Prólogo

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Francia - 1807

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La paz que se sentía rara vez en este palacio, era agraviado por el murmullo de los sirvientes, yendo de los salones a otros, pasillo por pasillo, decorando, organizando cosas y preparando la mesa para el gran festín que se avecinaba para esta noche, junto con una obra especial en la gran ópera real del palacio.

Por supuesto, esto se volvió una costumbre.

Las constantes fiestas, los murmullos, los bailes, las constantes obras y chismes, se volvieron la vida cotidiana entre la corte, pero esto era una ocasión especial bastante preocupante y por supuesto agraviante de cualquier forma para todos, y tan solo llevamos una semana aquí...

Después de tanto tiempo de firmar el primer tratado de paz entre dos estados para dejar atrás la guerra de tantos siglos... Hoy en esta noche el rey de Inglaterra y yo, su mano derecha, el parlamento y la armada de caballería, se reúnen con el rey de Francia. Un acontecimiento del que todos hablan.

—Escuché que el rey de Inglaterra vino a burlarse de su majestad, también para proponerle supuestamente una propuesta de alianza...  —Susurra una señora, junto con otra doncella, no disimulaban bien, ya que se podía oír claramente lo que decían.

—¿En serio? yo escuché sobre lo de la alianza y su propuesta, lo otro si que no lo escuché.

—Sabes que todos dicen otra versión y otros otra, pero ¡cuenta lo que escuchaste!.

—Supuestamente hablaban de... ¿Un compromiso?, pero me lo encontré extraño.

—¿¿¡Cómo!??, ¡pero si esto es una primicia!.

—¡Yo si no sé!, pero lo dudo, quizás hablen de otro compromiso, recuerda que el rey de Inglaterra no ha tenido hijas aún.

Por supuesto, esto es común, los chismes entre el palacio se expanden como la pólvora y se escuchan por las paredes, es el pan de cada día.

—Ustedes, mujeres insolentes, ¿Cómo se atreven a socavar la reputación de su majestad?,contando falsedades! ¡fuera de mi vista!. —Con autoridad, me dirigí hacía las damas irrespetuosas que bajaban la cabeza de vergüenza.

—Lo sentimos  mucho Milord —Hablaron al unísono.

Si todos se enteran de estos rumores falsos, la reputación del rey correría peligro, todos saben qué la Reina...

Me marché, rápidamente para dirigirme a la principal sala de audiencias, para hablar de un asunto importante... Para entregar una carta misteriosa que le habían mandado pero que era urgente.

Me dejé llevar por mis pensamientos tanto, que choqué sin pensar con un sirviente, dejando su bandeja.

—¡Tenga cuidado para la próxima vez!, ¡Insolente!.— Me recogí y me limpié el polvo de la ropa para seguir.

Llegué hasta la sala, donde mi rey, el rey Carlos V y abrí las puertas apresuradamente, olvidándome por completo que antes tenía que anunciarme, mi rey y el rey de Francia parecían lo que era tener, una charla animada... Extrañamente amigable.

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