaban siglos de pesar.

La juventud eterna había desaparecido. Me había convertido en un humano cualquiera, vulnerable al paso del tiempo. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Dónde estaban mis habilidades celestiales? ¿Dónde estaba mi grandeza?

Avergonzado, tomé un poco de dinero y fui a la única peluquería del vecindario. El barbero me miró con curiosidad mientras recortaba mi cabello largo. "¿Nuevo look?", preguntó.

Asentí. "Es hora de un cambio".

Cuando salí a la calle, la brisa acarició mi rostro. Me sentía más ligero, como si hubiera dejado atrás una parte de mí mismo. La barba recortada y el cabello más corto me hacían parecer menos imponente, menos divino. Pero también me sentía más humano.

Fue entonces cuando sonó mi teléfono. Emma. Su nombre parpadeaba en la pantalla, y mi corazón dio un vuelco. ¿Por qué me llamaba? ¿Qué podía ofrecerle yo que era solo un hombre común?

Contesté. "Hola, Emma".

Su voz era cálida. "Gael, ¿te gustaría salir esta tarde? Hay un café en la esquina que me encanta".

Acepté, sintiendo cómo la humildad y la esperanza se entrelazaban dentro de mí. Quizás hoy no me preocuparía por mi pasado celestial. Quizás podría ser simplemente Gael, el hombre que estaba aprendiendo a vivir como un humano.

**Continuará...**

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