esta historia trata de Ana madrigal(tú), una chica que no es muy bien vista tanto en su familia como en el pueblo donde vive, todo esto por ser la hija de bruno la oveja negra de la familia madrigal el cual desapareció y no se volvió a saber más de...
Exactamente un año ha pasado de esto, desde la carta hasta hoy, al fin me he sentido bien, e estado feliz todo el tiempo, sin necesidad de fingir, puedo enojarme o llorar sin ocultarlo y por más mal que suene... Me alegro de que mi abuela haya muerto.
Hoy se cumple un año y 3 días de su fallecimiento y hoy se cumple un año y 3 días de mi libertad, sigo contando los días en el calendario, los marco cada día que me levanto y así va a ser hasta que yo, muera.
Ahora mi vida es mucho más linda, más entretenida y obviamente más liberadora, llegué a la conclusión de que sentir que eres libre después de estar encerrada en tu propia celda era la mejor sensación del universo.
En este momento estoy en la tumba de mi abuela, está mal cuidada, tiene pasto largo y la placa donde dice su nombre está oculta entre toda la maleza, está visitandola porque gracias a su muerte es que yo por fin pude vivir.
Ana - y así concluye el libro, la chica termino perdidamente enamorada de su esposo y él la dejo por otra mujer que lo termino matando, ¿Te gustó? - le sonreí a la tumba y pude sentir qué el viento abrazo mi cara y el pasto en mis pies descalzos se volvió más frío a lo que sonreí y dije:- sé que sí - me senté y empece a hablar con ella de cosas que habían pasado en el pueblo
Ana empezó a hablar y hablar, podrían pasar años y ella los sentiría como meros minutos, hablo de problemas en el pueblo y de cosas buenas en la familia, Mirabel se hizo cargo de todo, ahora ella era la cabeza de la familia y Ana, pues, digamos que era el cuello, aconsejaba a mirabel todo el tiempo para que hiciera todo de forma correcta, claro, dejado que ella disfrute también de su propio cargo.
Ella había pasado mucho tiempo al lado de esa tumba, el sol ya estaba encima de ella así que para no quemar y dañar su piel abrió una sombrilla de color azul pastel sencilla y siguió con su historia.
Ana - abuela, tengo que ir al pueblo, tal vez no te vuelva a visitar por este día pero, te dejo una carta para que la leas y mañana me cuentas que te parece, ¿De acuerdo abuela? - la muchacha le sonrió a la tumba, saco de su bolsillo la carta y la escondió entre la maleza, se despidió por última vez y se fue caminando feliz hacia el pueblo.
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Al día siguiente, la muchacha se encontraba otra vez en la tumba de su querida abuela, le llevo flores algo secas pero aún así mantenían su belleza. Junto a ellas le dejo bastantes cartas más, arranco la maleza de la lápida dejándola despejada de toda plata y allí colocó de forma ordenada cada carta junto a sus flores
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