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Goku no se movió, no se quejó, no hizo nada, sabía que se lo merecía, se merecía ese golpe y cualquier cosa que Vegeta quisiera hacerle.
Mantuvo tu mirada en su suelo, no se atrevía a mirar a esos ojos llenos de odio, prefería mantener el silencio y dejar que su amigo se desahogará.

—¡Vegeta detente!— Bulma corrió delante del príncipe para detenerlo si se atrevía a asestarle otro golpe al Sayayin de clase baja.

—¡Apártate, Bulma! ¡Tengo que tener una larga conversación con este idiota!— Gritó muy enfadado, pero en ningún momento la aparto físicamente.

—Hablarás con él, pero lo aras en calma, no así, no te dejaré que te acerques con esos humos— Bulma puso una mano delante de Vegeta para que no se acerque a Goku.

Ella giró su cabeza y vio a su amigo de la infancia derrotado, mirando al suelo con mirada perdida.

En la cabeza de Goku había mil cosas, tanto que dolía, pero más que el golpe del príncipe y el dolor de cabeza, lo que realmente dolía era el calor, el calor que sintió ante ese golpe, y no era el calor del impacto, sabía lo que eso significara, ese calor lo sentiría cuando tocara a Vegeta, si no lo hacía morirían los dos, tendrá que vivir así hasta el fin de sus días o hasta que encuentre una solución, o quizás ni siquiera allá solución, puede que se quede así para toda su vida, unido a su rival, necesitaba ese calor para sobrevivir y justo ese golpe fue como un reset, mordió su labio sabiendo que tendría que tocar a Vegeta eventualmente, no había salida, estaba en un callejón sin salida.

—¿Qué tienes que decir?— Exigió la científica, ella lo miró con sus brazos cruzados, su mirada estaba mezclada en tristeza, enfado y decepción.

Goku cayó por un momento hasta que finalmente abrió la boca. —Lo siento…— Admitió, aunque sabía que no servía de nada, el daño ya estaba hecho, y no había perdón que valga para el tremendo dolor que sus acciones habían causado.

—¿¡Y ahora vienes con disculpas?! ¡Te destruiré! ¡¿Cómo te atreviste?! ¡Eres un cabeza hueca sin remedio!— Escupió lleno de rabia el Sayayin de la realeza, en todo su lenguaje corporal se notaba su odio, sus nudillos blancos de lo mucho que estaba apretando sus puños, sus dientes apretados, sus músculos tensos, su ceño fruncido más de lo usual y su cuerpo temblando de la rabia.

—Vegeta, te pedí que te relajaras, así que si no te calmas te vas, y no queremos eso, respira hondo— Advirtió la peli azul.

—¡Ya veo, no entiendes la gravedad del asunto! ¡Trata de ponerte en mi situación! ¡Tu vida no está arruinada, la mía sí! ¿¡Que haré ahora?! ¡Estoy atado a un idiota y ni siquiera es mi culpa!— El Sayayin de menor altura gritó tratando de escupir todo lo que tenía dentro, en su voz se notaba la desesperación, se notaba derrotado y desesperado por huir de la situación.

Bulma pensó en una buena respuesta y justo cuando la tenía Vegeta la rodeo con rapidez, tomo con fuerza la solapa de la camisa de Goku y lo estampo contra la encimera, en ese momento se miraron a los ojos, y era un lío de sentimientos encontrados y confusos, entre odio, compasión y miedo, un intercambio de sentimientos entre los dos Sayayines.

—¡Suéltalo!— Bulma ordenó tratando de apartarlo del más alto, pero no funcionó.

—Escúchame Kakarot… Si por un momento, un segundo… ¡Un milisegundo! Está situación interrumpe, afecta o retrasa mi entrenamiento… Oh, amigo, estás muerto, no te lo permitiré, ¡sobre mi cadáver!— Escupió el príncipe de todos los Sayayines.

Vegeta finalmente lo soltó con fuerza, empujando contra el mueble de la cocina para luego alejarse de él, no queriendo estar cerca.

Bulma trato de solucionar las cosas. —Escuchad, no es seguro que estéis separados, realmente esto es de vida o muerte, ¿Podemos sentarnos a hablar de esto…?— Propuso la mujer.

Goku lo pensó un momento. —Me parece bien…— Él se sentó delante de la isla y miro a Vegeta.

El príncipe dio un suspiro y también se sentó mirando atento a la peli azul. —Habla rápido—

Bulma se sentó delante de ellos. —Probaré a encontrar las esferas del dragón y pedir que os libre de esta maldición, pero por ahora no podéis estar en este pánico de odio, tenéis qué tocados, tomaos de las manos como vosotros soléis hacer, pero pelear de esta manera… No arreglará nada… Solo tenéis que aguantar un poco…—

Goku mira a Vegeta esperando su respuesta, el contrario miraba al suelo con sus ojos perdidos.

—Escucha… Aceptaré esta mierda, pero de nuevo, no permitiré que esto interrumpa mi entrenamiento—

Vegeta se quita sus guantes y ofrece su mano, Goku suspira aliviado por la cooperación del príncipe de su raza, Son levanta su mano y agarra la de su rival, sintiendo como el frio y la incomodidad se intercambiaba por un reconfortante calor.














•Demasiado rápido para el amor• °Kakavege°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora