Capitulo 1: Y te conocí.

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Narra Namjoon

Bebo lo último que queda en mi vaso de whisky y lo dejo sobre la mesa

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Bebo lo último que queda en mi vaso de whisky y lo dejo sobre la mesa. El bar esta mas o menos lleno para ser 31 de diciembre. Jiwoo, mi mesero, se me acerca y le pido la cuenta.

Enfoco mi atención en la pantalla del fondo, donde se transmite un programa especial para recibir al año 2023 y después miro a mi alrededor, preguntándome si los demás se sienten como yo, vacíos e incomprendidos a pesar de tener un vida decente o si soy el único que se cuestiona ese tipo de cosas por el sentimentalismo de estas épocas.

Suspiro y dejo un par de billetes sobre la mesa. No quiero ir a casa, no me apetece llegar pero no tengo opción. Entonces y sin haberlo notado antes, mis ojos se encuentran con los de ella, una mujer sentada frente a la bara. Quizá tiene unos veinticinco, tez blanca, ojos grandes, labios delgados, cabello castaño a la altura de los hombros. Desprende curiosidad y cierta picardía mediante una sonrisa sugerente.

Me causa ternura porque había olvidado lo que se siente que alguien que no es mi mujer, me coqueteé

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Me causa ternura porque había olvidado lo que se siente que alguien que no es mi mujer, me coqueteé.

Me levanto, coloco mi chaqueta y salgo de allí, pues el reloj marca casi las diez. La frialdad del ambiente invernal me envuelve, enciendo un cigarrillo y me recargo sobre mi auto. Entonces, la mujer con la que hice contacto visual hace un momento aparece
nuevamente y se planta frente a mí.

—¿Me das una calada de tu cigarro?. —Su dulce voz mas que tranquilizarme, me tienta—, olvidé los míos en casa. —Se justifica sin dejar de lado su evidente coquetería.

Intento no reír y accedo. —Claro —Le extiendo el cigarro y ella no le da una calada, le da dos, disparando el humo hacia arriba, dejándome ver la piel tersa y suave de su cuello.

—¿Cómo te llamas? —Sonríe.

Hago tronar mi cuello. —Soy casado. —Levanto mi mano izquierda para mostrarle mis anillos, pero parece no importarle en lo absoluto.

—¿Y? —Me devuelve el cigarro—. Pregunté tu nombre no si querías pasar una noche conmigo. —Piensa que no me doy cuenta pero cada vez invade más mi espacio personal y en realidad... no me molesta.

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