¿Puede una mentira cambiar tu realidad? puede que sí, después de todo la realidad de Yoongi fue cambiada por ello... fue ingenuo al caer en los encantos de un chico que pensaba como una vil serpiente
Se debía ser muy ingenuo como para permitir que...
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—Yoongi, no seas malo— dijo Jimin entre risas, mirando atentamente aquella mirada reprochadora— vamos que me adelante dos hojitas no es el fin del mundo— señaló su punto, después de todo el mismo Yoongi había escrito aquel libro, sabía todo lo que había en él, era el dueño de aquellos recuerdos tan vividos, pero, desde aquel día donde le pidió leer juntos, esperaba, lo cual consideraba muy tierno
—no fueron dos hojas, fue toda la primera parte— reprocho con el ceño fruncido, mientras tenía las manos en el libro— eres un chico muy tramposo
—oye— hizo un pequeño puchero— es nuestro libro, nuestra historia, solo me gusta leerlo, no me pude contener...además, tu hiciste ese libro para mi
—Pero, este libro lo teníamos que leer juntos, ¿recuerdas? — observó con detenimiento la portada del libro— debería leerlo yo solo hasta la segunda parte— miró de reojo al rubio
—no me pude resistir, perdón Hyung— se acercó, abrazándose al cuerpo de Yoongi, esperando que aquello solucionara sus reclamos— prometo no hacerlo otra vez, se lo recompensare— propuso, captando la completa atención del mayor, quien fingió pensarlo
—Está bien— dijo sin más— solo lo dejare pasar por hoy
— ¿Cuánto me ama Hyung? — sonrío
—Te amo como tantas estrellas existen en el cielo, aunque seas un chico muy tramposo y berrinchudo— dijo, escuchando a los segundos una risa tímida, bajo su mirada hacia aquella castaña, tal vez su juego se estaba saliendo de control... no tenía más palabras
—Que cursi— río por lo bajo, soltando el cuerpo del mayor y volteando para ocultar su tonta sonrisa— algún día voy a vomitar arcoíris por tu culpa
—Que gracioso— dijo en un tono sarcástico, sonriendo al ver como Jimin cubría su rostro con sus manos...
¿Cómo había terminado de aquella manera?
¿Había caído en un efecto?... todo se sentía como un efecto mariposa, un pequeño aleteo que cambió radicalmente su vida por una más cálida y colorida, llena de palabras tan cursis y momentos que seguramente atesoraba; tal vez todo aquello era un respiro, como si un susurro le dijera que era momento de detenerse, momento de observar todo con detenimiento y pensar con tranquilidad
—yo tambien te amo inmensamente— comentó de un momento a otro el rubio, haciendo un lío en el pecho del pálido
—cuida tus palabras— carraspeó, girando sobre sus pies para así comenzar a caminar, siendo seguido por el menor
— ¿Por qué debo cuidar mis palabras? — preguntó, caminando a la par del mayor
—eres demasiado directo Jimin— señaló aun sin mirarlo
