𝐒𝐞𝐢𝐬 | 𝘜𝘯 𝘢𝘵𝘢𝘶́𝘥

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A las cuatro salí prácticamente corriendo de la clase que tenía para asistir a la cita con Oliver. Me llena de rabia llegar tarde a cualquier lado, así que subí a mi cuarto corriendo por las escaleras intentando no morir en el intento, apenas llegué me quité el uniforme y me puse un pantalón no muy ajustado de un color oscuro y una camiseta cualquiera porque de todos modos debía ponerme un suéter arriba por el frío que hace y unas zapatillas cómodas. Me recogí el pelo con una liga ya que estaba hecho un desastre y bajé tan rápido como pude, otra vez, intentando no caerme y morir.

Caminé por las afueras del castillo hasta que lo vi a lo lejos sentado en el suelo con una manta y un bolso.

Respiré sintiéndome tranquila, una parte de mi creyó que el simplemente no aparecería y que tendría que volver a mi habitación a llorar.

Me acerqué a él y me sonrió.

—Llegaste muy rápido. Creí que salías de tu clase a las cuatro, son las cuatro y quince minutos.

—Salí a las cuatro, pero corrí mucho.

—Estás loca. —me sonrió y me besó.

Me senté junto a él y comenzó a sacar las comenzó a sacar las cosas de su pequeño bolso sin fondo. Por cosas como estas amo la magia. Sacó una botella con jugo, algo de fruta, algún que otro sándwich y...

—No había chocolates, lo siento. —fruncí el ceño e hice un pequeño puchero.

Una de mis cosas favoritas en este planeta sin dudarlo ni un segundo, era el chocolate. Más si tiene algo crocante, como maní o almendras.

—No pasa nada. Esto igual se ve muy rico, gracias.

—No agradezcas —le dio un mordisco a una manzana roja. Prefería las verdes, más ácidas, nada insulsas—. Dije que haría bien las cosas. —le sonreí.

—Me fue bien en mi examen de hoy, aunque no una nota perfecta. —hice una mueca mientras me llevaba un vaso con jugo a la boca.

—De igual manera está bien. A veces los exámenes son difíciles y ya. Yo creo que conseguí un extraordinario una sola vez en mi vida. —reí, Oliver con solo aprobar se conformaba, a mí me daría un ataque.

—Tal vez debas estudiar un poco más, recuerda que en unos meses son los EXTASIS.

Sé que no le gustaba hablar del estudio, pero me preocupaba que no se esfuerce casi nada. De hecho, no me preocupa, me enfada. Debe dar bien aquellos exámenes para poder terminar la escuela, pero solo quidditch, quidditch, quidditch.

—Lo acabas de decir, en unos meses, no mañana. —rodé los ojos y él puso una de sus manos sobre mi rostro para acariciarlo.

Me tensé al instante. Sentía extraño su tacto.

Era horrible de admitir, pero creí que me apretaría el rostro como aquella vez, pero no. Solo me acarició mientras sonreía. Le sonreí también, pero no terminaba de descifrar si su tocar me agradaba del todo. Era como si mis mejillas tuviesen una especie de memoria muscular, no pude evitar apretar un poco la mandíbula, como si estuviese alerta.

Retiró su mano y me relajé otra vez. No quería pensarlo, quería distraer mi mente con otra cosa, sin embargo, sus dedos sobre mi rostro se sintieron como si quemaran y si no me hubiese quedado quieta quizás por reflejo hubiese corrido la cara rápidamente.

Solo fue una caricia, respira.

—Sé que no quieres oírme más hablar del quidditch, pero esto es algo bueno —entrecerré los ojos—, reduje mis horarios de entrenamiento. —casi me atraganto con un pedazo de sándwich.

Weakness | Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora