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Pronto comenzaron a arreglar lo que fuera que era la idea de Charlie, lo que podían hacer, lo que no, lo que los ayudaría a subir su estatus como hotel y cómo atraer pecadores que quisieran redimirse por completo aunque la idea fuera absurda en su totalidad.

Así Alastor comenzó a crear un lazo con Charlie, aunque no de la forma que deseaba, al menos podía ayudarla, apoyarla y darle una mano cuando fuera que la necesitara. Mentiría si dijera que no disfrutaba ver la sonrisa de su hija o que no le emocionaba cuando le buscaba para charlar de ideas para el hotel.

Al menos estaba redimiendo algo en su corazón.

Pero entonces todo eso se esfumó cuando la idea de llamar a Lucifer salió por parte de los demás inquilinos del hotel. Alastor no opinó ni dijo nada al respecto, hacerlo solo levantaría sospechas y era lo que menos deseaba, a su vez, negarse no era una opción. Tarde o temprano tendría que encararlo...

Ese día llegó más temprano que tarde, para su desgracia.

De pie en las escaleras, vio todo el teatro de Charlie y Lucifer al entrar por la puerta. Los abrazos, los saludos, las presentaciones y demás.

Él estaba en silencio, notando cada detalle y guardando en su cabeza la apariencia del rey, no había cambiado nada en todos esos años.

— Y este es Alastor, el gerente del hotel.

Lucifer se quedó pasmado, aunque poco tiempo, al escuchar ese nombre y girando, pudo notar que de quién pensaba que era ese nombre no era nada más ni nada menos que de la misma persona que pensaba.

Al principio todo pareció detenerse en el tiempo, solo ellos dos mirándose el uno al otro y todo lo vivido volvió con fuerza a su cabeza, su ira, su rencor, su dolor y a la vez... Su amor. Todo volvió de repente, apretando su pecho pero no lo dejó notar de primera mano, no queriendo causar un escándalo en frente de Charlie. Alastor pudo ver algo que llamó su atención en las manos de Lucifer y por un segundo, su fachada cayó. El anillo, ese maldito anillo era imposible perderlo de vista o no reconocerlo del todo, después de todo él lo hizo y lo conocía muy bien, ¿por qué lo llevaba puesto aún?

Sin saber qué estaba sucediendo, los demás presentes solo amenizaron el ambiente y buscaron llevar la fiesta en paz, Alastor y Lucifer no se miraron de primera mano pero de vez en cuando soltaban comentarios indirectos hacia el otro, buscando punzar en su alma y lastimar.

Nadie notó las verdaderas razones detrás de aquel comportamiento y lo alinearon al hecho de que eran dos poderosos compitiendo por quién podía ayudar más a Charlie.

Fue así como llegamos al día de hoy, luego del exterminio, luego de la pelea, luego de que subieran a la tierra.

Habían estado llevando las cosas tan bien, habían guardado por todo ese tiempo el pasado enterrado, habían logrado encontrar una especie de equilibrio en su rutina y una foto, una sola foto, había arruinado todo.

En el trozo de papel podía notarse a una Charlie de no más de un año, con unas bellas astas en su cabeza de color negro. Detrás de ella, cargando a la bebé estaba Alastor y a su lado, Lucifer. ¿Cómo iban a explicar esa situación a Charlie ahora que había salido a la luz? Pero ocultarla más tiempo tampoco era una opción.

Sus ojos seguían anclados en los del otro, Lucifer buscaba algo de arrepentimiento en él, algo que le dijera que no había querido que todo pasara así. Sí, tenía ira acumulada y un rencor que creció con el tiempo, en algún momento llegando a odiar a la persona en frente suyo pero... Todo eso era tan solo una forma de ocultar el dolor y la devastación que quedó tras su partida. El hecho de no significar nada para esa persona que lo es todo para ti... Lastima.

Alastor, el demonio de la radio, el overlord más poderoso y temido, ese mismo era quién estaba ahí de pie, siendo sostenido por el cuello de su traje y ni siquiera le importaba si este era rasgado, dañado o arrugado, aunque era tan pulcro de mantener su vestimenta decente.

Solo importaba Lucifer ahora. 

Entre cielo y tierra | Radioapple. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora