I -Still Take You Home

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Still Take You Home,

El interminable verano había llegado a su fin, dejando pasar al esperado septiembre donde las rutinas volverían a empezar. Por una parte estaba decepcionada, tenía que despedirme de los lujos de despertarme a la hora que quisiera, leer durante todo el día, ir a la playa, no tener responsabilidades, y sobre todo no tener exámenes, pero otra parte de mí deseaba empezar el penúltimo curso con ganas.

Hogwarts era el único lugar al que podía llamar hogar, o por lo menos lo era a partir de que tuve once años. Los infinitos deberes e inacabables exámenes eran agotadores, pero si lo miraba con otros ojos, lo que veía era estar todo el día con mis amigas, haciendo magia que aún me preguntaba cómo podía ser real, teniendo fiestas con música alta, y lo mejor era que no vería a mis padres por casi diez meses.

Amaba a mi padre, él era una de las personas que más quería en el mundo, y yo sabía que era recíproco. El único inconveniente era que ya casi no nos veíamos. Solíamos hacerlo muy a menudo desde el divorcio, pero como mi madre y yo nos mudamos a la casa de su nuevo esposo, Philip Fisher, casi no veía a mi padre, y eso me jodía.

Así que por culpa de las fantasías de mi madre, mis veranos habían pasado de estar en una casa en frente de la playa donde todas las mañanas veía las vistas del mar y me pasaba el día o en la playa o en la arena a vivir en las depresivas calles grises de Londres. Mi verdadero hogar siempre había sido la playa, pero como ya no tenía esa ventaja, mi hogar actual era Hogwarts.

Entonces sí, estaba emocionada por ir a la vieja escuela de magia mientras el tren nos llevaba a ella. Miraba la ventana donde el paisaje pasaba rápidamente, en el mismo vagón en el que me sentaba todos los años, mis amigas y yo.

En frente mío estaban dos de mis amigas más íntimas, Lydia Reid y Gracie Halford. Ellas ya eran mejores amigas desde mucho antes de que yo las conociera, aunque eran polos totalmente opuestos. Mientras Lydia era reservada, callada, calculadora y observadora, Gracie era muy extrovertida, risueña y energética.

Conocí a ambas en el primer curso de Hogwarts, ya que todas íbamos al mismo curso y el sombrero seleccionador nos había puesto en el mismo lugar, Gryffindor. Las chicas que tenía delante estaban jugando al Snap, y en el regazo de Lydia descansaba Willow, mi gata anaranjada un poco demasiado obesa y muy mimada.

Willow había sido un regalo de Philip para mí. Cuando justo antes de primer año fuimos él, mi madre y yo a comprar material escolar al Callejón Diagón, Philip quiso adoptarla para que pasara con ella mis años en Hogwarts.

Por más que odiaba a mi padrastro, no podía evitar agradecerle lo que hizo, porque Willow significaba mucho para mí y no la cambiaría por nada del mundo. Aunque para mi desgracia, Willow prefería a otra persona antes que a mí, y esa era Carl Fisher, quien no era nada más ni nada menos que el hijo de Philip, que lo odiaba incluso más que a él. Era un alumno de tercer curso de Hufflepuff muy insoportable y molesto.

Cuando ya me estaba preocupando, mi más mejor amiga, Alexia Williams entró al vagón y nos inspeccionó una a una, con una sonrisa dulce.

—Perdón por tardar —se disculpó antes de sentarse a mi lado, yo le sonreí, saludándola—, me había quedado hablando con Luna Lovegood sobre unos... ¿nargles? Aún no sé que son, y eso que me lo explicó varias veces. En fin —hizo un gesto para quitarle importancia a lo que acababa de decir—, ¿cómo estáis? Contadme sobre el verano.

Yo ya había estado con ella en verano, habíamos quedado un par de veces para ir a mi casa o a la suya, o simplemente pasear por las calles de Londres, donde ambas vivíamos. También ayudaba a que nos viéramos más que Philip era amigo de su padre y ambos trabajaban en el Ministerio de Magia, otra cosa que hacía que odiara al esposo de mi madre un poco menos.

Brainstorm -Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora