Capitulo 10: Mensajes dolorosos.

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Nara Namjoon.

Permanezco sentado en el sofá en completa soledad pues Yun no ha regresado y por obviedad no responde mis mensajes ni mis llamadas. Empiezo a preocuparme porque son más de las diez de la noche, ella nunca se había ausentado tanto tiempo sin mí. Sobo mis sienes porque este maldito dolor de cabeza no cesa ni con los analgésicos que tome hace dos horas.

Sin ganas de nada, me dirijo a la cocina para prepararme un emparedado, le doy la primer mordida y pienso en ella, en T/N. Me maldigo, después de lo que me dijo no debería desperdiciar mi tiempo pensando en ella, no lo vale. Mastico una y otra vez hasta que termino mi cena exprés. Limpio mi boca y ante los calambres en mi cabeza, decido dormir en el sofá para esperar a Yun.

Después de unos minutos con los ojos cerrados escucho la cerradura de la puerta principal, mi sueño se esfuma y me levanto de un movimiento ágil. Es ella. Es Yun. Nos miramos un par de segundos con incertidumbre. Noto que tiene frio pues salió con ese diminuto vestido sin un abrigo o chaqueta, quiero abrazarla y darle la calidez que necesita, pero ella transforma su rostro en indignación y no se toma la molestia de dirigirme la palabra, camina hasta el pasillo pero yo la persigo.

— ¿En dónde estabas? ¿Estas bien? —Pregunto y ella me golpea con su frialdad— ¡Carajo Yun! —La tomo del brazo— ¡Deja de actuar como una niña!

— ¿Qué haces aquí? —Pregunta con tono juzgón— ¡Deberías de estar con ella! —Tensa su mandíbula y se suelta de mi agarre—. ¡Ve a cogértela! ¡Ve a hacer lo que quieras! ¡Eres libre de hacerlo!

Hago tronar mi cuello y retrocedo. —Tú y yo somos esposos Yun, debemos arreglar las cosas como solíamos hacerlo antes. —Sugiero, reprimiendo el llanto.

Yun se carcajea en mi cara con coraje. —¿Cuándo estabas con ella en la cama te acordabas de que somos esposos, Namjoon? —Se cruza de brazos— ¿Qué sucede? ¿Acaso ella te echó? ¿Acaso se enteró de que yo ya lo sé todo y ya no le pareció divertida su aventura?

Remuevo mi cabello frustrado, es increíble su capacidad para adivinar las cosas, su intuición me deja perplejo y a la vez más dolido que hace unos momentos.

—Vamos Yun... —Suplico con un nudo en la garganta—. Al menos dime qué es lo que va a pasar con nosotros, dime qué quieres que haga, qué esperas que haga para que... puedas perdonarme... —Dejo caer mis brazos a mis costados.

Los ojitos de Yun se cristalizan y noto que se traga el llanto. Quizá esta tan harta de llorar como yo de pensar.

—¿Por qué debo ser yo la que ponga una solución? iYo no fui quien traicionó tu confianza! —Carraspea— Más bien, dime tú qué es lo que va a suceder... ¿Vas a pedirme el divorcio? ¿Vas a correrme de tu departamento para traer a la mujer con la que te revuelcas? ¿Quieres que empaque de una vez mis maletas?!

Cansado y abatido niego con la cabeza. Nunca haría eso, jamás te dejaría desprotegida...

Yun no puede esconder las lágrimas, entonces se voltea y camina hasta nuestra habitación. -Yo también solía creer eso, Namjoon.

...

Días después.

Narras tú.

Debo confesar que no trabajar en el RIBS me ha quitado decenas de estrés de encima. No vivir con los gritos y malas caras del idiota de Ted es realmente una bendición, aunque debo de ser realista, no he podido concentrarme en encontrar otro empleo y las facturas de los servicios y de la renta de mi departamento empiezan a hacerme mucho ruido. Al menos tengo mi trabajo en el centro de fisioterapia y ahora que el tiempo no es problema para mí, puedo impartir más clases durante el día, aunque la paga no es equivalente
a la del restaurante. Algo es algo.

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