Vemos como poco a poco se nos van uniendo todos los candidatos que faltaban.
—Completamente preparadas profesor.
—Bien ... Sois el último grupo —el profesor Ulobus nos mira a todos los presentes—. Empecemos.
Ulobus era nuestro maestro de prácticas y el que nos iba a examinar hoy. Este mide menos de metro y medio —lo cual hace que la mayoría de nosotros le pasemos mínimo media cabeza— y tiene una barba blanca tan larga que nadie sabe cómo no se la pisa.
—Odin Fang —esmenta el profesor —. Adelante —le hace una seña al chico y Odin da un paso adelante entre la multitud.
—¿Dagas o arco?
—Dagas, señor.
—¡Los otros podéis ir a esperar vuestro turno a las gradas!
Todos nos dirigimos a las gradas situadas a nuestra derecha, a lo que a lo lejos, podemos ver como Odin realiza diferentes pruebas, las cuales no podemos apreciar bien por la lejanía de este, pero por los gritos que produce, parecen bastante duras.
—Mira lo bien que se lo pasa que hasta grita de la emoción —ríe Arwen señalando al chico.
—A ver si dices lo mismo cuando estés ahí abajo —hago una mueca girando la cabeza para quedar frente a él.
—Es solo una broma pequeña.
De repente siento como unas grandes manos me oscurecen la vista tapándome delicadamente los ojos.
—Sorpresa —dice Tyron sentándose a mi lado—. ¿Cómo lo llevas colega? —le choca la mano a Arwen.
—¿Qué haces aquí?
—Pues pasaba por aquí y me he dicho a mí mismo: ¿Por qué no voy a ver cómo le va a Aisha? Y aquí estoy.
—Muy romántico por tu parte —murmura Arwen.
—Claro, como tú eres experto en eso... —Tyron le guiña un ojo al chico y me pasa el brazo por encima de los hombros—. ¿Cómo llevas los nervios?
—Estoy intentando sobrellevarlos como puedo
—Vas a estar genial, ya verás.
Durante un instante solo me mira hasta que un grito rompe la calma.
—¡Tyron Jadis! ¿Quiere volver a hacer las pruebas?
Mientras el profesor habla con el chico, a Odin se lo llevan a otra parte para seguir con el ejercicio, quien sabe qué le harán.
—Tyron, ¿nos vamos? —lo llama una voz femenina.
Aeryn. La chica vestia con una blusa de color verde y unos vaqueros ajustados y aunque me cueste reconocerlo, es muy atractiva.
—Claro, suerte, chicos —anuncia—. Suerte Aisha.
Puedo sentir como se me tensa el cuerpo poco a poco.
—¡Elyan Redhell! —se escucha a lo lejos—. Le toca.
De la muchedumbre aparece un chico quien no recuerdo haber visto nunca; tiene el pelo oscuro que le tapa uno de sus grandes y oscuros ojos, una estatura media y no parece estar ni la mitad de fuerte de los que nos rodean.
Por la reacción fría de la gente puedo notar como el chico no es demasiado aceptado entre los estudiantes.
—Suerte Elyan —le deseo con una gran sonrisa.
Este solo me mira y se va.
—Ni te esfuerces. Nunca nadie ha podido establecer una conversación con él —Menciona un muchacho que si no recuerdo mal, su nombre es Gabriel—. Bueno ni una mísera palabra.
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ENCADENADOS
RomanceQuizás yo no sea partidaria de que las cosas pasen por algo o que el destino exista, ¿pero él? Él me hace dudar hasta de mi propia existencia.