CAPÍTULO 15. SIENTEME

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15Los días pasaron y Jean la buscó hasta por debajo de las piedras y no encontró a Amalia, pues ella seguía sumergida en su trabajo, había logrado comunicarse con su madre y Patrick su hermano.
—¿Estás segura de que estás bien hija?
—Si madre, en muy bueno lo que estoy viviendo, tengo un buen trabajo, ya pronto empezaré a enviarte dinero.
—Hija, yo sé que la vida es muy difícil allá, pero no te preocupes trata de estar bien que yo me las arreglo acá.
—No mamá, por favor, voy a enviar dinero para las medicinas de Patrick yo se lo caras que son.
Amalia habló por mucho rato con Delia y luego se despidieron.
La noticia que le llevaba Frank no se la esperaba.
—¡Hola Amalia! ¿Cómo sigues hoy?
—Mucho mejor, gracias por preguntar.
—Bueno, entonces si podrás trabajar como una supermodelo de una marca de ropa de maternidad. Serás la modelo exclusiva si aceptas.
Amalia se puso de pie formando una gran O mayúscula en su boca de la impresión.
—¿De verdad? ¿De verdad me estás ofreciendo ese trabajo? —preguntó algo dudosa.
—No soy de jugar con las emisiones y necesidades de las personas, Amalia, claro que el trabajo es tuyo si lo aceptas.
—Gracias Frank, de verdad muchas gracias. Y ¿Con quién me contacto?
—Mañana yo te llevaré a la agencia, te harán unas pruebas y ahí firmaras el contrato exclusivo para esa marca.
—No tienes idea de lo feliz que estoy, muchas gracias. —respondió tan emocionada que Amalia dio un abrazo  a Frank en agradecimiento sin imaginar que eran observados  por una Laura con el corazón roto en mil pedazos
Secó sus lágrimas y se escudo tras las cortinas del ventanal.
Amalia pasó el resto de la tarde arreglando parte de lo que había comprado para los bebés, habían pasado cuatro meses desde que desaparecieron de la vida de los Jean y jamás en todo ese tiempo supo de ellos. Laura estaba sentada junto a la tumbona cuando Amalia la vio ahí ausente y pensativa. Y se acercó a ella.
—¿Qué tienes Laura?  ¿Por qué estás tan distraída? Pensativa.
—No es nada Amalia, solo estoy cansada de esta situación, quiero otro tipo de trabajo.
—¿No estás a gusto cuidando a Caro?
—Claro que lo estoy, pero no es bueno que yo siga aquí.
—Aquí estamos todas.
—Debemos marcharnos de aquí Amalia, por favor.
—Lau, ya Frank me consiguió un trabajo exclusivo para una firma de ropa de maternidad. Y ahí encontraré algo para ti, no te afanes, ten paciencia mi hermana.
—¿De verdad. —pronunció con tristeza que no fue percibida por su amiga.
Amalia estaba lejos de imaginar el dolor que le causaba a Laura, y siguió contando con mucho entusiasmo todo lo que Frank le dijo.
—Verás que te voy a conseguir un trabajo a ti también, no te preocupes que pronto estaremos en mejores condiciones, y en las pasarelas más famosas del mundo.
—Seguro que si mi amiga hermosa.
—Claro que si,  no sería yo sí tengo la posibilidad de ayudarte y no hacerlo.
—Lo se Amalia, se que no harías algo para causarme daño.
Laura se abrazó a Amalia y está correspondió al ese abrazo tan necesitado por su amiga.
—¿Qué sucede mi Lau.? —preguntó Analía al escucharla llorar.
—Nada Ami, es solo que nos han pasado tantas cosas malas que siento que es un sueño algo bueno que nos pasa.
Amalia acunó el rostro de Laura entre sus manos y la miró fijamente a los ojos.
—Escucharme bien Laura, tú eres como mi hermana, eres mi hermana, la vida, el destino que se yo,  nos unió en un viaje y nos apartó del resto de las chicas  para unirnos en las buenas y en las malas. Y eso es algo que nadie va a romper
—Gracias Ami, yo también te veo como mi hermana, y te quiero mucho, y a mis sobrinos también, no los conozco y los amo.
Laura y Amalia siguieron hablando por el resto de la tarde.
Los días pasaron y ya Amalia estaba en la sesión de fotografía de la ropa de maternidad.
—Eres muy profesional Amalia, ¿Recibiste clases de modelaje? Para ser la primera ves frente al lente, te desenvuelves muy bien.
—Si, recibí fuertes entrenamientos de poco tiempo y algo aprendí. —respondió Amalia recordando todo lo que aprendió en la agencia en Ecuador.
Entre sesiones de fotografías, y grabando al comercial de fórmula en polvo para bebés los meses fueron pasando.
Tres meses pasaron y su vientre era enorme a los siete meses de embarazo.
Mientras.
Jean estaba aquella noche en una fiesta en un centro nocturno, estaba bebiendo en la barra cuando se acercó su hermano.
—Hermano, ¿Qué haces aquí solo?
—Soy un verdadero desastre, los socios de gerencia no están cumpliendo con lo acordado y padre desea que me valla a Francia para solucionarlo, y sabes que no puedo irme.
—Vamos hermano, ve, soluciona lo que tengas que solucionar y regresas.
Lucca y Pietro salieron del bar subieron al auto y fueron con dirección a la mansión Ferrari.
Llegaron y fueron a la oficina de Fabrizzio donde estaba sentado mirando las luces de la avenida.
—Padre, voy a viajar a Francia, y no sé cuánto tiempo este fuera, pero trataré de resolver las cosas lo más rápido posible.
—Ve hijo, y pon las cosas claras con los Riscos, nosotros los Ferraris no somos juego de nadie.
Su hijo se despidió de el y su madre y salió con destino al aeropuerto, abordó el jet privado y voló a Francia.
Mientras Amalia hacia su trabajo como modelo principal de la firma , Laura seguía cada día más comprometida con el cuidado de Carolina.
—Ven mi amor, es tu hora de la siesta.
—Papá. —dijo la niña  mirando a la terraza de su habitación, a lo que Laura no prestó atención.
Acostó a Carolina y ella lo hizo también.
—Duerme mi amor, duerme. —empezó diciendo y terminó cantándole una nana, y quedando dormida ella también.
Frank estaba en la terraza de su habitación y podía ver con claridad a Laura y Carolina dormir, se acercó muy despacio y la miró fijamente, delineado su figura con una mirada llena de ternura.
"Que hermosa eres Laura, eres muy hermosa" —pensó deseando rozar su mejilla y se detuvo.
—¡Mmmm! Frank. —pronunció en susurro y Frank sintió una revolución de sentimientos al escucharla decir su nombre casi en un susurro.
Salió de la habitación y fue a la suya, caminó de un lado a otro tratando de no repetir en su cabeza las palabras de Laura " —¡Mmmm! Frank." Se repetía una y otra vez esa palabra acompañada de un gemido.

Laura se removió en su lugar y despertó, miró la hora y eran las once de la noche, arregló a Carolina y fue a su habitación, quitó su ropa y se metió a la ducha, y bajo la lluvia artificial recordaba siempre las  palabras que Frank le dijo.
"No quiero que vuelvas a entrar a esta habitación, hay más lugares donde puedas llevar a mi hija a jugar" —recordó, y se maldijo a su mismo.
—¡Uy! Tonta yo, creyendo lo que no era, si el solo tiene ojos para Amalia.

Trató de no recordar esas palabras, cerró los ojos y paso su esponja por todo se cuerpo.
La soltó y empezó a recorrer su cuerpo con sus manos, masajeó sus pechos mordiendo su labio inferior, mientras apretaba sus pequeños pezones.
—¡Oh! Frank, Frank, como deseo que seas tú quien me acaricie así, como deseo que me tomes y me hagas tuya.  —se dijo así misma suspirando profundamente.
Laura seguía apretando sus pechos mientras estrujaba sus piernas entre sí, bajó su mano por su vientre y muy despacio levantó su pierna en el borde de la bañera y acarició su entrada, húmeda y caliente.
Jugó con su botón causando se una sensación  electrizante  en todo su cuerpo.
—¡Aaah! Por dio, deseo sentirte Frank.
Habló mientras su dedo jugaba en su intimidad, y la otra mano en su pezón.
Mordía su labio inferior, una mano apretaba su pecho uno luego el otro después su pezón y la otra jugando en su clítoris, su respiración era agitada, y trataba de que sus gemidos no sean muy fuertes  y continuó masajeando su punto ya muy sensible causándole un estremecimiento en todo su cuerpos agitó más sus dedos en su intimidad hasta que sintió un fuerte orgasmos causado por sus manos.
—¡Aaah! Frank, Frank, eres tú son tus manos recorriendo mi cuerpo. —habló entre gemidos y con la respiración muy agitada continuó con sus inquietos dedos en su intimidad, mientras la otra mano apretaba uno de sus pezones, mordía sus labios ahogando sus gemidos, hasta que sintió su cuerpo contraerse y terminó en el más placentero squirt, tiró su cabeza hacia atrás sobre la pared sintiendo su cuerpo estremecer .
—¡Aaah! Frank, por dios, como deseo estar entre tus brazos. —se dijo así misma mientras muy despacio quitaba su mano llena de su esencia.
Pasó sus manos por su cuerpo, se dio la vuelta dando un salto atrás, nunca se imaginó que mientras estaba masturbándose Frank la observó embelesado por su desnudez y lujuriosa escena que tenía frente a él
—¡Oh por dios! ¿Desde cuándo estás ahí? —preguntó cubriendo sus pechos  parpadeando y boqueando queriendo pronunciar palabras atragantadas en su garganta.
Frank no pronunció palabra alguna, simplemente la silenció la miró fijamente y caminó hasta estar cerca de ella, unió sus labios a los de ella y profundizando ese beso cargado de deseo causado por el momento que vivieron los dos. Laura respondió y cedió el paso a esa inquietante lengua que exploró su interior
—¡Oh! Frank yo.
—Calla mujer no digas nada solo déjate llevar, te tocaste pensando en mi, ahora yo te haré mía y te haré que sientas como te causó un verdadero orgasmo pero teniéndome dentro de ti. —Habló agarrando su cabello y devorando ferozmente su boca.

¿Cuál es el padre de mis hijos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora