Armonías en la Academia

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Narra Alex
El bullicio de la academia resonaba con la emoción y la energía mientras nos reuníamos en el salón de ensayos para prepararnos para la siguiente gala. Las luces tenues iluminaban el escenario, creando una atmósfera de anticipación mientras nos preparábamos para dar lo mejor de nosotros mismos una vez más.

Violeta y Salma estaban ocupadas afinando sus voces, intercambiando risas y consejos mientras perfeccionaban cada nota. Chiara, con su guitarra en mano, se sumergía en la creación de armonías únicas que añadirían un toque especial a nuestra actuación. Juanjo, con su energía contagiosa, saltaba de un lado a otro, animándonos a todos con su entusiasmo.

Y luego estaban Denna y yo, cada uno perdido en nuestros propios pensamientos mientras nos preparábamos para enfrentar el desafío que se avecinaba. Aunque la tensión entre nosotros seguía siendo palpable después de nuestra conversación anterior, estábamos decididos a no dejar que afectara nuestro desempeño en el escenario.

Mientras ensayábamos juntos, Denna y yo encontramos una nueva armonía, una conexión que trascendía las palabras no dichas que seguían flotando entre nosotros. A medida que nuestras voces se entrelazaban en perfecta sincronía, sentí una sensación de paz y entendimiento que me hizo darme cuenta de cuánto significaba nuestra amistad para mí.

Pero incluso en medio de la música y la camaradería, no pude evitar notar la sombra de tristeza en los ojos de Denna, un recordatorio constante de las heridas que había infligido con mi error imperdonable. Sabía que tenía mucho que hacer para recuperar su confianza y su amistad, y estaba decidido a hacerlo, sin importar cuánto tiempo y esfuerzo pudiera requerir.

Mientras continuábamos ensayando, una sensación de determinación se apoderó de mí. Sabía que esta era mi oportunidad de redimirme, de demostrarle a Denna y a mis amigos que era capaz de aprender de mis errores y crecer como persona y como artista.

Y así, con la música como nuestra guía y la amistad como nuestro faro, nos sumergimos en la magia del ensayo, listos para enfrentar el desafío que se avecinaba con valentía y determinación. Porque aunque el camino hacia la redención podría ser difícil y lleno de obstáculos, sabíamos que juntos éramos más fuertes, y que con el poder de la música y el apoyo mutuo, éramos capaces de superar cualquier cosa que se interpusiera en nuestro camino.

Decidí que era hora de abordar la tensión que se había construido entre Denna y yo desde la noche en que se revelaron las cosas sobre mi beso con Suzete. Después de todo, éramos amigos, ¿no? Y la amistad, pensé, debía ser capaz de superar los desafíos y las discrepancias.

Después de que todos terminaron el ensayo y comenzaron a dispersarse por la academia, me acerqué a Denna con la esperanza de tener una conversación privada. La encontré sola en un rincón, observando distraídamente el escenario vacío con una expresión distante en su rostro.

—Denna, ¿podemos hablar? —pregunté con cautela, sin querer abrumarla pero deseando abordar el elefante en la habitación.

Denna se giró hacia mí, sus ojos brillaban con una mezcla de emociones contenidas. Asintió, una sombra de tristeza cruzando su rostro.

—Claro, Alex. ¿Qué pasa? —respondió, su voz apenas un susurro.

Decidí ir directo al grano, sabiendo que la honestidad era la única forma de resolver esta situación.

—Denna, no entiendo por qué te has tomado tan mal lo que sucedió con Suzete. Somos amigos, ¿verdad? Y todos cometemos errores. —expresé, tratando de transmitir mi confusión y sinceridad.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Denna, sorprendiéndome con su intensidad. Se llevó una mano temblorosa a la boca, luchando por contener sollozos mientras sus hombros se sacudían con el peso de su angustia.

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