—Vámonos —me susurra el chico mientras me toma del brazo para salir de ahí.
—¿Desde cuándo hay guardias por aquí si es zona pública? —pregunto mirando hacia la dirección del vigilante.
—Cuando salgamos de aquí te lo explicaré todo.
No dice nada más y lo sigo hasta salir de ese sitio. No pasan más de 10 silenciosos minutos cuando llegamos a la escuela y este me lleva hasta unos bancos cerca de la torre Wrath.
—¿Y bien? —le miro insistente e intrigada.
—Verás... Ese sitio no es del todo público —me explica avergonzado— te juro que no sabía que aún seguía viviendo alguien ahí.
—¿Y de quién se supone que es esa propiedad? Porque debe ser de alguien que viva por los alrededores.
—No lo sé. Antes sabía que estaba ocupada porque había un gato negro con un collarín vagando siempre por ahí, como lo deje de ver intuí que habían desalojado el hogar.
—¿Qué llevas ahí a todas tus citas?
–Solo a unas... —empieza a contar con los dedo— ¿diez? —Este se ríe dando a entender que lo que acaba de decir solo se trata de una simple broma—. Bueno, si mañana queremos estar preparados para entrenar tendremos que ir a la cama ya —dice Tyron levantándose del banco—. Ha sido un placer señorita.
—Muchas gracias por esta tarde, me lo he pasado muy bien.
—Te acompañaría hasta tu habitación, pero no quiero que nos pillen de nuevo, cómo vas a comprender.
Las habitaciones del lugar están separadas por géneros, cada uno ocupa una torre diferente así que es difícil colarse ya que hay guardias vigilando por todas partes.
Nos despedimos y ambos vamos a nuestra habitación.
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A la mañana siguiente me alisto rápidamente con ropa cómoda y una trenza baja para ir a buscar a mi mejor amiga. Aine estaba en el comedor almorzando con su pareja así que para no interrumpir salgo a buscar a Tyron para empezar a entrenar.
Está ya iba preparada con la ropa de entrenamiento y con un moño arriba de su cabeza del cual le colgaban dos pequeños rizos en la parte frontal. Unneas, su pareja, en cambio ya había pasado las pruebas de acceso así que vestía como de normal: con una camiseta de tirantes blanca que le marcaba cada uno de sus grandes y anchos músculos y unos pantalones largos de chándal grises. Este, tiene el pelo corto y negro con unos ojos azules tan claros que casi parecen tranparentes
—Ey te veo bien, Aisha —dice el chico guiñandome un ojo—. ¿Dónde está Aine?
–Sigue almorzando con Unneas, pero podemos ir calentando hasta que venga.
–Bien.
Tyron me lleva hasta el campo de entrenamiento el cual es bastante más pequeño que el de batalla. El chico se detiene unos minutos para comentarme un poco por encima como van las pruebas de acceso y así poder hacerme a la idea.
—Y bien, que se te da mejor ¿las dagas o el arco? Porque te darán elegir entre estas para superar el primer reto.
Me paro a pensar durante un instante para rápidamente contestarle.
—El arco —respondo decidida.
—¿Estás segura? La mayoría, por no decir todos los candidatos, han superado el examen gracias a las dagas.
—Completamente.
Tyron va al cuartel a por un arco a lo que mientras tanto puedo notar una mirada fría y penetrante detrás de mí.
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ENCADENADOS
RomanceQuizás yo no sea partidaria de que las cosas pasen por algo o que el destino exista, ¿pero él? Él me hace dudar hasta de mi propia existencia.