Capítulo cuatro. Vola, mio mini pony

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¿Sabéis que sois mis mejores amigos?

* * *

DÍA 4 - HORA: Aproximadamente 3:15 PM - UBICACIÓN: El Resplandor, Ciudad Sal

—Eso es imposible: ¡los ghouls son zombis súper estúrpidos que comen ponis! Sois ponis feos pero muy buenos, ¡no podéis ser ghouls! ¡Si no me dices dónde están los ghouls, los buscaré por mi cuenta! ¡BLEH! —Puppysmiles le sacó la lengua.

Soft Air y Peach Blossom intercambiaron una rápida mirada, luego Peach habló.

—No tenemos ninguna razón para mentirte, Puppy: somos ghouls, no todos los ghoul son devoradores de ponis sin sentido.

—Pero me habéis dicho...

—¡Pero escuchas solo lo que quieres escuchar! Vaya, eres un grano en el culo, ¿te lo han dicho alguna vez? —Peach suspiró, aliviada, habiéndolo soltado por fin. No fue agradable, pero la potrilla parecía algo más que una simple mimada: era completamente selectiva con cualquier información que recibía—. ¡Despierta, fantasma! ¡Esta no es una... Tierra Mágica! ¡Esto es Ecuestria, el peor sumidero de todos los tiempos!

Puppy dio un paso atrás, temerosa del poni en descomposición que la estaba regañando, o tal vez asustada por la verdad en sus palabras.

—Pero...

Peach pisoteó el suelo con una pezuña.

—¡Deja de jugar a la potrilla inocente! ¡Eres un monstruo como nosotros! ¡Dejar de fingir! ¡Ahora!

La potranca retrocedió, cayendo de cuclillas y tratando de ocultar su rostro con sus cascos.

—¡Por favor! ¡Por favor basta! ¡Me comportaré!

—¡No quiero que te comportes! ¡Quiero que DESPIERTES! —La yegua ghoul pisó el suelo con una pezuña para enfatizar sus dos últimas palabras.

Soft Air puso una pezuña en el hombro de Peach.

—Por favor cálmate, no creo que esté fingiendo; no dejes que tu ira te controle.

La yegua ghoul apartó la pezuña de Air.

—Tiene doscientos años, ¿cómo puede ser tan ingenua? ¿Acaso es retrasada? Creo que solo está jugando con nosotros, creo que deberíamos...

Peach fue interrumpida por un largo y espeluznante gemido. Por un momento su mente se apresuró a regresar a su infancia, a ese mismo día en que se encerró en el sótano por error y nadie vino a buscarla hasta que cayó la noche. Recordó el miedo a ser olvidada, la soledad, cada crujido de los barriles. Peach casi perdió la voz pidiendo ayuda, pero nadie la escuchó. Con un abrumador sentimiento de culpa, se dio cuenta de que Puppy no estaba jugando con ellos.

Todos los ghouls volvieron su atención a la potra de amarillo; su largo aullido tenía algo sobrenatural: era el material de las pesadillas haciéndose audible, y golpeó con fuerza a todos los ponis en el campamento. Tal vez esto sucedió porque estaban acostumbrados a la rabia de los ghouls salvajes, pero esta era la primera vez en décadas que escuchaban el llanto de una potrilla. Incluso Sand Box vaciló por un momento antes de caminar hacia Puppy y abrazarla.

—¿Qué... qué diablos está haciendo? Ese sonido... —Peach se tambaleó, tratando de pararse sobre sus cascos.

—Creo que la has hecho llorar —respondió Soft Air rotundamente—. Bueno, ahora supongo que será más fácil hacerle aceptar el hecho de que somos los malos, ¿verdad? Misión cumplida...

—Oh, por el amor de Dios, ¿puedes hacer que se detenga? —Se quejó un poni con un casco naranja en la cabeza—. ¡No puedo oír mis pensamientos!

Sand Box continuó sosteniendo a la potra mientras sus sollozos disminuían gradualmente, volviéndose más y más silenciosos hasta que apenas podían escuchar sus susurros de disculpas a medias.

Fallout Equestria - Pink EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora