Sendero al Corazón

Capitulo 8: hasta luego

Pasaron unos días desde lo ocurrido, días en los que el más alto de los dos empezó a reflexionar y a tener en cuenta muchas cosas. Una de ellas es que ya estaba mejor, ya no tenía escusas para quedarse con Garu, ademas de aquello se ha sentido muy incomodo con respecto a el encuentro con la novia de Abyo. No quería que el más joven tuviera problemas con sus conocidos por culpa de su presencia, y aunque Garu estuvo de acuerdo con su idea para tratar con la niña roja, no estuvieron bien sus sugerencias, mucho menos si lo perjudica en sus relaciones cercanas. No quería pero tenía que irse, le dijo a Garu lo que iba a hacer, él cual al escuchar la noticia se desánimo mucho pero logró disimularlo... un poco.
Y nuestro excéntrico carismatico no estaba muy lejos de lo mismo, la verdad estaba a punto de estallar, quería hacer lo que fuera por quedarse un poco más con su chaparrito malhumorado. Ante este pensamiento se sonrojo, no negara que le encantaba referirse de esa manera hacia el otro pero su orgullo de "alma solitaria" chocaba con la idea de una "pareja platónica".

-¡Argh! -Se agarró de los pelos frustrado ¡¿por qué estas emociones eran tan complicadas?!¡¿Por qué el era complicado?!-¿por qué... es tan difícil... aceptar que me gustas...? Ah... -suspiró sintiendo un escalofrío que recorrió cada parte de su ser, ha tomado una decisión que iría en contra de su orgullo, su misión y... su propia voluntad, porque quien estaba a cargo de sus acciones ahora era... su corazón.

Salió del baño, en donde se estaba escondiendo para buscar al ninja que lo volvía un soñador despierto. Paseo por la sala, reviso en la cocina y sin encontrar rastros, se dirigió directamente al campo de entrenamiento. Mientras se acercaba escuchaba pasos acelerados, una respiración agitada, el filo de la espada silbando al compás del corte, cuando llego al sitio pudo observar al amargado más lindo de todos, según su opinión y distorsionada forma de modificar su vista de la realidad.
Golpeó uno de los tallos de bambú que estaba cerca, haciendo señal de presencia, acción que alertó al pelinegro más joven y lanzó un ataque hasta detenerse en la garganta de Tobe lanzandole una mirada feroz, se podían sentir las llamas ardientes como si de un poder mayor se tratase. Te preguntarás ¿Y Tobe? Pues...

-... -"Quisiera casarme en este instante para que me mires así durante muchos años".

Esta demasiado bien, cosa que Garu no notó y se preocupó tanto que examino detalladamente al contrario buscando un indicio de algún daño o herida. Primero solo miro de cerca pero luego tomo al otro del rostro, lo hizo de una forma tan delicada que sorprendería a cualquiera y ante el tacto repentino del muchacho, el más alto despertó del ensueño, para mirarlo directo a los ojos y perderse en esas oscuras piedras preciosa que le hacen ver tanta luz. Sin poder evitarlo nuevamente quedó enbobado con la vista, pero su momento acabó cuando Garu lo soltó luego de echar un suspiro, enserió se había preocupado.

-¿Hum? -con unos gestos le preguntó qué estaba haciendo y le advirtió que debería de ser más cuidadoso.

-¿Ah? Ah, si si, lo siento jeje -dijo avergonzado de sí mismo, debía controlarse- em, lo siento es que... -hizo una pequeña pausa.

-¿Mm? -el más joven lo miraba expectante.

-Quería preguntarte... o más bien consultarte...¿algo? -habló dudoso de lo que diría, esto era muy humillante que inevitablemente se removía en su lugar.

-¿Hum? -guardo su espada y se paró mejor para escuchar con atención.

-La cosa es que... ¿Te gustaría venir a visitarnos? -estaba muy nervioso ante lo que iba hacer-me gustaría que... pudiéramos seguir viéndonos -hizo una pausa antes de continuar-aunque me cueste admitirlo y eh querido negarlo, ha sido agradable poder convivir contigo y me gustaría -soltó una gran bocanada de aire-d-digo, si no te es mucha molestia poder visitarte de vez en cuando -hasta ahora el más bajo permanecía en silencio sin hacer ningún gesto, solo mirándolo muy fijamente-o-oh si quiere y-y tienes tiempo puedes venir... a mi... guarida -en este punto el moreno estaba sonrojado e inevitablemente bajo los ojos queriendo librarse de la presión que le provocaba la mirada ajena.