Capitulo 9 (Chains of Olympus)

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Los hermanos despertaron y se encontraron en las profundidades del Tártaro. Las grises cavernas rocosas irregulares parecían acercarse a ellos. Grandes cadenas adornaban las paredes y abismos de las cuevas. Mientras se aventuraban a través de las cavernas, les invadió una sensación de desesperanza. Como si el propio Tártaro los estuviera despojando de todo pensamiento y plan de escape.

Aquí, donde las almas de los malvados son torturadas en los fosos del Tártaro, los gritos y la agonía de los condenados resuenan a traves de las entrañas del inframundo.

A pesar de dónde estaban, los espartanos siguieron luchando a través del Tártaro. El camino dentro de la gran prisión era largo y lleno de peligros. Sin embargo, escondido en lo profundo de la prisión, los hermanos descubrieron un arma poderosa, el Guantelete de Zeus. Con el arma en la mano, los hermanos ahora tenían el poder de derribar los mismos muros del Tártaro. A medida que descendían a las profundidades del Tártaro, vieron que confinados dentro de las mismas paredes de las cuevas, los Titanes estaban aprisionados.

Los hermanos vieron ante si los restos de los antiguos señores de la tierra, los poderosos Titanes. Derrotados por los dioses y encadenados en las profundidades del Tártaro, sufrían un castigo injusto. Y por su tormento, era bien sabido que estos seres inmortales odiaban a los olímpicos con furia inconmensurable.

Los hermanos continuaron a través de las profundidades del Tártaro, matando a cualquier criatura que se interpusiera en su camino. Mientras se aventuraban, los titanes que estaban encarcelados no hicieron ningún esfuerzo por hablar ni siquiera mirar a los espartanos. Era casi como si ni siquiera se dieran cuenta de que Kratos y Goku estaban allí, o simplemente no les importaba. Los hermanos llegaron a un abismo, pero algo estaba fuera de lugar. Alguien faltaba.

A manos de Zeus, los Titanes habían sido atrapados y encadenados en su tormento durante mil años, sin esperanza de escapar. Ahora las cadenas que una vez contuvieron al Titán Atlas yacen rotas, y sólo una pregunta acosa los pensamientos de Kratos y Goku.

Kratos: ¿Quién liberaría tamaño mal?

Kratos y Goku se miraron el uno al otro, sin estar seguros de quién podría haber sido responsable de liberar a Atlas. Sin embargo, no tuvieron tiempo de pensar en eso, ya que necesitaban escapar del Tártaro y rápidamente. Finalmente pudieron llegar a la cascada de sangre que provenía del río Styx y pudieron trepar por el costado del acantilado para llegar a la orilla del río. Al llegar al río, los hermanos regresaron al barco de Caronte para enfrentarlo una vez más.

Caronte: Ustedes otra vez.

Kratos: Los muros del Tártaro no pudieron contener a Atlas, y tampoco pudieron contenernos a nosotros.

Caronte: Es obio que los dioses se han apiadado de sus esclavos.

Goku: Nos subestimas, Caronte. Esta vez... no serémos tan compasivos.

Kratos: Bien dicho, hermano.

Los espartanos atacan a Caronte y este responde con la ferocidad que tuvo en su última batalla. Sin embargo, esta vez con el poder del Guantelete de Zeus, los hermanos matan a Caronte y llevan su barco río abajo.

Tras derrotar a Caronte, Kratos y Goku internaron más en el Hades, acercandose así a su meta. Pues en la distancia, la brillante luz de Helios iluminaba todo el Inframundo. Pero algo en la orilla trajo su atención. Y para Kratos casi parecía una aparición.

Kratos: ¡Calíope!

Al ver a su hija, Kratos se dio cuenta de que todo por lo que había trabajado, todo lo que había querido, estaba a su alcance. Años de servicio a los dioses no lo habían librado de su dolor. Jamás habían aliviado la carga de su pasado, y ahora, habían encontrado a Calíope.

Los dioses de la guerra (Goku renace en God of war)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora