XII -Fluorescent Adolescent

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Fluorescent Adolescent,

·Theodore Nott


Nada más despertar me dí cuenta que no era un nuevo día, no es que fuera de noche, porque aún era por la tarde.

Había terminado todos los deberes que tenía y me habían entrado ganas de echarme una siesta.

Me costaba conciliar el sueño, sí, pero eso era solo por la noche. ¿Por qué? Digamos que los peores momentos de mi infancia ocurrían por la noche.

La noche era el mejor momento para no dormir, como la noche anterior, donde hablé con Nia por horas.

No lo admitiría en voz alta, pero me gustó. Me gustó hablar con ella, era... agradable. Me lo había pasado muy bien, de hecho.

Como por la noche no podía dormir, podía hacerlo durante todo el día sin problemas, excepto por mis amigos, claro.

―¡Diviértete un poco! ―escuché la voz de Enzo mientras entraban en la habitación.

Yo tenía las cortinas de mi cama cerradas, pero evidentemente el sonido traspasaba la tela, y no sabía donde estaba mi varita para lanzar un hechizo silenciador.

―No estoy de humor, pesado ―dijo Draco. No me costaba nada reconocer sus voces.

―¿No estás de humor para qué, primito? ―a veces olvidaba que Mattheo y Draco eran primos. Narcissa era la madre de Draco y Bellatrix la de Mattheo...

Suponía que él ya debía estar antes en la habitación porque solo había escuchado dos pares de pisadas entrar.

―Enzo quiere que vaya a la estúpida fiesta de Halloween.

Todos los Slytherins sabíamos que la mejor época del año era Halloween, simplemente tenía las mejores vibras, y era cuando nos lo pasábamos mejor. Sobre todo por la fiesta de Halloween, que la haríamos en nuestra sala común como cada año. Siempre íbamos todos, y con los mejores disfraces.

―¿Estúpida? ―dijo Enzo― Solías amarla.

―Solía amar muchas cosas.

Después de eso hubo un silencio largo e incómodo. Draco solía hacer cosas que ya no hacía, ir a fiestas y ligar con chicas era uno de esas cosas, todo por lo que pasó en verano en su mansión.

Aunque Draco no fue el único que sufrió. Sabiendo que no era una competición, yo sabía que el que más había sufrido era Mattheo, después de todo era el hijo del peor mago de todos los tiempos.

Pero simplemente Mattheo cubría mejor todo lo que estaba pasando en su interior. Mientras Draco se alejaba de las fiestas lo más que podía, Mattheo iba a todas las que podía para emborracharse y hasta drogarse.

Odiaba lo que un tatuaje estaba haciendo a mis amigos. Que yo supiera, de los alumnos de sexto curso, solo ellos dos se habían hecho -más bien les habían obligado a hacerlo- el tatuaje que otorgaba lealtad al señor tenebroso.

Pero yo sabía lo que me esperaba cuando este curso terminara. Como mi padre estaba en Azkaban, yo no me preocupaba, pero Draco me dijo que antes de que acabara el curso volverían a escapar los mortífgos que faltaban.

Y cuando eso pasase, todo se acabaría para mí. Mi padre volvería, y como fiel mortífago que es, me haría la marca a mí.

Pero aunque tuviera toda la suerte del mundo y de alguna forma mi padre se quedara en Azkaban durante toda su vida, no me salvaría. Yo vivía en la casa de Draco, donde a parte de la familia Malfoy, también vivía él.

Brainstorm -Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora