doce

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La mano de Jennie se paseaba desvergonzadamente por los muslos de la menor, llegando hacia arriba y apretando un poco cuando bajaba

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La mano de Jennie se paseaba desvergonzadamente por los muslos de la menor, llegando hacia arriba y apretando un poco cuando bajaba.
Rosé se retorcía en el asiento del auto, provocándole muchas ganas de que Jennie estacionara donde sea y hacerlo ahí mismo. Su mano alcanzó a llegar hasta la intimidad de la menor y dio una leve caricia con sus dedos.

—Jennie, para aquí, por favor —pidió entre jadeos.

La castaña sonrió mientras seguía tocando esa zona y respondió—. No, estamos por llegar. Relájate.

—¿Cómo quieres que me relaje si estás tocándome así? Ni siquiera sé por dónde estamos —dijo. De verdad había perdido la noción de todo, estaba demasiado excitada que no podía ni concentrarse.

Jennie esbozó una sonrisa ladina y entonces alejó su mano, sacando un jadeo de los labios de la menor, quien estuvo a punto de replicar pero decidió no hacerlo.

Cinco minutos después, Jennie estacionaba el auto frente a su casa y ambas bajaron. Rosé sintió la humedad deslizar hasta sus bragas y reprimió las ganas que tuvo de tirarse contra Jennie, quien se encontraba sacando su maleta de la parte de atrás del auto.

Cuando estaba a punto cerrarlo, el celular de Rosé encendió su pantalla y vibró en una esquina del auto, se había olvidado de que lo había metido ahí junto con la maleta. Lo tomó y atendió.

—¿Hola?

Nena, te llamaba para saber si mañana podrías venir a mi casa. Y de paso me gustaría decirte algo importante.

Decir que a Jennie le hirvió la sangre en todo el cuerpo era poco. Reconocía perfectamente esa voz.

—Lastimosamente no soy tu nena, pero está aquí conmigo —le lanzó una mirada asesina a Rosé—. ¿Deseas hablar con ella?

Sí, por favor.

—Pues jódete —finalizó la llamada.

A Rosé le temblaron las piernas cuando Jennie volteó hacia ella y se cruzó de brazos, claramente pidiendo una explicación. No escuchó nada de lo que pasó, pero el rostro de la castaña lo decía todo. Soyeon había llamado y Jennie había escuchado algo que no debía.

—¿Piensas explicarme o solo te quedarás ahí parada?

Rosé hizo su mejor intento por hablar, lidiando con los nervios y su garganta apretando—. ¿Q-Quién llamó, Jenn?

Jennie caminó despacio hasta Rosé y la tomó por el costado de sus brazos, para luego empujarla con ella hacia la puerta delantera del auto. Dejando a Rosé con la espalda en la puerta y Jennie en medio de sus piernas.

—No me quieras ver la cara de tonta —dijo cerca de su rostro—. Mejor explícame por qué mierda habló para preguntar si podías llegar mañana a su casa.

Rosé entendió todo en ese momento, y supuso que Jennie lo había mal entendido.

—Jenn, no, estás malinterpretando sus palabras —respondió, calmándose un poco—. ¿Me dejas explicarte adentro?

massages ↬ chaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora