05.

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Estaba admirando al rey, como siempre lo había hecho, sin embargo de su lengua resbaló un comentario que llegó a sus oídos.

— Tan hermoso. — Dijo suave, casi en un susurro.

Lucifer por su parte no pudo ignorar la voz del contrario y giró su rostro un poco para encararlo.

— ¿Lo soy? — Respondió sonriente por el alcohol, señalando su rostro — Es demasiada belleza para tus ojos. — Bromeó.

Alastor en silencio se inclinó para mirarle más de cerca, cortando toda distancia que pudiera haber entre ellos.

— Podría mirarla por la eternidad.

Anonadado, Lucifer no supo qué responder y tan solo se quedó ahí, quieto, dejándose engullir por la mirada de Alastor mientras este se acercaba cada vez más, al punto de que su respiración hacía cosquillas.

No supo cuál de los dos se terminó de acercar primero pero cuando menos lo pudo pensar, estaban enredados en un abrazo y sus labios unidos fuertemente como si no quisieran dejarse ir el uno al otro.

Las cosas escalaron rápidamente y pronto la sesión de besos se convirtió en un baile apasionado donde los protagonistas solo eran ellos dos, la sinfonía de sus voces haciendo eco en el castillo y el ritmo de dos pieles, la una contra la otra, creando la bella composición del deseo.

Al día siguiente, Lucifer sintió un peso ceñirse en su cuerpo y el agarre de algo apretar su cintura, provocando que su ensoñación poco a poco llegara a su fin y como era costumbre, buscó la sábana a tientas en la cama para cubrirse como solía hacerlo.

Pero no había sábana ni cama, solo un espacio vacío en frente suyo, obligándolo a abrir los ojos para ver qué estaba sucediendo.

Cuando sus ojos se acostumbraron al lugar, notó que claramente no estaba en su habitación y que en su lugar estaba en la sala del castillo, miró entonces el lugar donde yacía y supo que era el sofá. No obstante su sorpresa llegó cuando sintió de nuevo algo apretar su cintura y buscando el origen de esto, notó a un apacible y dormido Alastor a su lado.

Casi gritó, casi, debido a que el demonio se veía tan tranquilo en su sueño, tuvo que reprimir el grito de la sorpresa al verlo y solo lo admiró dormir un buen rato.

Los recuerdos de la noche anterior llegaron poco a poco, engullendo su tranquilidad y el golpe de la realidad le dio directo en el rostro.

— Si sigues mirando, me vas a dejar un hueco en la cara.

La voz de Alastor se escuchó luego de un largo rato, llamando la atención de Lucifer.

— ¿Uh? Lo siento...

Abriendo los ojos se encontró con el rey en sus brazos y en vez de buscar empujarlo, sacarlo del sofá o algo parecido, solo se quedó en su lugar mirando a su rey.

— ¿Estás bien?

— Sí, gracias.

Nuevamente silencio, no incómodo o sofocante, solo silencio que dos amantes comparten luego de una noche de copas y luna, una noche desinhibida y una confesión no verbal el uno hacia el otro.

— Alastor.

— No.

— ¿No?

— No.

El intercambio era raro, no molesto, solo que Alastor no quería escuchar de la boca de Lucifer las palabras de "finjamos que no pasó" o "esto fue un error" porque aunque era bueno ocultando todo a los demás, no podría sobrellevar una cosa así.

Entre cielo y tierra | Radioapple. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora