Capítulo IV

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—Me llamo Dorothy Fort, encantada de conoceros.

Un coro de aplausos se escucha en honor a la directora y fundadora de nuestro hogar.
Esta luce un vestido verde ajustado que le hace destacar unas pequeñas lorzas en su barriga; su pelo anaranjado deja caer unas bellas hondas que le llegan hasta la tripa y deja a la luz su imperfecta sonrisa.

—Primero os agruparemos en pequeños grupos para realizar las pruebas y al acabar, si es que lo lográis, encontraréis la piedra que os revelara en qué grupo permaneceréis por el resto de vuestras vidas, negro Onyx y amarillo Amber —dice aún con una sonrisa en el rostro—. Suerte a todos.

—Cuantos ánimos —susurra Arwen aun aplaudiendo.

—Primer grupo —menciona Dorothy —, Odin Fang, Aine Tin, Woden Voido....

—Qué nervios —confiesa Aine agarrándome fuerte de la mano.

—Lo harás genial como siempre, Aine.

—Nos vemos al otro lado Ash, te quiero.

—Te quiero.

—¡Adelante! —La directora da paso al primer grupo y veo como Aine se aleja hacia su grupo con Woden, el chico que minutos antes había sido una de las víctimas de sus encantos—. Segundo grupo, Elyan Redhell, Arwen Sage, Aisha Bones...

—Menos mal —susurro al escuchar el nombre de mi amigo en el mismo conjunto que yo mientras Dorothy seguía mencionando nombres de otros candidatos.

—¡Pequeña! ¿Preparada?

Yo solo puedo estar pendiente de cómo Elyan se halla lejos de la multitud, así que decido ir a conversar con él.

—Hola Elyan —le extiendo la mano sin recibir a cambio lo que le ofrezco—. Pienso que no hemos empezado con buen pie, así que vengo a ofrecerte una tregua.

Este me mira por unos instantes y se va, se va como si no le hubiera dicho absolutamente nada.

—Quizás es sordo —siento como Arwen se acerca por detrás.

—Es completamente consciente de lo que le digo —le explico—, solo hace falta ver las caras que pone cuando le hablo.

Me giro para ver como nuestro grupo se dirige hacia la montaña donde están ubicadas las pruebas y Arwen y yo nos unimos a ellos.

—¿Es tu novio? —me pregunta Elyan casi en un susurro.

—¿Perdona?

Elyan señala a mi amigo y yo niego varias veces con la cabeza.

—¡No! —Digo con indignación—. Claro que no, es solo mi amigo.

No es que no me guste Arwen, al contrario, es un tío muy atractivo, pero es mi amigo y no quiero que eso se estropee.
Elyan solo asiente y se va.

—¿Qué te ha dicho? —Me pregunta el moreno de pelo corto.

—Que sí éramos pareja —Ruedo los ojos—. Una simple cosa que me dice y tiene que ser esa tontería.

—Más te gustaría.

—Más te gustaría a ti.

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Una vez llegamos al borde de la montaña nos explican cómo funcionan las pruebas.

—Primero tendréis que escalar esta pequeña montaña —dice un señor barbudo que tenemos enfrente.

—Joder, si esto es pequeño entonces lo mío no sé que es.

—¡Arwen! —digo sonrojada.

—Después, tendréis que seguir un estrecho y rocoso camino donde tenéis la probabilidad de resbalar y caer, pero si, por el contrario, lográis superarlo, os espera un bosque con infinidades de animalejos que o se unirán a vosotros o seréis parte de su cena. ¡Adelante grupo dos!

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