CAPÍTULO 10 CAN
En el momento que Emre me arrebata el celular de la mano, varias cosas pasan a la vez, Metin resopla con fastidio, el pequeño Aziz da un brinco fuera de los brazos de su padre y corre con su mamá como si presintiera que debe estar con ella para darle estabilidad y mi foco central, Sanem y mi hija, se han quedado quietas, sin embargo, los ojos de Sanem no me miran, están clavados en su hermana.
- La mierda está lloviendo...
- Es obvio que esto no es asunto mío. – interrumpe Leyla a la maldición de Metin; con las facciones tensas toma a su hijo en brazos, su celular del desayunador y sale de la casa con paso firme. Sanem me mira con mortificación.
- Ve con ella – la incito. Es evidente que es necesaria una charla femenina para consolar a Leyla; Sanem me sigue mirando con desconfianza, sé que no le gusta que nos separemos. Es la primera cosa en mi lista que me molesta también. – Prometo llamarte y avisarte. Ya cargué el celular.
Asiente, nos despedimos con un casto beso y sale disparada detrás de su hermana. Es increíble como las dos hermanas son tan opuestas, cuando Leyla tiene una belleza tan evidente, al momento de cambiar de expresión su rostro se descompone de tal manera que es incómodo mirarla, al contrario, Sanem entre más rota, más bella.
- Maldición Emre, era tu único trabajo dejar a la chica en el maldito aeropuerto, ¡¿acaso era tan difícil?!
- ¡La deje en el aeropuerto! – se defiende con frustración entregándome el celular.
- ¿La viste irse? – pregunta Metin como si hablara con un niño.
- No iba a entrar con ella después de lo que paso en la mañana... - se justifica. Tiene la decencia de que le tiemble la voz.
- Eres un imbécil. – lo peor es que ni siquiera estoy enojado, esta mierda con Emre siempre es igual. Parece que tiene que hacer algo estúpido cada vez que las cosas se ponen tensas.
- Que caballero... – comenta Metin con sarcasmo.
- ¡¿Cuál es tu problema?! – lo enfrenta Emre parándose delante de él. Metin ni siquiera se inmuta. Curioso que a mí no se atrevió a responderme.
- Mi problema eres tú cuando haces estas estupideces, – le responde con un siseo mirándolo directamente a los ojos. Lo último que necesitaba era que dos idiotas hicieran un desastre en mi casa.
- Cálmense los dos, no necesito lidiar con temperamentos en este momento – me interpongo para separarlos lo que no me cuesta trabajo. Son como dos varitas a mi lado.
- ¿Qué tal la depresión? – la voz de Mete nos saca de nuestro encuentro de testosterona. El pequeño y joven hombre se ve tan decaído que no hay manera de ignorarlo.
- Mete, ¿qué haces aquí?
- Estoy deprimido señor. – me entrega la bolsa que le dio Isabella en día anterior. Se me revuelve el estómago por su contenido. – Eso es todo lo que me queda.
- Ayer estabas con el corazón detenido, no creo que haya sido buena idea que te dieran de alta. – Metin me da una mirada significativa al ver el contenido de la bolsa y los pies de Mete después.
- Yo insistí, la señora Isabella abogo por mí y dijo que estaría al pendiente. – Se sienta en uno de los sillones de Sanem y se queda mirando el piso. Suspiro.
- Renovare todo tu calzado Mete, ahora hay cosas más importantes.
- No tengo tiempo para esto, - se queja Emre – Ayca esta secuestrada por mi culpa. Tengo que buscarla.