Capitulo especial: En medio de la tormenta, te conocí.

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Narra Yun

Ni siquiera tengo claro a donde ir, no quisiera ir a casa de Soph y mucho a casa de mis padres, eso significaría decirles lo que pasó y dar muchas explicaciones. No, eso es lo último que necesito.

Me quedo parada en medio de un parque cercano al departamento, las lágrimas siguen saliendo, derramando el maquillaje que tenía en los ojos, mi corazón está destrozado al igual que mi fe y la confianza en los demás. Pero esa no es la peor parte, pues la confianza en mí misma, eso que me hacía levantarme en las mañanas y cumplir con mis sueños, se ha ido a la mierda.

Me siento tan estúpida, tan ingenua e incrédula que no puedo evitar culparme por lo que pasó. Tuve tantas señales, tantas advertencias de que Namjoon estaba engañándome y yo sencillamente las ignoré. Aquellas sospechas las descartaba de inmediato cuando él llegaba y me besaba y me decía que todo estaría bien.

Maldito mentiroso.

Durante la madrugada llegué a muchas conclusiones dolorosas ante las preguntas que me acechaban. Pero la que terminó por destruirme fue el ser consciente de que Namjoon estaba distante, alejado y disperso de mí incluso desde antes de que yo retomara mi puesto como maestra. No sé si eso me debería de tranquilizar porque entonces no fue culpa mía que buscara consuelo en los brazos de otra; o debería de ponerme peor porque su doble vida empezó mucho antes de lo que yo pudiera imaginar.

Da igual, en cualquier escenario posible, el sufrimiento es el mismo para mí.

Dejo caer mis rodillas sobre el césped húmedo, coloco mi bolso junto a mí, y dirijo mi vacía mirada hacia el horizonte, en la lejanía, hacia el abismo en que el creo estar y del que no podré salir.

Mi mente masoquista reproduce aquellos bellos momentos que he vivido junto a Namjoon; el día que lo conocí, cuando me pidió que fuéramos novios, cuando me pidió que nos casáramos, cuando me entregué a él por primera vez, cuando hablamos de tener un bebé...

El llanto se intensifica mientras mi corazón me pide a gritos que pare. Ojalá todos esos recuerdos fueran suficientes para sanar el dolor que me ha causado su traición. Pero no es así, una mala acción tiene el poder de destruir mil buenas.

—Disculpa... ¿Puedo ayudarte en algo?

Aquella voz grave y masculina consigue distraerme de mis pensamientos. Levanto la cabeza y me encuentro con un hombre como de uno ochenta, tez trigueña, cabello ondulado, y con una expresión afligida.

No me molesto en responder, no quiero hablar ni ver a nadie. Tomo mi bolso otra vez y me levanto limpiando mis mejillas, camino de largo sin rumbo fijo y entonces siento que me siguen. Me detengo y me giro. Es el mismo tipo de hace un momento.

—Lo... siento, lo último que quiero es molestarte o causarte más problemas pero...  —Soba su cuello, apenado— te he estado observando desde que llegaste y me parece que necesitas ayuda... —Intenta sonreír para ganarse mi confianza pero eso está lejos de pasar— ¿Necesitas ir a algún sitio? ¿Al médico? ¿Quieres que te pida un taxi?

Ruedo los ojos con ironía, mi aspecto a pesar de que me arreglé de más, debe ser deplorable al sugerir ir al médico.

—No necesito tu ayuda, no necesito a nadie ¿sabes? —Respondo descortés y me cruzo de brazos.

Un silencio incómodo se atraviesa entre el extraño y yo. —De acuerdo... entonces déjame llamar a alguien para que venga por ti. No es correcto que estés por aquí llorando, alguien podría aprovecharse.

Me enfado mucho y ya que el extraño tiene tantas ganas de ayudarme, será él quien reciba mi coraje.

—¿Sabes qué no es correcto? ¡Que la persona a la que amas y a la que le has entregado casi ocho años de tu vida traicione tu puta confianza! ¡Que la persona que amas no valore tu esfuerzo, tus detalles, tu maldito tiempo! —Respiro hondo ante la atenta mirada del sujeto— ¡Que finjas amor, preocupación, interés por algo que ya no quieres o de lo que ya no estás seguro! -Mis uñas se encajan en mis manos por la fuerza de mis puños— ¿Sabes qué más no es correcto? ¡Que llegues a casa a decirme que me amas cuándo seguramente estabas revolcándote con otra minutos atrás! ¡Que seas un cabrón mentiroso, cobarde al que le faltan pantalones para decirme de frente que esto...esto... se acabó...!

Me quiebro nuevamente y la voz se me desgarra. Llevo las palmas de mis manos a mis ojos, ahora que le grite al tipo me siento avergonzada, seguro piensa que estoy loca, que no debió acercarse o que...

—Tienes toda la razón. Y siento haberte dicho que llorar no es lo correcto. Hay cosas más importantes como sacar lo que uno siente y liberarse de toda la basura interna que otras personas nos provocan. —De su suéter saca un pañuelo y me lo extiende.

Lo tomo insegura y limpio mi cara porque seguro estoy hecha un desastre.

—¿Quieres golpearme?

Abro los ojos como platos ante su curiosa sugerencia y casi puedo jurar que por un segundo sonríe.

—¿Disculpa?

—Golpéame. —Lo repite como si nada—. Gritarme te ayudo a relajar tu rostro, que por cierto, es muy lindo —Se encoge de hombros— golpearme quizá no resuelva tus problemas pero sí a sentirte mejor y a liberar ya sabes... adrenalina.

Pestañeo un par de veces, lo observo detenidamente mientras analizo cada palabra que acaba de decir.

—No quiero golpearte. —Respondo mucho más tranquila que antes y hasta este momento me doy cuenta de que mi respiración se normalizó y que el llanto cesó.

Sonríe amistoso y da un paso hacia mí. —¿Puedo saber tu nombre?

Llevo mis manos hacia la parte baja de mi espalda un tanto apenada. —Yun...

Alza la vista al cielo y casi en seguida regresa sus ojos a los míos. —Bien, Yun, entonces... ¿Quieres que llame a alguien para que venga por ti?

—No es necesario, de hecho vivo muy cerca de aquí con mi espo... —Me quedo callada y esa sensación dolorosa regresa.

El extraño se da cuenta y forma una línea recta con sus labios. —Entiendo... —Rasca su barbilla pensativo— ¿Me dejas acompañarte?

Niego de inmediato, a pesar de que creo que tiene buenas intenciones, no voy a confiar en alguien que acabo de conocer.

—No. Yo... quiero regresar sola, ya me siento mejor, en serio. —Retrocedo.

El tipo asiente. —Bueno, quisiera asegurarme de que has llegado bien a casa pero no tengo manera de comunicarme contigo. Es obvio que... no me darías tu teléfono, ¿verdad?

—No, no te lo daré. —Respondo casi a la defensiva.

Esboza una sonrisa resignada. —Mira, seguido vengo a este parque a tomar fotos, ojalá algún día te encuentre de nuevo, en mejor estado, solo para saber que todo fue mejor.

—No prometo regresar aquí. —Digo cansada esquivando su mirada.

—No sé, igual y nos encontramos en algún otro lugar. Ojalá que sí. —Hace reverencia y me lanza una última sonrisa entusiasta—. Hasta luego, Yun.

Cuando se da la vuelta y camina me doy cuenta de que tiene una cámara profesional colgando sobre la espalda, al menos es cierto aquello de que toma fotos.

Suspiro y pienso en que tal vez fui muy dura con el tipo, o tal vez él fue muy extraño en querer ayudarme. Muerdo mi labio inferior, creo que mi lado ingenuo no se ha extinguido del todo porque cuando me percato estoy corriendo detrás del extraño. Toco su hombro, gira hacia mí y me mira con una expresión sorprendida pero aliviada.

—Tú no me dijiste tu nombre... —Musito casi arrepentida de estar haciendo esto.

El sujeto cierra los ojos con presión, como si hubiera olvidado algo importante.

—Tienes razón, lo siento, mi nombre es Taehyung... Kim Taehyung.

Creo firmemente que las casualidades existen, y ahora que lo pienso, conocerlo en esas condiciones, en ese día, en medio de mi tormenta, fue una de las mas bellas en toda mi vida.

Creo firmemente que las casualidades existen, y ahora que lo pienso, conocerlo en esas condiciones, en ese día, en medio de mi tormenta, fue una de las mas bellas en toda mi vida

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