Fallen Angel (JohnTen - DoTen - JohnDo)

Capitulo 3

Johnny recordaba el pasado con agrado. Hace bastante tiempo, había convivido entre los humanos por centenares de años. Estuvo haciendo sus maldades, sobre todo su mayor pasión pero nunca llegó a tener una amistad cercana con nadie en ese tiempo, ya fuese humano o demonio. Lo más similar aquello era uno de sus hermanos llamado Yuta. Es que John era hijo de la mismísima Lilith, aquella que fue la primera mujer pero que no dejó que ningún hombre se aprovechara de ella y que a día de hoy era considerada la madre de demonios. Aquel orgullo de Lilith seguía corriendo por sus venas. Johnny era un buen demonio de la pasión carnal, había sido la razón de muerte de muchas mujeres y hombres humanos, o como él decía "los hizo gozar tanto que los llevó al infierno con él". Este placer se convirtió en su mayor adicción. Pero como todo lo bueno, en algún momento debía acabar.

El príncipe del infierno que gobernaba sobre el castigo de la lujuria, su propio padre, lo eligió para ser su primero al mando y que gobernara por él como su hermano, Yuta, hacía sobre el reino de la codicia. Johnny no pudo negarse, al fin y al cabo era su rey, su padre, su superior. Pero en el infierno, las almas humanas debían ser castigadas y un acto tan placentero como el sexo se vería más como una bondad que como un castigo. Así que allí, no podía tener ese placer tan intenso que solía tener en la tierra. Claro que podía mantener relaciones con otros demonios, pero ya no era lo mismo, a él no los podía corromper como sí lo hacía con los humanos, allí en el infierno lo máximo que podía hacer era asegurarse de que los pecadores que habían caído en la tentación en vida fueran castigados después la muerte. Obviamente no era tan sencillo como solo condenarlos a estar de pie en su sitio eternamente sin contacto físico o verbal, estas almas debían de soportar fuertes ráfagas de viento que si los conseguían mover, iban a ser fuertemente agredidos. Y así durante los años que durase su condena.

Debía de tener cuidado de esas almas en pena, o sino, su mayor enemigo se las llevaría antes de que las condenas terminaran. Cualquiera pensaría que su enemigo sería otro demonio pero no exactamente. En el infierno vivía un ángel, este intentaba ayudar a aquellas almas que eran condenadas a castigos menores como la lujuria. Aquel ángel era un dolor de cabeza desde que llegó a ejercer su trabajo. Esta ángel a diferencia de otros que había visto también por el infierno, tenía las alas negras y en vez de cuatro ojos, tenía dos. Más adelante se enteraría que era medio ángel medio demonio y por eso se adaptó tan bien al infierno, siendo mucho peor de lidiar que los otros ángeles. Sin embargo, un día se enteró de que otro ángel de alas negras iba a llegar al infierno. Sabía que si su enemigo u otro demonio lo encontraba antes que él, lo podrían usar en su contra y obviamente Johnny no iba a dejar que aquello sucediese.

Johnny viajó hasta encontrarlo moribundo en la nieve del reino de la violencia. John tuvo suerte, el demonio de aquellos lares no lo vió entrar en su reino, si hubiese sucedido, habría tenido serios problemas. Fue capaz de llevárselo a su mansión en el reino de la lujuria, allí le ayudó a entrar en calor y le dio algo de ropa de su propio armario. El ángel era mucho más pequeño que él y con alas, fue difícil de encontrar algo que le pudiese servir. Era claro que todo esto solo era parte de su plan, plan que empezaría cuando el ángel aceptara su propuesta. Johnny debía corromperlo y hacerlo sentir que aquel era su nuevo hogar para que lo cuidase y no lo traicionara nunca.

Uno se preguntaría porque no solo encerrarlo, todo acabaría antes. Pero Johnny no era tonto, sabía que si lo encerraba el ángel intentaría escapar. Entonces debía encerrarlo de otra forma, bajo un contrato, algo que solo John podía romper. Si bien sabía que los ángeles tienden a hacer el bien también tenía claro que ese ángel era mitad demonio, alguien susceptible al mal, alguien que sería fácil de llevarlo a su campo si jugaba bien sus cartas. Todo esto lo emocionaba de cierta forma, corromper a alguien después de tanto tiempo iba a sentirse tan bien.