13

5 0 0
                                    

Estaba decidido, mirabel sería la próxima en dirigir la familia, claro, después de que Ana se encargase del problema de la abuela.

Ana miro el agua, como se movía en un flujo constante, sin quererlo, paso tanto tiempo que se estaba escondido el sol, decidió regresar, a paso lento, no había mucha prisa, después de casi una hora llegó a la puerta de la casa, suspiro profundamente y giro la manija para entrar, abrió la puerta para cerrarla detrás suya. Miro hacia la puerta de la habitación de la abuela, justo en el medio de todas, siendo el centro de todo, siendo el núcleo de la familia, núcleo débil, frágil y también, hiriente. Fue decidida hasta su puerta, subió las escaleras, tocó la puerta y al no obtener  respuesta, decidió entrar, acabaría con las discusiones, con la tristeza e incertidumbre, lo que pasaría a continuación, cambiaría a la familia por completo, sea lo que dijera o hiciera sería lo correcto.

Ana - hola alma -cerro la puerta detrás suya, viendo cómo la anciana de cuerpo y alma estaba recostada completamente en su cama boca arriba-

Alma - ¿Que quieres? No estoy de ánimos, ¿que no ves? -la miro indiferente y cerró sus ojos-

Ana - escucha, no vengo a discutir, abuela quiero que seamos claras en esto, le haces daño a la familia. Tienes que aceptar eso - la miro de una forma un tanto triste- heriste a un miembro de tu familia, mental, física y emocionalmente... -dijo agarrando una silla que había en la habitación, la puso cerca de la cama para poder hablar mejor con ella, se sentó y espero una respuesta-

Alma - ¿Y que? Me insistió en que baje a comer y no quise hacerlo, se lo merecía -dijo sin abrir los ojos-

Ana - abuela... - se sintió decepcionada, claro, hablaba de su hija como si no fuera nadie importante-

Alma - no me llames así, ambas sabemos que es la palabra más falsa que ha salido de tu boca desde que naciste - tosió un poco al decir eso, estaba agotada...-

Ana - estás en tu lecho de muerte, este es el momento para hacer las pases - tomo la mano de su abuela pero fue quitada de inmediato en un acto brusco de alma-

Alma - ¡no me toques! - tosió aún más fuerte está vez, el hablar en un tono más fuerte de lo habitual la desgastó- ¡eres lo más sínico e hipócrita que haya conocido jamás! ¡Eres la peor nieta que tuve! Y sobre todo ¡ERES LO QUE MÁS ODIO EN ESTE MUNDO! ¡POR TI SE DESGRACIÓ TODO! POR TI MI ENCANTO SE FUE Y NO VA A VOLVER! ¡JAMÁS! -su tono de voz era muy fuerte, era un grito muy ronco debido al desgaste y la fragilidad de su voz... no paro de toser después de eso, su nieta se asusto y se acerco más a ella tratando de ayudarla- ¡Que no me toques! ¡Lárgate y ojalá sea para siempre!

Ana - alma, por favor... -ella no quiso ser débil, pero no podía ocultar el llanto que guardaba desde hace años, ese llanto que no era por algo sentimental, algo de amor o de preocupación, era dolor del alma -

Alma - ¡VETE! ¡LÁRGATE DE MI VISTA! ¡NO ME VUELVAS A HABLAR EN LA VIDA! ¡YA VOY A MORIR Y QUIERO QUE SEA EN PAZ! ¡SIN VERTE A TI NI A NADIE! ¡QUIERO MORIR SOLA! ¡ASI COMO LLEGUÉ AQUÍ, COMO PUDE TENER A MIS HIJOS Y CRIARLOS! ¡SOLA! ¡COMO SIEMPRE HA SIDO! -estaba llorando ella también, no se sabía si era de rabia,impotencia, miedo o tristeza pero lo que era seguro, es que solo necesitaba un poco de paz-

Ana - ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Ya me voy pero por favor cálmate! ¡Solo hazlo! -la chica estaba alarmada se paró de la silla y se alejo rápidamente de su abuela saliendo de la habitación llorando-

Ana salió corriendo a aquella habitación, fue hasta su cuarto, el clima estaba horrible, una tormenta de nieve estaba por surgir, ella sabía el porque pero aún así solo corrió por el puente y llegó a la cabaña, se recostó en su cama y sin saber cómo, encontró la calma y durmió... Un largo, largo rato.

Al despertar no logro comprender si había salido de una eterna pesadilla o estaba entrando en ella; caminó mejor de su cama, a paso lento y tranquilo, mientras caminaba se topo con un tocador en me dio del corredor y se miro al espejo, estaba completamente despelucada... Siguió caminado, bajo las escaleras y simplemente salió de la cabaña, estaba todo calmado, había mucha paz y tranquilidad afuera, había flores por todos lados, el lago estaba fresco a la vista y muy tranquilo, los árboles verdes y una suave brisa tocó la cara de Ana haciendola cerrar sus ojos y respirar hondo... Calmo su corazón... Pero no duro ni 3 segundos, su esposo llegó corriendo habiendo la puerta del fondo de aquel paisaje, grito el nombre de su amada y corrió lo más rápido que pudo hasta ella...

Ale - ¡AMOR! - la abrazo fuertemente- ¡Mi reina! ¿Te encuentras bien? - se separó un poco para ver sus ojos, ojos que permanecían cerrados-

Ana - estoy bien... -dijo en voz baja, casi en un susurro- ¿Por qué llegas así? ¿Te encuentras bien? ¿Algo paso? -sus ojos permanecían cerrados, sus fosas nasales se abrieron e inhalo profundamente-

Ale - amor... La abuela murió... -la miro detenidamente-

Ana -... - permaneció callada, casi como si no hubiera escuchado nada de lo que dijo su esposo, sin pensarlo, de su ojo izquierdo salió una lágrima y resbaló por toda su mejilla, el aire que había inhalado salió bruscamente de sus pulmones por su boca en un quejido y su expresión facial gritaba DOLOR, sus ojos se arrugaron, sus cejas se fruncieron y se mordió el labio inferior aguantando el llanto, su esposo la abrazo con todas sus fuerzas, de repente sus piernas dejaron de funcionar y terminaron ambos en el suelo, ella llorando con un dolor profundo y él permaneciendo fuerte por ella, por ser su consuelo-

Lloró un largo rato, la paz que había sentido al salir de su cabaña, era paz de saber que ella, su abuela, se habia ido para siempre y que la casa, el encanto, se encontraba también en paz por tener a su esposa cerca otra vez, ese llanto era una combinación de alegria y paz con dolor y tristeza. Al fin había acabado una etapa de sufrimiento y comenzaría la de sanación. Al fin, un nuevo comienzo...

Se relajó, limpio sus lágrimas y le dió una señal a su esposo que llorara como le plazca, sabía que le dolía también la perdida de su casi abuela, que aún que no lo hubiera querido a él, él la apreciaba por traer a la vida a toda esta familia, a su suegro que queria como un segundo padre, a su esposa que ama con sinceridad y a los demás que lo apoyaron siempre, él era el apoyo de su esposa y ella de él asi que se solto, sus sentimientos salieron y pudo llorar de verdad, saco todo su dolor y peso...

Paso el tiempo y llegó Cataleya por la puerta, su madre la vio llegar y le dió una señal que fuera a donde estaban ambos, ella hizo caso y se acercó, los abrazo a ambos y juntos salieron de la habitación para ir al de su abuela fallecida; todos estaban ahí, tíos, primos y cuñados, todos compartiendo los mismos sentimientos: DOLOR Y PAZ.

• Dolor de alma •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora