dieciocho

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—Rosé, te lo pregunto por última vez, ¿estás segura de que llevas todo lo que necesitas? —se dio la vuelta frente a la chica para confirmarlo antes de salir de la casa

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—Rosé, te lo pregunto por última vez, ¿estás segura de que llevas todo lo que necesitas? —se dio la vuelta frente a la chica para confirmarlo antes de salir de la casa.

Estaba un poco estresada por el hecho de que quería que todo saliera perfecto, y si olvidaban algo importante como el pasaporte o siquiera sus identificaciones, todo se arruinaría.

Rosé asintió ante la pregunta, tomó su bolso de mano y Jennie tomó las maletas de ambas para meterlas en la parte trasera del auto.

—Asegúrate de desconectar todo y apagar todas las luces —indicó, haciendo que Rosé obedeciera y entrara de nuevo a la casa para revisar por última vez las habitaciones y la cocina. Finalmente cerró y Jen se encargó de asegurar la puerta con llave.

La llegada al aeropuerto había sido rápida, así que veinte minutos después, se encontraban haciendo el check-in con sus maletas y pasando por las revisiones necesarias.

—Jen... —la mencionada volteó—. ¿Adónde vamos? Tú nunca me lo dijiste y yo jamás pregunté —mencionó, riendo.

—Es una de las mejores islas de Europa que siempre quise visitar, e ir contigo lo hace simplemente perfecto —explicó con ilusión—. Iremos a Ibiza.

Los ojos de Rosé se expandieron ante lo interesante que sonó ese nombre, tratando de recordar dónde lo había escuchado.

—¿Dónde es eso? —decidió preguntar entonces.

—España —contestó, y Rosé hizo una expresión un tanto graciosa al pensar en cuán lejos debían de estar—. Son muchas horas de vuelo, pero, créeme, valen la pena.

El vuelo salía exactamente a las 9:00 am, tenían una hora, en la cual aprovecharon de desayunar y Rosé de ir al baño, mientras Jennie esperaba afuera, para luego empezar a encaminarse a la sala en donde las personas del mismo vuelo fueron llamadas para entregar su boleto y dar acceso al avión.

Al acceder a este, y luego de varios minutos, pudieron notar que ni siquiera la mitad del avión estaba ocupado. Afortunadamente, sus asientos quedaban un poco separados de los demás pasajeros.

Rosé cerró sus ojos y se recostó en el hombro de Jennie cuando el avión empezó a elevarse, conocía demasiado ese sentimiento de náusea cuando este se inclinaba o veía por la ventana cuando esto pasaba. Jennie acarició su cabello, recostó su cabeza en la suya y cerró sus ojos también.

Les esperaban catorce horas de vuelo con dos escalas incluidas. Pero estaban juntas y era lo que en realidad importaba, así que no era posible que se alguna se aburriera, considerando sus métodos de entretenimiento.

Agradecieron infinitamente que el avión tuviera pantallas, así que, su primera actividad fue ver una película juntas. Hacía frío, por lo que tomaron una de las calientes mantas que la azafata les ofreció amablemente.

massages ↬ chaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora