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El sol brillaba en lo alto, calentando los rostros de quiénes caminaban en la calle mientras la pequeña ciudad se preparaba para enfrentar el nuevo día que se cernía en sus cabezas.

Una rubia dama, de ojos azules y piel nívea como porcelana, observaba a través del gran ventanal las personas pasando con tranquilidad por la calle, ajena de lo que estaba pasando bajo sus pies. Suspiró en su lugar y escondió su rostro con la taza de té que tenía en sus manos, mirando a las dos personas que estaban en la mesa junto a ella.

— ¿En qué tanto piensas, querida?

Alastor fue el primero en hablar, limpiando sus lentes antes de colocarlos de nuevo en su rostro mientras miraba de reojo al soberano que se encontraba a su lado. Codeó a este para que reaccionara a su hija y que de alguna forma, se hiciera presente en la conversación.

— ¿Uh? — Lucifer pareció salir de su ensoñación con el golpe — ¡Cierto! Charlie, ¿qué sucede?

La mesa se quedó en silencio durante un par de segundos hasta que la chica negó un par de veces, dejando la taza de lado.

— Hemos logrado algo de progreso con algunas almas pero siento que podríamos hacer más. — En su rostro se notaba algo de desanimo, mismo que disminuía el brillo de sus ojos y su tan común entusiasmo.

— Oh, princesa, pero debemos fijarnos en las que sí. — Aunque claramente Alastor no creía en esa basura de la redención y el arrepentimiento, estaba dispuesto a apoyar a la princesa del infierno para ayudarla con su ridiculez si es que esto la hacía feliz — Ya es bastante que estemos aquí haciendo este tipo de trabajo que ningún otro ser vivo o muerto quisiera hacer.

El castaño colocó su mano en el hombro de la princesa, reconfortando con su presencia a la contraria mientras Lucifer miraba con recelo la facilidad con la cuál Alastor lograba poner en su boca palabras de aliento para su hija.
Desde que Lilith se había ido hacía unos cuantos años, Lucifer estaba luchando contra la tristeza que le provocaba todo ello, además de que su hija y él nunca fueron realmente cercanos, ¿cómo debía enfrentarla ahora que no tenía a nadie de por medio?

— Bueno, quitando el hecho de que lo que dice nuestro venado aquí es cierto. — Comentó Lucifer apretando los dientes con una falsa sonrisa, se dirigió a su hija, tomando sus manos en un intento de darle un poco de ánimo, todo esto siguiendo los pasos de Alastor que, aunque no le gustaba el contacto físico, siempre buscaba la excusa para hacerlo con él o con Charlie — Quiero que sepas que eres una persona muy especial y estoy seguro de que podremos sacar esta idea tuya adelante.

Con el apoyo de Alastor y de su padre, se sentía un poco mejor y les dio una débil sonrisa a ambos, colocando la mano sobre la de su padre y dándole una mirada a Alastor, supo que al menos no estaba sola en todo esto.

Los tres salieron de la cafetería, Lucifer y Charlie del brazo del otro detrás de un Alastor con su típica postura erguida y elegante.

Cualquiera que viera a los tres personajes quedaría embelesado en la belleza de estos quienes, en sus pieles de humanos mostraban una apariencia digna de admiración. Si Charlie llamaba la atención con su rubio cabello y azules ojos, Lucifer era lo mismo pero al doble, con su baja estatura era bastante lindo y digno de mirar por más tiempo del que se consideraba prudente. Alastor por su parte tenía un porte ejemplar y con sus ojos oscuros y piel bronceada, también llamaba la atención, su voz siendo su mayor atractivo y su elocuencia motivo de suspiros.

Quien fuera que se encontrara con uno de ellos o los tres a la vez, podía tener el cielo asegurado.

Luego de una corta caminata, Charlie se despidió de su padre y de Alastor para pensar en su siguiente paso a seguir sola, quería despejar la cabeza un poco y dejó a su dúo fantástico, como solía llamarlos, para encaminarse a su parque favorito.

Entre cielo y tierra | Radioapple. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora