06.

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Sin embargo, el día en el que Alastor regresó al infierno, no esperaba encontrarse con una imagen en una vitrina de la princesa del infierno peleando en vivo con una reportera. Fue un fiasco, sí, pero su corazón no se estrujó por ello, fue realmente por el hecho de ver a su hija a través de las pantallas luego de tantos años.

Decidido, hizo su camino hacia el hotel, tocando la puerta para llamar la atención de las personas adentro.

La puerta se abrió, una Charlie sorprendida le miró de repente, el miedo escrito en todo su rostro. No había rastro de reconocimiento en sus ojos, solo temor por su título.

— Ho- — Su palabra se vio interrumpida por el portazo que le siguió a su voz. Se quedó estupefacto al principio y solo terminó de hablar cuando la puerta se abrió de nuevo — la.

Otro portazo.

Miró la puerta pacientemente, esperando a que al menos le dieran la oportunidad de hablar.

Por su parte, Charlie miró a su novia, llamándola para atraer su atención.

— Eh, Vaggie... — Soltó ella.

— ¿Qué? — Respondió sin mirarla.

— El demonio de la radio está en la puerta.

— ¡¿Qué?!

La reacción era natural, cualquiera que tuviera el tiempo suficiente en el infierno sabría la apariencia, el nombre y los alcances del famoso demonio de la radio.

Angel, en realidad, ni siquiera tenía idea de quién era aquel demonio y su pregunta de "quién se trataba" lo dejaba claro.

— ¿Qué debo hacer? — Charlie entró en pánico, sosteniendo su cabello nerviosa. Vaggie, por otro lado, estaba tranquila pero su miedo no era menor.

— Obviamente no lo dejes entrar.

Pero Charlie no sabía si esa era la mejor opción por lo que, armándose de valor, volvió a abrir la puerta y Alastor, mirándola pacientemente, sonrió.

— ¿Puedo hablar ahora?

— Puedes.

Guardaron silencio un segundo, Alastor admirando a la princesa, recordando que realmente era idéntica a su padre y se dijo a sí mismo que no había hecho nada por ella, era cómico que fuera la viva imagen de Lucifer cuando también compartían sangre. Lo único que tuvo de él, ya no estaba.

— Alastor, es todo un placer. — Le dio la mano a la rubia, entrando al hotel solo cuando esta se hizo a un lado de la puerta para dejarlo pasar. En silencio lo siguió, sorprendida de ver que era tan amigable, tan contrario a lo que había escuchado de él — Vine porque vi tu entrevista en la televisión y-

Pronto, una lanza fue apuntada a él haciéndolo detenerse en sus pasos, alguien estaba ahí deteniendo su camino, por lo que solo pudo sentirse halagado por el temor que le tenían, aunque verlo en los ojos de su hija no era del todo grato.

— Si quisiera hacerle daño a alguien, ya lo habría hecho. — Respondió con calma, volviendo en sus pasos para recorrer el piso del hotel — Estoy aquí porque quiero ayudar.

— ¿Ayudar? — Charlie le miró escéptica.

— Ayudar, ¿acaso mi micrófono no funciona? — Preguntó golpeando su cetro un par de veces — Uno, dos, probando. — Este, en su lugar, respondió — Te escucho fuerte y claro.

Las dos chicas se miraron intrigadas, no sabiendo qué responder al tranquilo Alastor que, por un lado parecía de verdad querer ayudar y por otro, bueno, no tenía la mejor reputación.

— Momento. — Dijo Charlie saliendo se su sorpresa, caminando hacia el demonio — ¿Quieres ayudar porque crees en la causa?

La esperanza en sus palabras fue notoria, pero como era costumbre en Alastor, no podía simplemente mentirle y decirle que sí, que creía en la redención de los demonios cuando ni siquiera él mismo podía redimirse de todo el daño que causó en algún momento.

— Oh, no, para nada. — Respondió — No creo en esas cosas tan absurdas.

Charlie se quedó como una estatua en su sitio, ahora sí que no entendía sus motivos.

— ¿Entonces por qué nos ayudarías?

— ¿Por qué la gente hace cosas? — Se encogió de hombros — Porque está completamente aburrida.

Y porque quiere pasar tiempo y recuperar lo perdido, pensó, pero no lo diría en voz alta.

Entre cielo y tierra | Radioapple. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora