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James talló sus manos con diligencia, de pie en una bañera llena de agua color vino, que se teñía con la sangre que bajaba de su cuerpo. Era reconfortante estar bajo el agua tibia, dejando que esta se llevase la suciedad y junto con ella, todo el peso que tiraba de él hacia abajo. 

Su mente aún se mantenía ocupada y congestionada, no creía que tan pronto en su vida se vería sometido a la aplastante presión que suponía verse comprometido de por vida. Él estaba seguro de que ese momento llegaría eventualmente, sobre todo con el pequeño romance que quiso perseguir con Evans, pero ninguna remota idea que alguna vez tocó su cerebro, podía igualarse al reto que ahora enfrentaba.

Una parte de él, no veía por qué era una decisión tan difícil, pues después de todo, sus sentimientos por Severus eran reales. James era un adolescente molesto y bromista empedernido, pero ninguno de los adjetivos que podían usarse para con su persona, minimizaban, o empobrecían la manera en que sentía y los sentimientos que guardaba para Snape. El merodeador no era bueno para expresarse, pero tampoco era bueno para ocultar sus sentimientos, que eran fuertes y en algunas ocasiones, abrumadores. Así que él veía el panorama como una nueva y definitiva oportunidad para hacer una declaración única, para demostrarle a Severus que algunas veces podía dejar de ser un idiota.

Pero por otra parte, James estaba algo atemorizado. Sus acciones del pasado no desaparecerían magicamente y se borrarían de la memoria de todos los espectadores, él no podía alterar las memorias de todos, ni mucho menos borrar el impacto que habían causado en la vida de sus victimas. Porque él no era ingenuo, él comprendía que todas sus decisiones tenían consecuencias y cuando ponía en riesgo la integridad física de una persona, solo por un momento de diversión, también alteraba la percepción y opinión que podía tenerse de él. Y viendo el cuadro completo, incluso podía cambiar por completo la rutina de las personas y sus hábitos.

El daño que había provocado durante años era irreparable y ahora, James tendría que cargar con el peso de su inmadurez. Que ahora se convertía en inseguridad, ante lo que podría ser la decisión más grande que un mago podía tomar.

Y como él, Sirius era torturado por los fantasmas del mal uso de su libre voluntad.

Sirius recordaba de manera muy suelta y desordenada su niñez. En su cabeza, los pensamientos volaban como un gran desastre de ideas inconclusas, solo en la compañía de sus amigos, era que podía encontrar algo de calma, de paz. Silencio, era algo que resultaba ensordecedor para muchos, pero Sirius podía encontrarse navegando en su tranquilidad y se podía arropar con su confort. El silencio era como un familiar viejo, que no muchos visitaban, pero que Sirius jamás olvidaba, porque él no vivía en un mundo silencioso.

Todo a su alrededor era catastrófico, se movía acelerado y no parecía detenerse jamás. Todos los colores lo cegaban y los ruidos lo aturdían, pero no había manera de parar el mundo, él era un mago poderoso, pero no lo suficientemente audaz como para crear un hechizo que pudiese congelar el tiempo. Todo y a todos, él jamás podría hacerlo, pero podía escabullirse entre los rincones oscuros y cerrar los ojos, dejando que la oscuridad lo llenase con su silencio y envolviese en su manto de fría paz. Que a sus ojos, no existía fuera de la noche, pero que un día encontró fuera del castillo. 

Cuando en una larga caminata, se encontró en un valle lo suficientemente lejano de toda presencia humana, como para quedar sumido en un completo silencio. Y en medio del pasto sedoso, crecido y desordenado, verde con flores silvestres, amarillas, blancas y rosadas, un cuerpo oscuro descansaba. Los vientos de los altos valles de Escocia acariciaban su figura inerte y las flores lo acompañaban como amigas silenciosas. Severus dormitaba abrazado a su libro de pociones, encontrando el descanso que solo una locación tan lejana del vulnerable, y violento Hogwarts, podía otorgarle.

bleeding snake - severus snapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora