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Sunoo se encontraba disfrutando de un agradable masaje, estaba sentado mientras dos doncellas masajeaba con un aceite su cuerpo y el intentaba relajarse, el lugar estaba en silencio, un silencio tranquilo. Su corazón había dejado de doler después de mucho. Ahora estaba sereno.

¿Sunoo? —suena la vos de su hermana, Wonyoung. —¿Te entregaste a tus pensamientos?

—Estoy aturdido por el calor — responde aún sin abrir los ojos —Escuché que una de las amantes de nuestro Rey, provocó un gran escándalo ¿Sabes que fue lo que ocurrió?

—Las mujeres enamoradas son peligrosas—responde con una sonrisa.

¿Y que podría saber una niña como tú del amor? —su comentario suena burlesco, pero realmente no tenía alguna mala intención. Lo decía ya que... Su hermana aún no se casaba, aún no se enamoraba.

Aun no te has dado cuenta hermano. Pero he crecido. Soy lo suficientemente grande para casarme — Sunoo sonríe con ternura — Espero que no sea un matrimonio como el tuyo.

Su sonrisa de inmediato se borra.

No quise ser dura. Me refiero... A qué me gustaría casarme con alguien a quien yo ame, y no a quien mi madre haya elegido para mí. Eso quise decir.

El rostro de Sunoo es serio — ¿Y ya encontraste ese amor?

—N-no... Aún no, claro que no.

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Los próximos días... Todo comenzó a marchar un poco mejor. Las noches llenas de lamentos, cambiaron a unas noches tranquilas. Los días nublados comenzaron a despejarse. El rostro de Sunoo comenzó a recobrar poco a poco su brillo, y todos lo notaron. Notaban que ya no se encontraba encerrado todo el día.

Salía para con su madre, con sus hermanos y hermanas y con su hijo.

Cómo ahora... Había salido con su hijo y con uno de sus sobrinos, hijo del Rey. Ambos jugaban bajo sus supervisión... Y la de Sunghoon.

—Finalmente lo veo sonreír, príncipe. —comenta Sunghoon al ver como una bonita sonrisa adornaba su rostro.

Estoy cansado de sufrir Sunghoon. La felicidad se convirtió en un sueño en este palacio.

—Nuestra apariencia no es más que un reflejo de nuestra alma, nunca debemos perder la esperanza... De qué en tiempos de dificultad podemos sonreír. —su mirada va a dónde el príncipe, sus ojitos brillas... Ambos sin darse cuenta, sonreían tontamente con el simple hecho de verse.

No dijeron más, lo único que podían hacer, era intercambiar miradas y tímidas sonrisas por parte de ambos...

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Parecía que... Cuánto más relajado y feliz de encontraba Sunghoon, más convocaba a la princesa Wonyoung.

Sunghoon se encontraba revisando un arma, apuntaba hacia la puerta intentando buscar algún detalle de esta, y en ese momento la puerta se abrió entrando la princesa.

Al parecer soy yo quien debería dispararte —comenta con un tono divertido observando como Sunghoon se pone de pie y se reverencia.

Princesa... Estoy listo para morir por usted — responde con la cabeza baja. Él sabía que... Su vida le pertenecía a la familia Real, por tanto, el daría hasta su vida por cualquiera de la familia. —¿Sucedió algo? Ya es algo... Tarde para que esté aquí.

—Siento un fuego tan grande e intenso en mi interior, que es peor que la muerte. No sabía... No sabía que lo sentiría de este modo.  Eso dijo.

—¿Quién...?

—Rose... La amante del Rey. Así debe de sentirse el amor ¿No es verdad? Se apodera de tu mente y de tu alma por completo... Es imposible renunciar a el, cuando ya te ha quemado... ¿Alguna ves te has sentido así?

—Usted conoce mi situación princesa. —responde de inmediato, intentando dejar claro todo de una ves. — Sabe cuáles son mis labores y que soy un soldado leal a su majestad. Es imposible que tenga sentimientos como ese.

Wonyoung sonríe — Aún así no deberías hablar con tanta seguridad. Podría venir un viento... Y llevarte.

La princesa gira y se retira dejando a un Sunghoon pensando.

Era cierto... A pesar de ser consciente de sus labores... Tenía sentimientos encontrados.

Tenía sentimientos por el príncipe Sunoo.

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